- Déficit Cero y el Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Católica (IETU) proponen una nueva metodología para estimar las necesidades habitacionales en Chile, revelando que 1 de cada 3 hogares en Chile requerirían algún tipo de ayuda del Estado, ya sea en el apoyo para el mejoramiento, ampliación, compra, construcción o arriendo de viviendas.
- El estudio incorpora nuevas dimensiones respecto de la vivienda adecuada (confort, asequibilidad y la tenencia insegura), que permiten comprender de mejor forma la crisis habitacional en la que se encuentra el país.
- Más de 800 mil hogares gastan más del 30% de sus ingresos en el pago de arriendo y requieren apoyo del Estado; dentro de ellos, 282.589 quedan bajo la línea de la pobreza luego de realizar este gasto.
Una nueva metodología desarrollada por Déficit Cero y el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica (IEUT UC) sostiene que más de 2 millones de familias chilenas no acceden a una vivienda adecuada, por lo que requieren algún tipo de apoyo del Estado. Las soluciones habitacionales para estos hogares son diversas, y comprenden la ampliación y mejoramiento de las viviendas existentes, el apoyo en la compra o arriendo, o la construcción de nuevas viviendas, entre otras posibles.
Esta metodología, comparada con la que se usa actualmente para medir el déficit habitacional, considera tres grupos con problemas transversales: allegados, residentes en campamentos y personas en situación de calle. Por otro lado, evalúa las necesidades de los hogares establecidos en viviendas propias, arrendadas o cedidas en cuatro dimensiones: materialidad, saneamiento y confort; hacinamiento; seguridad en la tenencia, y asequibilidad.
Sobre esto, Clemente Larraín, Coordinador de Estudios de Déficit Cero, explicó que “el déficit habitacional cuantitativo considera sólo a los 650 mil hogares que no tienen una vivienda o residen en una que es inhabitable. Sin embargo, existen muchos más hogares con problemas habitacionales que pueden ser aún mayores, como los 282 mil hogares que arriendan en situación de pobreza”. De esta forma, la demanda social por vivienda amplía las carencias habitacionales, incorporando también a “las familias que residen en viviendas que pueden ser mejoradas o ampliadas, o los hogares que arriendan sin contrato y pagan un porcentaje muy alto de sus ingresos. Esto es relevante, dado que estos hogares también postulan y se adjudican los subsidios habitacionales del Estado, aunque no sean parte del déficit habitacional”.
Las cifras:
De acuerdo con el nuevo estudio, en el país hay 265.941 mil familias allegadas. Para llegar a este número sólo se consideraron a quienes declaran serlo porque no cuentan con recursos económicos suficientes para independizarse, excluyendo aquellos que lo hacen por tradición, costumbre, cuidado de otras personas (ver anexo de estudios comparativos)
En cuanto al hacinamiento, hay 98.961 familias en esta condición. Por otro lado, se suma a los campamentos como componente para conocer la demanda por vivienda en Chile, utilizando el Catastro de Campamentos de Techo Chile 2022-2023, donde se identifican a 113.887 hogares. También se suma a las personas en situación de calle, llegando a 18.883 familias.
Respecto a la materialidad, saneamiento y confort de las viviendas, se suman también aquellos problemas con problemas de electricidad y contaminación del agua. En total, 1.045.136 familias requieren apoyo del Estado para solucionar los problemas de materialidad, saneamiento o confort de sus viviendas. Una dimensión que se suma es la asequibilidad: de las familias que pagan arriendo, más de 800 mil lo hacen por más del 30% de sus ingresos y 282.589 quedan bajo la línea de la pobreza luego de realizar este gasto.
Por último, se contempla la tenencia insegura considerando dos situaciones: arriendo sin contrato y cesión temporal o inestable. Mientras el segundo grupo no pudo ser cuantificado, dentro del primero existen 263 mil arrendatarios que no cuentan con contrato y podrían tener problemas si pierden su vivienda.
Respecto al análisis de la demanda social por vivienda, en primer lugar, se observa que existen variaciones importantes respecto a qué tan grave o crítico es el problema de vivienda de cada hogar. Dentro de la demanda más crítica existe una edad promedio menor, hay un mayor porcentaje de niños, niñas y adolescentes y una menor proporción de adultos mayores; además se presenta una mayor proporción de migrantes (27%). A su vez tiene una mayor proporción de hogares unipersonales (27%) y presenta mayor incidencia en el norte de Chile (entre un 18% a un 35% del total de hogares).
Con todo, este análisis sobre la demanda social por vivienda va más allá de simplemente cuantificar; representa un cambio en la forma en que se comprenden las carencias habitacionales, reconociendo que el acceso a una vivienda adecuada abarca aspectos tanto físicos como inmateriales, y que estos no son excluyentes, sino que existen capas de vulnerabilidad habitacional que se superponen. Así, pueden existir familias que arriendan sin contrato, pero que también viven hacinadas o en edificaciones con problemas de materialidad.
Luis Fuentes, director del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica (IEUT UC) e investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable UC indicó que “el estudio profundiza en las complejidades en torno a la vivienda y una de las principales conclusiones que sostiene es que el problema de acceso es mucho más multidimensional que la falta de esta. Hoy la política de vivienda está concentrada en la construcción de edificaciones nuevas y en la entrega de subsidios, pero el problema es mucho más grande y lo que se tiene que hacer, es fortalecer otras estrategias, como el arriendo a través de subsidios o fortalecer la densificación predial y no solamente centrarse en la entrega de vivienda en propiedad”.
En tanto, Larraín sostuvo que “el fin es tener información para diseñar soluciones habitacionales adaptadas a la diversidad de la demanda, considerando la tenencia, tipo de vivienda, problema habitacional y características del hogar, resaltando la necesidad de enfoques flexibles y personalizados en las políticas y programas de vivienda”, señala Larraín.