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  • Especialista médico entrega las recomendaciones y cómo detectar las primeras señales de la condición.

Muchos padres podrían atribuir los cambios en el comportamiento de sus hijos al estrés escolar o cuadros de ansiedad.

Pero, lo que pocos saben es que, según expertos, síntomas como irritabilidad, fatiga constante, desmotivación, bajo rendimiento y alteraciones del sueño también podrían estar ligados a un déficit de hierro, una condición silenciosa y subdiagnosticada, que impacta profundamente el desarrollo físico y cognitivo en la infancia.

¿A qué síntomas debemos estar atentos?

El hierro es un mineral que participa en varios procesos en el organismo, como la formación de glóbulos rojos y el transporte de oxígeno.

Su déficit es la principal causa de anemia.

“Un niño con anemia distribuye menos oxígeno a los tejidos, incluido el cerebro. Esto afecta su capacidad de atención, su energía y su memoria. Además, al estar el hierro involucrado en la producción de neurotransmisores como la dopamina, también pueden presentar frustración fácil, estrés y reacciones emocionales más intensas”, explica la doctora Carolina Abarzúa, Médico Pediatra, especialista en Hematoncología pediátrica y directora del programa de Pediatría de la Universidad de la Frontera de Temuco.

En casos severos y prolongados, la anemia ferropénica puede afectar el desarrollo cognitivo y causar problemas de comportamiento en niños.

Al respecto, la Dra. Abarzúa detalla que “hoy vemos que muchos niños con insomnio, piernas inquietas o alteraciones conductuales, en realidad tienen niveles bajos de hierro. Incluso hay estudios que demuestran que hijos de madres con deficiencia de hierro durante el embarazo presentan más riesgo de trastornos del espectro autista y déficit atencional”.

Pese a su impacto, la detección temprana sigue siendo un gran desafío: “Está tremendamente subdiagnosticada. Muchas veces ni siquiera se sospecha”, alerta la especialista. Por ello, recomienda estar atentos a señales como somnolencia, desmotivación escolar, irritabilidad y dificultades de concentración. Ante la presencia de estos síntomas, lo ideal es consultar con el pediatra sobre la posibilidad de realizar un perfil de hierro, lo que permitirá determinar si el menor presenta niveles adecuados o una deficiencia de este nutriente esencial».

¿Se puede tratar?

Existen alternativas de tratamiento dependiendo de la urgencia y el estado del paciente.

El tratamiento estándar para la deficiencia de hierro es la suplementación vía oral, pero en ocasiones la adherencia al tratamiento es baja, ya que requiere tomar un comprimido al día durante al menos tres meses.

La Dra. Abarzúa también indica que “las formulaciones disponibles no tienen un sabor agradable para los niños y pueden generar constipación y   cólicos abdominales, lo que hace que muchos niños lo abandonen”.

Para los casos en que el déficit es más severo y se requiere una corrección más rápida, o cuando los menores no responden adecuadamente al tratamiento oral, la especialista señala que el hierro por vía endovenosa podría tener mejor tolerabilidad.

La especialista hace un llamado claro: “Debemos entender que el déficit de hierro no es solo la antesala de la anemia. Tiene impacto directo en el aprendizaje, la memoria, el comportamiento y la salud emocional de los niños. Es momento de incluir este tema en las políticas públicas de salud infantil, tal como se hizo con el ácido fólico en su momento”. Y concluye señalando que “creo que en unos años más vamos a hablar del hierro como hoy hablamos de la vitamina D. Es un tema clave que recién estamos empezando a entender en toda su magnitud”.

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