viernes, abril 26, 2024

Si bien destacan lo importante del proyecto que se dio a conocer hace unos días, aseguran que hay otras medidas que también se deben tomar, como por ejemplo que alimentos como el pescado, frutas, verduras, legumbres, tengan un menor valor y así incentivar a la población a consumirlos. Piden también más educación nutricional con Nutricionistas en escuelas, centros médicos y lugares de trabajo.

Mayonesa a 4 mil pesos y salchichas a 10 mil pesos. Son sólo algunos de los precios que se especularon tras la propuesta que un grupo de académicos presentó para subir los impuestos a la comida chatarra y por consiguiente el precio de ésta, para de esta forma disminuir su consumo en la sociedad chilena y a su vez los niveles de obesidad.

La iniciativa apunta a multiplicar por $1,9 cada gramo de azúcar que contenga un alimento, por $31 cada gramo de grasa y por $23 cada gramo de sodio, y al total agregarle el IVA, según los resultados del estudio de Evaluación y Aplicación de Impuestos a los Alimentos con Nutrientes Dañinos para la Salud en Chile -encargado por los ministerios de Salud y Hacienda del Gobierno de Bachelet-, y realizado por un grupo de académicos de diversas áreas de las universidades de Chile, Católica y Adolfo Ibáñez en 2017.

Pero ¿qué tan efectiva puede ser esta iniciativa? El presidente del Colegio de Nutricionistas Universitarios de Chile, Paolo Castro, señala que se trata de una propuesta que se relaciona con buscar medidas que sean más contundentes desde la mirada global, no desde la mirada individual, y que tiene relación con desincentivar la compra. Sin embargo, asegura que la iniciativa debe ir de la mano, con una disminución en los precios de aquellos alimentos saludables y que deberían aumentar su consumo.

“Para efectos de lo que es selección de compra, como término, normalmente de las áreas más importantes al momento de elegir tiene que ver con que este alimento me guste y con que tenga un precio accesible a mi bolsillo. Que el alimento me guste se relaciona con aromas, sabores, el empaque, la publicidad y esa parte está un poco más regulada dada la ley de alimentos. La otra parte tiene que ver con el precio, por lo tanto, desincentivar el consumo a través del precio, pareciera ser una buena medida. Sin embargo, es una medida que debiese estar complementada con un incentivo de aquellos alimentos que sí queremos que se consuman, tales como pescados, legumbres, frutas, verduras, entre otros”, explica el profesional.

Sobre si la medida puede llevar a disminuir el consumo de estos alimentos, Paolo Castro señala que se puede generar una situación en la cual los que tienen dinero van a comprar alimentos que pueden comer y los que no van a preferir otro tipo de alimentos.

“Si bien la obesidad se concentra en estratos económicos más bajos, también hay que decir que esto es transversal, no quiere decir que esté ausente en los más altos. Hay que ver como de alguna manera no estemos implementando una medida que estimule por una cuestión de estatus, el consumo de alimentos que sean ultra procesados, altos en azucares, en grasas saturadas y en sodio, para un estrato que hoy no es el que más lo consume, pero sí pudiese cambiar, dadas las condiciones de compra”.

Sobre si debiera existir una subvención a los alimentos saludables con los recursos recaudados, el presidente del Colegio de Nutricionistas señala que sería una buena propuesta que bajo la misma lógica, se incentive a su vez al producto que hoy en día no se está consumiendo.

“El pescado hoy en día tiene un consumo per cápita cercano a los 7 kilos al año y eso quiere decir que lo que más se está consumiendo es otro tipo de alimentos. En contraparte el pan tiene casi 100 kilos de consumo per cápita y es un alimento muy valorado por la población chilena. Por lo que cuando empezamos a ver que hay productos que están a la cabeza y otros bastante mermados, una buena política es bajarles el precio. Tienen que existir incentivos extraordinarios a nivel social, para que los pescadores puedan generar una pesca sostenible de buena calidad, lo mismo con la agricultura familiar, el potenciamiento de las ferias libres para volver a formar barrios relacionados con la alimentación, nutricionistas en los colegios. Y de carácter individual complementarlo con algunas acciones, como por ejemplo tener un bono universal para que las personas puedan asistir a una consulta con un nutricionista y recibir las indicaciones de los beneficios que pueden tener a nivel poblacional”, agrega el profesional.