Frente al debate entre el parlamento y el gobierno sobre el Kinder obligatorio, la asesora pedagógica de la Editorial Ziemax, Carla Zaldivar,  enfatiza que se tiene que ampliar la mirada de la legislación.

Hace unos días, el ministro de Educación, Raúl Figueroa, y la presidenta del Senado, Yasna Provoste, se enfrentaron por el proyecto de ley de Kinder obligatorio. Luego de tres años de tramitación, esta iniciativa fue aprobada en primera instancia en la Cámara de Diputados, sin embargo se enredó en el Senado, donde la comisión mixta rechazó los artículos que establecen la obligatoriedad. Ante esta situación, desde la Editorial Ziemax, señalan que lo importante de este debate es el objetivo, el cual debe ser visto como un proceso de equiparar la cancha para acortar brechas sociales.

Si bien la escolaridad en Kinder está entre el 93 y 97 por ciento, lo que busca la ley es que sea requisito para ingresar a primero básico, situación que a juicio de los detractores no es posible en zonas extremas del país, donde no existe fácil acceso a la educación preescolar. Para la asesora pedagógica de la Editorial Ziemax, Carla Zaldivar, se debe ampliar la mirada de la legislación, de forma de que “la suscripción de la obligatoriedad no se sostenga a partir de una medida económica, como lo que ocurre con la sala cuna universal que se ve como una medida para que la mujer se inserte en el mundo laboral”, explica.  

En esta línea, agrega que “si vamos a tener una ley que fomente la obligatoriedad es porque queremos apostar al desarrollo de los niños en habilidades y competencias que les van a facilitar el proceso de escolarización, sobre todo para los segmentos más vulnerables de nuestra sociedad, de forma de darles la oportunidad de estar al mismo nivel y puedan enfrenten los procesos educativos formales de mejor manera”.

A juicio de Carla Zaldivar “El desarrollo de la primera infancia es crucial para el progreso de la sociedad de mañana, para que sea inclusiva, equitativa y que se desarrolle en el contexto de una calidad de aprendizaje a largo plazo”. Asimismo, añade que esta etapa, desde el nacimiento hasta los 8 años, está concebida como una de las cuales hay mayor influencia desde sus entornos.

En base a lo que declara la Unesco, que dice que la obligatoriedad acorta las brechas sociales, esta decisión en nuestro país va a permitir compensar la diferencia de los ambientes familiares y las desigualdades en el campo educativo, porque como el proceso de la primera infancia los niños van absorbiendo y recibiendo todo lo que los rodea, y en un contexto más desfavorecido claramente su proceso de desarrollo va a ser más lento”, expresa.

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