sábado, mayo 17, 2025

Poder Naval: Una necesidad en un mundo desafiante

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El poder naval, en términos generales, se refiere a la capacidad de un estado-nación para ejercer influencia y poder en el entorno marítimo, utilizando sus fuerzas navales para proteger sus intereses y proyectar su influencia.

Este poder va más allá de la simple capacidad militar, involucrando la protección de activos marítimos, la influencia en el comercio marítimo, y la proyección de poder a través del mar.

Desde muy temprano los líderes chilenos reconocieron la importancia que iba a tener el poder naval en la estrategia de desarrollo chileno, y fue Bernardo O’Higgins quien vio que era importante tener un dominio marítimo para expulsar el dominio español de América.

Es así como se gesta la primera Escuadra Libertadora que se dirigió a Perú.

Pero el poder naval no vive en el éter.

Necesita un estado-nación que funcione y tenga instituciones sólidas reconocidas en el mundo.

La lección que deja O’Higgins

Es por eso por lo que ese inicio esplendoroso de la Armada desaparece con el caos y anarquía que dejó el gobierno de O’Higgins.

Él se va al exilio en Perú y deja un país fuertemente dividido, sin instituciones, con una fuerte inseguridad donde los ciudadanos no pueden vivir en paz y desarrollar sus proyectos personales.

Chile estaba literalmente caminando por el borde de la cornisa, y todos veían el precipicio al que nos dirigíamos.

Pero el futuro de Chile se jugó en Lircay, la batalla que da por ganador a las tropas de Prieto y Portales, quien termina de una vez para todos los sueños utópicos que comenzaron a resquebrajar el orden en Chile.

Como dato anecdótico durante la primera Convención Constitucional la segunda presidenta, Maria Eliana Quinteros, era Profesora de la Universidad de Talca, y hacía clases en el campus Lircay.

Otra vez Lircay decide el futuro de Chile, pero esta vez en las urnas, donde Chile rechaza de forma categórica las ideas utópicas de los convencionales. Por eso yo sostengo que en Chile la historia NO rima, sino se repite, una y otra vez.

Ya es hora de que Chile tenga un debate muy claro sobre cual es el futuro que queremos.

Y dado que no nos pudimos ponernos de acuerdo en tener una nueva Constitución, fracasando dos proyectos de partes extremas de la sociedad, si hemos tenido importantes avances en materias que no estaban en el debate público.

Mirada futura con proyecto real

Y es de esta forma que se logró firmas una “Política Nacional de Construcción Naval” que ha generado un apoyo transversal inédito, con lo cual Chile va a seguir proyectando su “poder naval” mucho más allá del ámbito meramente militar.

Y los hitos de esta política son concretas: Chile logró construir un rompehielos (de diseño canadiense), algo que potencias como EE. UU. no han logrado concretar a pesar de la gran cantidad de recursos financieros e industriales que tienen.

Y ya se encuentra en la grada el primero de cuatro buques anfibios Escotillón IV, que permitirán proyectar a Chile en el Pacífico y la Antártica, demostrando un poder naval real y concreto, sin retórica.

Vamos por un buen camino, se han cumplido hitos que nos han catapultado a puestos de liderazgos internacionales que no habíamos soñado nunca.

Pero esto no es un “sueño” sino el trabajo callado y eficiente de varias generaciones que nos antecedieron y que sacrificaron mucho, para que nuestra generación aprovechara las sólidas instituciones que tenemos.

¿Sabremos aprovechar esta oportunidad única de desarrollo?

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