Si el todopoderoso Segundo Piso y los orejeros del Presidente hubieran advertido los posibles riesgos de los indultos de fin de año y haber argumentado sin meterse en los fundamentos jurídicos –cuestión que hizo ver la Corte Suprema– Boric no estaría a metido en una crisis que sigue escalando y podría subir los escalones de piedra de Palacio y golpear su despacho, por ello es que los fusibles que deberían saltar y que están siendo t,ensionados son justametne las ministras del Interior, la pepedé Carolina Tohá, la PS Ana Lya Uriarte y la más debilitadad de todas la ministra de Justicia, Marcela Ríos, quien ya enfrentaría la primera Acusación Constitucional.

Si el revuelo lo causó el segundo indulto a Jorge Mateluna, este jueves se instaña la situación de Luis Castillo indultado que arrastra 5 condenas y 26 causas judiciales.

En este complejo escenario que enfrenta el Presidente y ante los anuncios de Acusación Constitucional, primero contra su ministra de Justicia, y ante el enunciado que han hecho varios parlamentarios sobre el estudio de antecedentes para acusarlo a él, debería haber un diseño para evitar que esto llegue a él. La dimisión de Ríos sería un bálsamo para bajar la tensión y la crisis y que se tomen rápidamente vacaciones Tohá y parte del equipo político porque más que ayudar, han atizado la crisis, sobre todo Carolina quien hace rato viene perdiendo la necesaria calma, cuestión que han resentido los parlamentarios que tienen que «lidiar» con ella -comentan- lo que ha generado fricción y estancamiento de los temas prioritarios.

Pero más allá de la delicada piel de los parlamentarios, lo que evidencia esta crisis es que los que están pagando los platos rotos son los políticos viejos, en este caso «viejas» como Tohá y Uriarte y con ello el Socialismo Democrático que queda resentido y con ello se debilita la coalición de gobierno, pero también devela la inexperiencia, la falta de olfato político, la falta de hasta sentido común para llevar adelante temas que son de alta sensibilidad pública y que le dan argumentos a una oposición que aprovecha cada error de Palacio para poner condiciones a las que tiene que ir cediendo el Gobierno.

Además, el escenario general es de una negrura total, porque justamente los partidos políticos y el Congreso son las instituciones menos confiables de la nación, un gobierno con baja aprobación y con incertidumbre económica e inseguridad.