La gravísima crisis de (IN)seguridad que abruma a Chile no es algo que brotara durante este gobierno, que por cierto parece que aún no logra instalarse como tal, sino que se arrastra de hace varias administraciones, la primera señal que se generaría un problema en la estructura sociopolítica nacional se da durante el gobierno de Bachelet con el ingreso desenfrenado de los haitianos, luego en el gobierno de Piñera con su desquiciada apertura a los venezolanos que huyen del régimen de su país y que ha escalado a niveles casi incontrolables en la actual administración con una criminalidad brutal importada, pero cuando se dieron las primeras señales las autoridades de turno le bajaron el perfil, de hecho, informes oficiales de 2021 daban cuenta de la problemática y el temor que ya se instalaba en la gente que simplemente no denuncia por miedo y que las autoridades de la época usaban como argumento de baja de la delincuencia.
Esta semana la crisis pareciera estár desbordando todo lo aceptable tras el asesinato de un carabinero a manos de asesinos que podría se extranjeros pero no hay claridad solo dos venezolanos que podrían estar involucrados, pero la brutalidad del crimen ha puesto de rodillas al Gobierno que antes de llegar al poder era ácidamente crítico de Carabineros, contrario a las FFAA y a todo lo que el orden militar representara, pero la realidad le reventó en la cara al Presidente Boric y su gabinete y que al igual que todos los gobiernos ha declarado toda clase de penas y el rigor de la justicia con las -ya consideradas mantras– «haremos, tendremos, nos reuniremos, convocaremos…» pero más allá de eso los delincuentes siguen es su fiesta del balazo y el «gatillo fácil»
En 2016 los asesinatos rotulados como “ajuste de cuentas” alcanzaron el 11% de la criminalidad y en 2021 subieron a 28% y el uso de armas de fuego subió a. 53%, información al 10 de febrero del año pasado.
Los primeras señales de que algo estaba pasando en los «territorios» -descripción favorita de la mal llamada (des)Clase Política para referirse a los barrios y comunas, se dieron cuando se descubrimientos «polígonos» hechizos para entrenar a «soldados» de bandas en poblaciones de sur de la capital, luego vinieron asesinatos con Descuartizamientos, ajusticiamientos y muertes brutales que fueron calificadas por las autoridades como «ajustes de cuenta» entre bandas rivales, como argumento par evitar «preocupar» a la población, y de manera paralela Carabineros se desmoronaba por la corrupción por el «Paco Gate» que significó la pérdida paulatina de autoridad ante la ciudadanía, pérdida de autoridad alentada vociferantemente desde la mullidas poltronas del Congreso, que fue el principal crítico e impulsor de medidas arrinconadoras a la policía, quitándole atribuciones y particularmente de quienes hoy tienen el poder.
En este «vía crucis»que vive Chile, la prensa también tiene una importante cuota de responsabilidad, ya que apuntala la crisis con una pendular posición ante la problemática critica con dureza kafkiana el quehacer policial cuando comete errores y llora como viuda cuando muere un carabinero asesinado por los delincuentes.
Pero lo concreto es que ha habido una sistemática construcción del relato que ha debilitado la autoridad policial, acompañado de una sostenida minimización de las primeras señales sobre la instalación de la nueva delincuencia que se funda también en la corrupción que se instaló silenciosa pero fuertemente en Chile y en los espacios de poder, porque la corrupción es la antesala de la instalación del crimen organizado que luego controlará las principales esferas del poder o acaso el caso Penta, SQM, Colusión de los Pollos, del Confort, no es una forma de delincuencia organizada, quizás no con delitos de sangre pero si con un delito moral que ha socavado la base de la institucionalidad y de la nación, aunque el informe de Transparencia Internacional de 2022 sitúe a Chile entre los países menos corruptos con un puntaje de 67 puntos, la realidad pareciera ser más brutal que este ranking ya que indica que «Chile (67) y Costa Rica (54), tradicionalmente los mejores países del IPC de América Latina, no están priorizando la lucha contra la corrupción. Chile ha estado estancado durante años, a pesar de la clara importancia de hacer frente al creciente crimen organizado y la inseguridad en el país , que se encuentran entre las mayores preocupaciones del público «, es decir corrupción y crimen organizado van de la mano.
En este escenario de miedo que tiene la ciudadanía, de desesperación del Gobierno, de consternación de la politiquería y del aprovechamiento que hacen otros sectores politiqueros, el gobierno cae en los mismos errores que los anteriores anunciando medidas, reforzamiento de leyes que hacen más inservibles a las existentes y anunciando repetidas medidas que nunca han resultado como reemplazar con civiles funciones que hoy día cumplen carabineros, que podrían estar dedicados a labores de seguridad, recontratar o llamar al servicio a policías retirados es decir policías de la tercera edad para enfrentar a jóvenes delincuentes de entre 18 y 30 años, así vamos tener más y más mártires policiales.
