En medio de su intensa campaña de reposicionamiento y realineamiento internacional, que apunta al rearme, revitalización de su política internacional y volver a colocar a Argentina en la órbita estadounidense, por orden directa del presidente Javier Milei el vecino país apunta a negociar en las siguientes semanas en Bruselas un acuerdo para sumarse como «socio global» de la OTAN.
De prosperar, la nueva categorización, que sólo tiene Colombia en América del Sur, permitiría a los trasandinos la posibilidad de optar (bajo condiciones especiales como menores costos o prioridad en el acceso entre otros) a equipamiento con una mayor tecnología, logística, capacitación y un posicionamiento del país aliado a las grandes potencias de Europa y Estados Unidos. Esto último implica mantener objetivos comunes, realizar eventuales operativos conjuntos y alinearse ante los mismos enemigos conjuntos.
La reciente de la jefa del Comando Sur de EE.UU., la general Laura Richardson, sumado al viaje que el Presidente realizará a Dinamarca y la reunión hermética que mantendrá el ministro de Defensa, Luis Petri, en Bruselas en la sede de la OTAN, apuntan a dar con el objetivo de estar en la lista de esa alianza como «socio global».
En declaraciones al diario argentino El Cronista, el ministro Petri sostuvo que «la decisión de sumarse al programa de socio global de la OTAN supone, la mejora de las capacidades defensivas del país mediante la interoperatividad, ser parte de la discusión de seguridad internacional, modernizar doctrina, acceso a equipamiento e información para dar frente multilateralmente a los diversos desafíos que enfrenta la defensa en el Siglo XXI».
Además, el ministro de Defensa confirmó que esta decisión «es el mandato del Presidente Milei, de reconciliar a nuestras Fuerza Armadas, en este caso con el mundo occidental, democrático y libre».
Las nuevas «relaciones carnales»
De conseguir ingresar en la categoría de «socio global de la OTAN», Argentina accedería a un estatus superior al de «aliado extra-OTAN» que el país logró en la época del presidente Carlos Menem en la década de 1990. Pero en aquel caso la alianza como socio extra-OTAN era un acuerdo unilateral de Argentina con Estados Unidos y no con el resto de sus miembros. Se trató en una época en el que el alineamiento total con EE.UU. llevó al canciller Guido Di Tella a pronunciar la histórica (y vilipendiada) frase que quería explicar la política que el vecino país quería mantener con Washington: «No queremos tener relaciones platónicas: queremos tener relaciones carnales y abyectas».
En este contexto, Petri confirmó ayer que hay un «nivel avanzado» en las negociaciones con la OTAN para cerrar las negociaciones y concretar la idea de Argentina como «socio global».
Mas aún, el secretario de Estado tiene previsto viajar la próxima semana a Bruselas, a la sede de la OTAN, junto con el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, el brigadier Xavier Isaac, para luego reunirse con el Presidente Milei en Dinamarca para para firmar la compra de 24 aviones F-16 de fabricación norteamericana y en poder de la Fuerza Aérea danesa. Este equipamiento militar formaría parte de los acuerdos por aliarse a la OTAN, según acota El Cronista.
El medio trasandino recalcó que ayer, el gobierno recibió al subsecretario de Estado adjunto para América latina, Kevin Sullivan. Este funcionario que fue un destacado Encargado de Negocios de la embajada norteamericana en Buenos Aires hace seis años se reunión con el ministro del Interior, Guillermo Francos en la Casa Rosada y dialogaron sobre esta estrategia de Argentina de sumarse a la OTAN. También se habló del polo logístico que Milei quiere construir en Tierra del Fuego junto con Estados Unidos.
La decisión de la Argentina de colaborar con equipamiento militar para Ucrania en la guerra que libra contra Rusia forma parte también de este entramado que le permitirá al país ingresar como «socio global» de la alianza del Atlántico Norte.
En todo caso, el gran dilema que se abre para Argentina la decisión de ser «socio global» de la OTAN es la presencia de Reino Unido como uno de los miembros principales de la alianza militar, teniendo como telón de fondo el histórico reclamo de Buenos Aires sobre la soberanía de las islas Falkland.