La estatal periodística alemana DW publica un interesante análisis sobre Chile que titula: ¿Por qué los chilenos no confían en (casi) nada?, el cual reproducimos íntegramente:
La institución en la que más confían los chilenos es Bomberos, un cuerpo de voluntarios que suelen pagar de su bolsillo uniformes y utensilios y que siempre están en el inconsciente de la ciudadanía como ejemplo de ayuda desinteresada. Al menos eso dice el último estudio ICREO de la consultora Almabrands, presentado en octubre de 2020, un trabajo que muestra con claridad espeluznante el declive de la confianza en las Fuerzas Armadas y policiales. Carabineros, por ejemplo, pasó del puesto 3 en 2016 al 159 en 2020.
Escenarios similares exhiben todas las encuestas, que entregan cifras preocupantes cuando se habla de confianza en los parlamentarios, el Gobierno y los partidos políticos. El Congreso obtuvo un 8 por ciento de percepción positiva en la última encuesta CEP, publicada en mayo de 2021. Ni hablar del respaldo que recibe el presidente Sebastián Piñera, que apenas llega al 9 por ciento. ¿Cómo se explica este desapego de la ciudadanía con las autoridades?
«Hay una impugnación muy fuerte hacia la elite política tradicional y a los grupos que han estado en torno a ella, como los empresarios y la Iglesia”, dice a DW Octavio del Favero, director ejecutivo de la Fundación Ciudadanía Inteligente. A su juicio, el estallido social de octubre de 2019 expresa una queja por las condiciones de vida y la desigualdad, sin duda, pero también un reclamo hacia la elite que ha manejado al país y que ha sido incapaz de reaccionar cuando la ciudadanía ha exigido cambios. «Las instituciones se quedaron sin respuestas”, grafica.
Problema de larga data
«La crisis de confianza viene de lejos. La campaña electoral de 2017 ya fue bajo el lema ‘Restaurar la confianza’. Hasta ahora eso no ha funcionado muy bien. No en vano, una clara mayoría en el plebiscito de 2020 se decidió en contra de una Convención Constituyente con representantes del actual Congreso, es decir, de los políticos profesionales”, dice a DW Andreas Klein, representante en Chile de la Fundación Konrad Adenauer (KAS).
Esto explica, agrega, el gran número de candidatos independientes que se han presentado para las elecciones a constituyentes. Del Favero, en tanto, destaca que, pese a la crisis institucional, las encuestas muestran que la ciudadanía tiene una buena valoración de la democracia y, por ende, la crítica no es contra el sistema en sí, sino contra la práctica política. «Eso genera mucha esperanza en que el proceso constituyente se convierta en una oportunidad donde la política pueda reconfigurarse, dejando atrás las malas prácticas” que molestan a los ciudadanos, señala.
Las Fuerzas Armadas y las policías también han caído en un pozo de desprestigio, no solo por las violaciones a los derechos humanos denunciadas durante el estallido social, sino por cuantiosos desfalcos que han generado millones de dólares en pérdidas al fisco. «Se revelaron hechos que probablemente son de larga data, como la corrupción o los abusos, que generaron un golpe importante a su legitimidad. Pero también creo, y esto es solo una hipótesis, que estas instituciones no se han adaptado a los cambios de la sociedad. Por ejemplo, las posturas que defiende hoy la Iglesia católica son contraculturales. Y lo que ha pasado con Carabineros es no solo un problema de dinero, sino también de formación”, apunta Del Favero.
Al menos respecto al Ejército, Klein ve señales positivas. «Una vez finalizado el estado de emergencia, las fuerzas militares se retiraron discretamente, como corresponde a un Ejército en democracia. Creo percibir, además, una fuerte reticencia por parte de las Fuerzas Armadas a cumplir un papel protagónico en el mantenimiento del orden público, quizás una lección aprendida de la historia, y en todo caso un reflejo sano. Además, en la lucha contra el virus los militares han asumido una tarea logística central que no debe ser subestimada”, agrega el representante de la KAS.
Posibles salidas a la crisis
Klein apunta que esta crisis de confianza «explica los excesos populistas en América Latina, en Estados Unidos, en Europa y en otros lugares”, y pone sobre la mesa la importancia del diálogo para superar estas etapas de incertidumbre y sospecha. «La gente quiere comunicar su descontento, pero los representantes de las instituciones también tienen derecho a ser escuchados. Todos los actores sociales están llamados a participar en este diálogo. Esta es la única manera de superar esta crisis”, dice.
Del Favero piensa que la solución pasa por conectarse con la realidad, pues -a su juicio- buena parte de la desconfianza entre clases sociales, por ejemplo, radica en el desconocimiento de cómo vive el otro, y eso se hace extensible luego a las instituciones. «A las elites les falta asumir que hoy no basta que alguien venga a decirte cómo hacer las cosas. Cualquier sistema diseñado de arriba hacia abajo va a crujir al poco tiempo y será una falsa solución. Y creo que esa es una comprensión que aún no ha llegado, que es necesario escuchar a la ciudadanía”.
Además del diálogo, ¿hay otras posibles salidas? Repensar las instituciones, acabar con la impunidad, crear nuevas formas de representación, más democracia directa, hacer gestos políticos y reconocer los errores son algunas propuestas de los expertos. Y en tiempos de crisis, se torna necesario entregar respuestas a las necesidades de la ciudadanía para enfrentar la pandemia, especialmente en el acceso a ayudas sociales. Klein pone un buen ejemplo a seguir: la campaña de vacunación, que da sentido de pertenencia y es igualitaria.