sábado, julio 19, 2025

Las dudas de Irán sobre el accionar del argentino a cargo de la OIEA

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Los recientes ataques a las instalaciones nucleares pacíficas de Irán han planteado serias preguntas sobre el papel de las instituciones internacionales de supervisión en la escalada de tensiones, especialmente cuando se observa que su neutralidad ha disminuido con el tiempo, reseña Teheran Times.

En el centro de la creciente controversia se encuentra (NE: el argentino)  Director General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Su gestión del expediente nuclear de Irán ha suscitado fuertes críticas de las autoridades iraníes y ha generado un amplio debate entre los analistas sobre los riesgos de la información politizada en entornos ya de por sí inestables.

Las tensiones entre Teherán y el OIEA han estado latentes durante años, pero los acontecimientos recientes las han agravado.

En los días previos a la primera oleada de ataques israelíes contra Irán, un informe del Organismo que citaba niveles de enriquecimiento de uranio en Irán «superiores a los de países sin programas nucleares militares» fue ampliamente utilizado como justificación por el régimen israelí.

El momento de publicación del informe, su tono y el contexto diplomático más amplio han sido objeto de escrutinio desde entonces.

Aunque Grossi aclaró posteriormente en una entrevista con la CNN que el OIEA no había encontrado pruebas de un «esfuerzo sistemático» por parte de Irán para construir armas nucleares, esta admisión se produjo días después de que el daño ya estuviera hecho.

El informe ya se había citado en apoyo de una resolución redactada por el E3 y Estados Unidos en la Junta de Gobernadores del OIEA, que acusaba a Irán de incumplimiento y posiblemente sentó las bases, diplomáticamente hablando, para lo que se desató poco después.

Los funcionarios iraníes consideran esta secuencia de acontecimientos no como una coincidencia, sino como una consecuencia.

Amir Saeid Iravani, embajador de Irán ante las Naciones Unidas, dirigió una carta al Consejo de Seguridad de la ONU en la que objetaba enérgicamente la conducta selectiva, politizada y discriminatoria de los dirigentes del OIEA hacia el programa nuclear pacífico de Irán.

La carta enfatizaba la constante desviación de los principios fundacionales del organismo: neutralidad, profesionalismo y objetividad.

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Esmaeil Baghaei, publicó en redes sociales el jueves pasado, abordando directamente los comentarios de Grossi.

Señaló que Grossi había reconocido la ausencia de pruebas demasiado tarde, tras la redacción de una resolución y el atentado.

«Usted ocultó esta verdad en su informe absolutamente sesgado», escribió Baghaei, «que luego fue utilizado por un régimen genocida y belicista para librar una guerra de agresión contra Irán».

La controversia también ha llamado la atención sobre un problema más amplio y sistémico: la vulnerabilidad de las instituciones internacionales a las agendas políticas de los estados poderosos.

Para Irán, esta no es la primera vez que se acusa al OIEA de extralimitarse en su mandato. Pero en el contexto actual, lo que está en juego parece más importante que nunca.

Las dudas 

A principios de este mes, el Tehran Times reveló que Irán había descubierto documentos sensibles relacionados con el OIEA en los territorios ocupados, documentos que incluyen comunicaciones confidenciales entre Teherán y el Organismo.

Según fuentes del Tehran Times, es posible que estos documentos no se hayan obtenido mediante espionaje, sino que se hayan entregado por medios menos clandestinos.

Como dijo una fuente: «Esto solo confirmaría lo que sospechábamos desde hace tiempo: que el OIEA no es un mero organismo técnico, sino un instrumento político en ciertas manos».

Las implicaciones de tal incumplimiento son de gran alcance. Irán ya ha insinuado que podría reducir la cooperación con el Organismo, posiblemente retomando los niveles de interacción previos al PAIC.

La Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI) advirtió que la continua politización y la falta de reconocimiento por la transparencia de Irán podrían provocar un cambio de política.

Mientras tanto, Grossi ha instado a todas las partes a mostrar moderación y regresar a la mesa de negociaciones.

Enfatizó que aún se espera que Irán notifique al Organismo sobre cualquier transferencia de material nuclear entre instalaciones, y admitió que se desconoce la magnitud total de los daños en la planta de enriquecimiento de Fordow, afectada durante los ataques israelíes.

Sin embargo, los funcionarios iraníes siguen profundamente insatisfechos.

Mohammad Eslami, director de la OEAI, ha criticado a Grossi por lo que llamó «silencio» ante los ataques israelíes a instalaciones nucleares que operan bajo las salvaguardias del OIEA.

También sugirió que Teherán podría emprender acciones legales contra el director del OIEA, acusándolo de incumplir las obligaciones del organismo.

El exministro de Asuntos Exteriores, Mohammad Javad Zarif, ha adoptado una postura aún más firme, exigiendo la destitución de Grossi.

En su opinión, la información «irresponsable y falaces» del Director General no solo no ha logrado disuadir el conflicto, sino que podría haber contribuido a allanarlo.

Tras el ataque aéreo contra las instalaciones de Arak, Irán envió una carta formal al OIEA exigiendo que condenara las acciones de Israel.

Grossi es el problema

La falta de respuesta del organismo no hizo más que acentuar la sensación de traición de Teherán.

Los funcionarios señalaron que, a pesar de informar al OIEA sobre las medidas de protección adoptadas para salvaguardar el equipo nuclear, Irán no recibió apoyo público.

En cambio, argumentan, los informes del OIEA aumentaron las dudas en lugar de reconocer el cumplimiento de Irán.

Esta sensación de desilusión ha aumentado las preocupaciones sobre la credibilidad del OIEA a nivel mundial.

En Teherán, muchos creen ahora que la transparencia con el Organismo solo ha aumentado la vulnerabilidad de Irán.

Argumentan que el principio de neutralidad no se aplica equitativamente, y cuando la supervisión imparcial se convierte en un arma política, socava el marco mismo destinado a garantizar la paz y la seguridad.

Por ahora, las consecuencias —diplomáticas, operativas y humanitarias— ya se están sintiendo, y Rafael Grossi es percibido como una figura cuya conducta ha contribuido activamente a la escalada de tensiones.

Su silencio selectivo sobre los ataques israelíes, el momento y el encuadre de los informes de la Agencia, y sus ambiguas declaraciones públicas han dado cobertura política a quienes buscan la confrontación en lugar del diálogo.

Irán ya ha anunciado que buscará reparación legal, como un mensaje de que la neutralidad no debe sacrificarse sin consecuencias.

Grossi ha cruzado una línea que podría redefinir la forma en que Teherán interactúa con la Agencia en el futuro.

 

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