domingo, noviembre 24, 2024

¿Podemos confiar la defensa de nuestras fronteras a una lejana Corte?

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¿Puede Chile vivir con una demanda por década ante la Corte de La Haya? Obviamente que no, y esa es una conclusión que se cae de madura. Pero por mas obvia que sea esta lectura, no extraemos a plenitud sus conclusiones. Peor aun, a ratos pareciera que insistimos en recetas ya fracasadas.

Todo país necesita y anhela estabilidad. El orden internacional también. Por ello es sano respetar los compromisos vigentes. ¿Se pueden modificar? Por cierto, pero de común acuerdo. Esto se complica cuando un Estado, pese a los compromisos que haya asumido, pretenda modificarlos unilateralmente.

Las fronteras de Chile están fijadas conforme tratados válidamente emitidos. No pretende ningún centímetro de territorio de otra nación. Y sobre la base de ese territorio, busca desarrollar las mejores condiciones para su población, construyendo institucionalidad y hábitos republicanos. Asimismo, Chile se proyecta como un país amigo que esta disponible para colaborar, especialmente en la construcción de la paz y el fortalecimiento de la democracia. Como un socio confiable tras el desarrollo.

Pero es difícil llevar relaciones diplomáticas a través de la judicialización. Peor aun, cuando aun antes de establecer relaciones normales, primero se nos lleva a una Corte y se nos exige una cesión territorial.

El actual juicio en La Haya no es el problema. El problema es que Bolivia quiere, aspira, sueña y canta con que un vasto territorio chileno pase a ser de su soberanía. El juicio no es mas que un peldaño de su estrategia. Le permite una vitrina internacional para “denunciar a Goliat”. Ante la Corte reclama con humildad el dialogo, pero sus autoridades llaman a retrotraer la historia, y para ello, con la misma arrogancia de sus gobernantes hace mas de 140 años, declaran estar dispuestos a “derramar sangre” como lo dijera su ex Canciller, en una irrespetuosa visita a nuestro país donde trató –no se lo permitimos- de realizar actos de soberanía.

¿Cesará esta actitud si Bolivia pierde rotundamente el juicio? Temo que no. Buscaran otros medios, hasta inclusive pueden insistir en nuevas demandas por nuevos motivos que su creatividad –que la tienen- le permita.

La segunda conclusión es que esta tensión desgraciadamente, durará por muchos años. Superara los márgenes de varios gobiernos. Frente a ello podemos discutir que caminos adoptar. Pero hay dos cosas que no podemos hacer: repetir errores y no definir nuestros Objetivos Estratégicos.

Seguir pensando que contratando buenos abogados y alegando la intangibilidad de los tratados es suficiente, es repetir una receta que ya falló en el diferendo marítimo con Perú. Ojo, falló la estrategia, el director técnico de entonces y también varios jugadores.

Hacer respetar nuestras fronteras es requisito indispensable para la estabilidad y es uno de los Objetivos Estratégicos del Estado chileno. Apelamos a asumir criterios político –estratégicos. Como se enseña en nuestras Academias, la mejor defensa de un país es la que descansa en sus propios medios, es decir, en su diplomacia, en sus alianzas, en su unidad nacional, y por cierto, en su vocación de defensa de lo propio.

¿Podemos confiar la defensa de nuestras fronteras a una lejana Corte? Personalmente pienso que no, y por ello comparto que debemos denunciar el Pacto de Bogotá. De lo contrario estaremos expuestos a la voluntad de terceros en materia de estabilidad de fronteras. Significa esto que Chile renuncia a la solución pacifica de las controversias? De ninguna manera, lo que tenemos que recuperar es que no podemos dejar a terceros que nos defiendan o representen nuestros intereses.

Por cierto, salirnos del Pacto de Bogotá implica desplegar una amplia maniobra político, diplomática y comunicacional, empezando por poner el tema en la agenda nacional a ratos tan pobremente vestida. Pero tenemos que hacerlo antes del fallo, para que no se interprete como un berrinche caprichoso. Nuestra Cancilleria deberia encabezar esta tarea, con visión de Estado, mas allá de las contingencias, con sentid republicano, por encima de las llamadas agendas personales y menos de las partidarias. Todos somos chilenos y lo primero, es lo primero.

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