Su obra mantendrá vivo su nombre, gracias a una filmografía que destacó desde su primer largometraje: La Frontera. La película obtuvo un histórico Oso de Plata a la dirección en el Festival de Cine de Berlín en 1992. Un hecho histórico que sólo el año pasado pudo ser igualado por las cintas El Club (Pablo Larraín) y El botón de nácar (Patricio Guzmán).
La Frontera trajo de regreso al país al actor Patricio Contreras, quien residía desde los años 70 en Argentina. Un reencuentro notable gracias a su gran labor encarnando el rol del profesor Ramiro Orellana, relegado al sur del país por la dictadura militar. Contreras, desde Buenos Aires, señaló: «las malas noticias parecen adquirir una perversa velocidad … la muerte de mi amigo me duele mucho y es una injusticia que nos haya sido arrebatada tan pronto, de esta vida, una persona tan bella».
Su obra
Larraín egresó en 1978 de la Escuela de Artes de la Comunicación de la Universidad Católica de Chile. Sus primeros trabajos fueron un par de cortometrajes en los años 80, década en donde se dedica sobre todo a la publicidad. A fines de la mencionada década se suma al grupo de realizadores que participan de la confección de la franja televisiva del No.
Tras el fin de la dictadura militar comienza a rodar La Frontera, filme con el que obtendrá reconocimiento nacional e internacional. Servirá, además, para que la crítica hable del «renacimiento» del cine chileno, gracias a una película de una factura técnica y dramática hasta entonces poco vista en nuestra cinematografía.
A pesar del éxito obtenido, recién seis años después vuelve con el documental Raúl Silva Henríquez, el cardenal. Pero fue con El Entusiasmo donde sus dotes narrativas volverán a ponerse en juego en la ficción, una valiosa película que miraba con sospecha el optimismo concertacionista. Estrenada en 1998, con las actuaciones de las actrices españolas Maribel Verdú y Carmen Maura, junto con ser exhibida en el Festival de Cannes de 1999, no pudo repetir el éxito de crítica y público de La Frontera.
Los halagos regresaron con Pasos de baile (2000), un notable documental que rodó durante 12 años y en los cuales siguió a los ganadores de un programa de baile.
Su filmografía se completará con la irregular comedia Chile puede (2008), para finalizar con El niño rojo (2014), cinta que sigue los pasos de la niñez y juventud de Bernardo O’Higgins. Un personaje que le atrajo desde la realización en 1997 de la serie «Héroes» de Canal 13, en donde Larraín dirigió precisamente el capítulo dedicado al Padre de la Patria, titulado O’Higgins, vivir para merecer su nombre.
Es más, su idea era realizar una trilogía en torno a O’higgins y actualmente estaba trabajando en una película que se centraría en sus amoríos titulada El guerrero enamorado, para la cual había obtenido un fondo y ya estaba en fase de producción. La trilogía terminaría con una cinta que retrataría los años de Ohiggins en el exilio.
Fuente: cinechile.cl