viernes, abril 26, 2024

Los apellidos que hacen colapsar a las computadoras

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Null (nulo en inglés) es un claro ejemplo de un apellido que le generado situaciones incomodas para Jennifer Null, una persona que reside en Estados Unidos. Desde hacer reservas para viajar, pagar cuentas, etc. En la mayoría de las páginas web recibió como respuesta un error.

Le decían que había dejado en blanco el campo del apellido y que debía intentarlo nuevamente.

Luego de varios intentos optó por hacerlo a través del teléfono, pero eso no puso fin al engorroso proceso.
«La persona al teléfono me preguntaba por qué los estaba llamando si era un proceso tan fácil de hacer por internet. Al explicarles la situación me decían: ‘Eso es imposible'», relata Jennifer.

Simplemente porque la palabra «null» es usualmente insertada en los campos de las bases de datos para indicar que no hay datos.

A Jennifer Null no le queda otra que acudir al viejo teléfono para resolver muchas de las tareas que podría estar haciendo online.

Otro caso es el caso de Janice Keihanaikukauakahihulihe’ekahaunaele, una hawaiana, quien se quejó ante las autoridades porque las cédulas de identidad no permitían nombres tan largos como el de ella, que tiene 36 letras. Tiempo después el gobierno actualizó sus sistemas permitiendo campos con límites de caracteres más flexibles.

Patrick McKenzie, es un programador que reside en Japón y es otra víctima de un nombre desafortunado en Internet.
«Los nombres de cuatro caracteres son algo raro. McKenzie tiene ocho, por lo que muchas veces los campos utilizados para colocar nombres no son lo suficientemente grandes para mí».

Patrick ha hecho lo posible por integrarse en tierra japonesa. Incluso tradujo su nombre al katakana, alfabeto japonés que permite por medio de la fonética deletrear palabras en idiomas extranjeros.

«Los sistemas de computación son diseñados teniendo estas formas en mente. Todos los años lleno la planilla de impuestos, y tengo que hacerlo como Mckenzie P porque ese es el espacio que tengo disponible».

Pero cuando el sistema en internet de su banco fue actualizado, la posibilidad de utilizar katakana fue eliminada.
Evidentemente, este cambio no representaba problema alguno para los usuarios japoneses, pero para Patrick fue un lío mayor por cuanto temporalmente no pudo utilizar los servicios on line de su banco.

«Pasado un tiempo tuvieron que enviar una comunicación desde la sucursal donde soy cliente al departamento de tecnología del banco, para que alguien editara manualmente mis datos en el sistema. Eso fue lo único que me permitió utilizar nuevamente el servicio en internet», relata.

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