Por: Luis Valentín Ferrada W., Director del Departamento de Derecho Internacional Universidad de Chile
El reciente viaje del Presidente Gabriel Boric a la Antártica es de gran importancia, por varios motivos.
Los dos más relevantes son, por una parte, porque la visita de una delegación de alto nivel, con ministros y comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, es una señal política potente de reafirmación de la soberanía chilena en el Sexto Continente. En tiempos de reordenamiento geopolítico mundial ello resulta esencial (como el incorporar a la Antártica en la nueva Constitución). Para quienes están desplegados allí, haciendo Patria durante un largo invierno, gélido y oscuro, la visita del Mandatario da sentido y valor a su esfuerzo y dedicación.
En segundo lugar, esta visita es una demostración de nuestras capacidades operativas antárticas. Dadas las condiciones geográficas y atmosféricas del continente austral y los mares que lo rodean, es prácticamente imposible acceder a la Antártica entre abril-noviembre.
En este tiempo las bases científicas están cerradas o con muy escaso personal que inverna en total aislamiento. El que, en tal contexto, el Presidente de la República y un grupo de altas autoridades pueda visitar las bases chilenas es una demostración al mundo entero que en materias antárticas nuestro país es un socio insustituible, porque sólo los chilenos están en condiciones de operar de modo seguro y efectivo bajo las condiciones extremas de tales latitudes. Es lo que ya demostró el Piloto Pardo en agosto 1916 al rescatar a la expedición Shackleton, y lo corrobora anualmente la participación de los operadores antárticos de las Fuerzas Armadas en múltiples acciones de búsqueda y rescate (SAR). El nuevo rompehielos Viel y otros medios de los que Chile debe dotarse son importantes para mantener esta capacidad, pero lo realmente fundamental es la preparación de nuestro personal.
Así, la visita a la Antártica del Presidente en medio del invierno es un hito especialmente significativo, que debe ser valorado.
Que una actividad preparada con meses de anticipación coincidiera con grandes lluvias en el centro del país, es un hecho lamentable e imprevisible, pero que no resta mérito alguno a una actividad muy relevante desde la perspectiva de la materialización de la Política Antártica Nacional.
