- La inversión digital ya no depende del capital, sino del conocimiento. Según David Guzmán, CEO de Xcala, la educación financiera se está acelerando gracias a nuevas plataformas que integran inteligencia artificial.
El mercado financiero chileno está cambiando de rostro. Por primera vez, los nuevos inversionistas son jóvenes y operan desde el celular. Con montos que parten en $10.000, esta “generación del pulgar” marca una nueva etapa en la inversión online del país.
Según la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), más del 70 % de los nuevos usuarios digitales tiene menos de 40 años. “La aparición de plataformas digitales ha permitido democratizar el acceso a los activos alternativos, reduciendo las barreras de entrada mediante montos mínimos más bajos y procesos automatizados”, afirma David Guzmán, CEO de Xcala, plataforma que permite invertir en fondos de inversión alternativos desde $10.000 y con experiencia 100% online.
A diferencia de generaciones anteriores, los nuevos inversionistas buscan comprender en qué están poniendo su dinero. “La educación financiera es la base. Cuando los inversionistas conocen los verdaderos factores de rentabilidad —riesgo, liquidez, horizonte y diversificación—, pueden hacer elecciones más informadas y duraderas”, explica Guzmán. Agrega que, por ejemplo, en la plataforma, el proceso comienza con un perfilamiento digital que determina el nivel de riesgo y el horizonte, seguido del apoyo continuo y personalizado de “AIX”, el asistente con inteligencia artificial de Xcala, que traduce lo técnico en acciones simples y comprensibles.
Según los estudios más recientes de la CMF, el conocimiento financiero en Chile promedia 4,3 de 7 puntos, por debajo del estándar OCDE (4,6) y de la media latinoamericana (4,4). Este rezago se refleja en la dificultad para entender conceptos como liquidez, riesgo o plazo de inversión, lo que hace clave el apoyo de herramientas como AIX, capaces de acompañar, educar y guiar a los usuarios durante todo el proceso.
“Tradicionalmente, Chile ha sido un país de inversionistas conservadores, pero eso ha cambiado con la madurez del ecosistema, nuevos marcos regulatorios y una oferta más accesible de fondos semilíquidos”, agrega Guzmán.
Por otro lado, el cambio no solo es tecnológico. Invertir dejó de ser una práctica exclusiva de los grandes patrimonios y hoy se integra como parte del bienestar financiero cotidiano. “Los activos alternativos ofrecen una diversificación real. Distintas fuentes de riesgo y de rentabilidad, menor sensibilidad a los ciclos y flujos más estables, lo que permite construir carteras más resilientes. Esa es la dirección hacia donde avanza la generación del pulgar”, concluye Guzmán.



