sábado, noviembre 2, 2024

¿Qué hacer con un adolescente ‘rebelde sin causa’?

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Ya no son niños, pero tampoco quieren ser unos aburridos adultos. Los adolescentes pasan por una gran variedad de cambios, lo que muchas veces los hace ser más conflictivos e indecisos.

 

“La adolescencia es una etapa de adaptación que transcurre entre la niñez y la vida adulta, caracterizada por la vivencia de cambios físicos, sexuales, emocionales y sociales que ocurren de manera intensa y repentina. Durante este período los sujetos deben obtener y desarrollar aquellas herramientas, competencias y habilidades que les permitan lograr una identidad propia, junto con transformarse en adultos responsables frente a la sociedad”, indica Susana Arancibia, docente del Magíster de Familia, Infancia y Adolescencia de la Universidad del Pacífico.

 

En la búsqueda de identidad propia y urgencia por diferenciarse del resto, los adolescentes son generalmente irreverentes en su vestimenta, desafiantes frente a sus padres y se validan con la opinión de sus pares. “Sus preocupaciones se centran en la apariencia física, en la forma que los demás los ven, probando por ello diferentes formas de vestir. Inician así uno de los primeros laboratorios sociales en su vida, donde la opinión de los amigos resulta ser mucho más importante que la de los padres. Su pertenencia a  grupos sociales, en términos identitarios, es vivenciado como éxito o fracaso. Parte importante de esta vinculación transcurre a través de las redes sociales, siendo esta tan importante como la interacción cara a cara”, explica la psicóloga.

 

Aunque algunos jóvenes pasan por la etapa de la adolescencia de manera tranquila, siempre hay algunos que, dado su comportamiento, son denominados ‘rebeldes sin causa’. ¿Es normal un comportamiento agresivo y desafiante a esa edad?

 

“Los adolescentes enfrentan la mayor crisis normativa de su existencia, generando en ellos ambivalencia, miedo, frustración, rabia y alegría en periodos muy cortos de tiempo. La rebeldía es un rasgo típico de la edad y se entiende como una disconformidad y/u oposición a lo establecido por los padres, profesores o cualquier autoridad. Esto incluye conductas, estructuras, ideas y valores que se manifiesta de distintas formas, ya sea verbalmente (murmurando, gritando, reclamando, etc.), o bien mediante acciones violentas tales como peleas o agresiones físicas hacia otra personas”, indica Arancibia.

 

Según la docente de la Universidad del Pacífico, se pueden distinguir diferentes tipos de adolescentes problemáticos. Están los atrevidos, que se caracterizan por intentar ser totalmente independientes, evidenciando en ocasiones conductas rebeldes de muy difícil intervención. Le siguen los aventureros, que están deseosos de probar cosas nuevas e incluso de ir más allá de la norma, lo que los deja en un terreno muy propicio para meterse en problemas. Luego los liberales, que intentan permanentemente mostrar autonomía en la toma de decisiones, creyendo además ser poseedores de la verdad absoluta. Y finalmente los críticos, que son aquellos adolescentes que expresan su  resistencia  a  todo lo que puedan oponerse, incluso ante el sentido común o la razón de los adultos.

 

Rebelde con causa

 

Tener un adolescente rebelde en casa es un gran tema familiar. Todos deben aguantar los problemas que eso conlleva, como constantes peleas y malos comportamientos. “Un grupo minoritario de adolescentes sufre problemas importantes de rebeldía, habitualmente asociados a trastornos de comportamiento, baja autoestima, mala relación filio-parental, abandono escolar y conductas adictivas (no sólo drogas)”, ejemplifica la profesora del Magíster de Familia, Infancia y Adolescencia de la U. del Pacífico.

 

Pero, ¿hay algún tipo de estructura familiar que facilite la existencia de un adolescente rebelde? “Sí. En un primer caso a nivel familiar es posible encontrar una estructura cuyos límites son difusos, lo que se manifiesta en el aglutinamiento de las relaciones, lo que de manera natural conlleva a la confusión o pérdida de jerarquía, al punto en los padres abandonan su rol para transformarse en amigos. Esta situación, si bien en un primer momento es connotada positivamente por el adolescente, en el más corto tiempo puede transformarse en uno de los aspectos más perturbadores de su existencia. Cuando un padre se transforma en amigo de sus hijos, ellos se quedan sin padre”, explica la psicóloga y asistente social, Susana Arancibia.

 

“En contraposición, también se encuentran los adolescentes que crecen en hogares donde las reglas son tan rígidas que se vuelven imposibles de superar y donde los padres comparten escasa información con sus hijos. En estos casos es habitual que los adultos se enteren tarde de las dificultades por las que atraviesan los adolescentes, quienes a menudo no confían en sus padres, ya que al no conocerlos limitan su comunicación. En esta particular organización surge el adolescente que vive su rebeldía en clandestinidad, alejado de la tutela de su familia”, complementa Arancibia.

 

Para los padres que están viviendo con un ‘adolescente rebelde’ en casa, la docente del Magíster de Familia, Infancia y Adolescencia de la Universidad del Pacífico, entrega cinco claves para enfrentar de mejor manera esta problemática familiar:

 

  1. Mantener los canales de comunicación abiertos: Los progenitores deben evidenciar el amor que le tienen a sus hijos, pero al mismo tiempo, sin perder de vista el rol de padres que les corresponde.

 

  1. Negociar y clarificar las normas de funcionamiento: En esta etapa hay una necesidad de reestablecer las reglas. Su acatamiento será mayor si el adolescente participa en la construcción de este nuevo escenario.

 

  1. Siempre permitir que el adolescente pueda expresar su punto de vista, aun cuando sea contrario al esperado: La única forma de poder ayudarlo es escuchándolo. Cada vez que esto ocurre, el joven se escucha a sí mismo, lo que le da una oportunidad riquísima de poder replantear sus ideas hasta que logre ajustarlas acorde a la persona que busca llegar a ser.

 

  1. No discutir por cosas irrelevantes: Los padres deben entender que sus hijos son personas separadas e independientes de su existencia y que, por lo tanto, es muy normal que sus actuaciones difieran de las suyas. Esto no debe ser considerado como un atentado a la autoridad de los padres, sino más bien como una señal que indica su crecimiento y desarrollo.

 

  1. No claudicar a proporcionar la protección que ellos necesitan, aun cuando la rechacen permanentemente: El rol de padres obliga a cuidar a los adolescentes, a pesar de que ellos no lo desean, abriendo caminos y ayudándolos a despegar de casa con paso seguro, teniendo claro que su partida es inminente pero, al mismo tiempo, entregando la convicción de que frente a las vicisitudes de la vida siempre estarán allí para apoyarlos.

 

 

 

 

 

 

 

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