viernes, noviembre 22, 2024

El cariñito de Peña a Bachelet: “Quizás -ironías de lo natural- sea este el comienzo de un renacer de la Presidenta”

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Quizás la dominical columna de Carlos Peña en El Mercurio, pase sin pena ni gloria dado que el país está terminando el jolgorio por las Fiestas Patrias y en la Región de Coquimbo, trabajan aceleradamente –con temor por las réplicas- para tratar de volver a la normalidad en decenas de pequeños poblados. La gracia de la columna de este domingo 20 de septiembre es que Peña le hace un “cariñito” a la Presidenta Bachelet.

“Si el 27-F fue para la Presidenta Bachelet una pesadilla, el terremoto de esta semana parece una trágica oportunidad: ella tiene ahora la ocasión de demostrar que la política puede gestionar lo que amenaza por excelencia el bienestar de los seres humanos, y cuya presencia muda es el origen de todas sus neurosis: la imprevisible naturaleza que premia, pero que con mayor frecuencia castiga”, escribe Peña.

El columnista hace una comparación con terremoto de 2010: «El 27-F -que en el Gobierno se recuerda con escalofríos- fue un acontecimiento natural, sin ninguna duda; pero sin ninguna duda también fue un evento político. La derecha quiso una y otra vez servirse de él para deteriorar la figura de la Presidenta Bachelet. La agilidad de la Presidenta para atender los efectos del sismo, su lucidez para predecir el maremoto, su tranquilidad para gestionar la tragedia, fueron llamadas a capítulo una y otra vez, sometidas a escrutinio y a reflexión judicial”.

Tal como lo explica el abogado-columnista “el acontecimiento de la semana no fue político, sino natural: un terremoto, el segundo o el tercero que padece un gobierno de la Presidenta Bachelet” y se pregunta, “Pero ¿tiene relevancia política un terremoto? ¿Acaso un terremoto (acerca del que aconteció en Lisboa, Voltaire escribió alguna vez páginas inolvidables) no es un evento independiente de la voluntad humana y por eso de la política?

Peña, en este terremoto del 16-S , dice que “la Presidenta Bachelet tiene ahora una segunda, y trágica, oportunidad. El conjunto de reformas que ha llevado adelante -mejor: que ha intentado llevar adelante- se han movido sobre la ilusión de que la voluntad lo es todo, de que ella es capaz de poner las condiciones y de prefigurar el diseño final. Es lo que alguna literatura llama constructivismo: la creencia en que es posible deliberarlo todo, desde las condiciones que son el punto de inicio de la política, hasta las circunstancias que son su destino final”.

Carlos Peña, recuerda además que es la naturaleza la que verdaderamente gobierna los designios terrenales, una suerte de deidad sin decirlo: “El terremoto -a la vez una lección y una trágica oportunidad- enseña que no, que la política a veces no tiene tanto que ver con lo que se quiere hacer de la sociedad, sino más bien con lo que se puede hacer de ella cuando la naturaleza se pronuncia. Como quien dice (y parafraseando a Sartre): no importa tanto lo que la naturaleza ha hecho de la sociedad, lo que importa es lo que ella hace con lo que la naturaleza ha hecho de ella. Es lo mismo que, con su característica exageración retórica (y brillante en cualquier caso), a comienzos del siglo veinte dijo Ortega y Gasset: Chile, como Sísifo, parece condenado a ver caer cien veces lo que con su esfuerzo cien veces levantó”.

“Quizás -ironías de lo natural- sea este el comienzo de un renacer de la Presidenta si es que, evitando la tentación propagandística, es capaz de retomar la senda sencilla de la más básica pulsión de la política: gestionar el riesgo”, sentencia cual oráculo dominical Carlos Peña.

Lo concreto del análisis del abogado, es que efectivamente si se compara el accionar ante el 16-S versus el 27F, hay un abismo de diferencia. Ciertamente se han corregido errores, procedimientos y se denota mayor confianza entre las instituciones que deben operar en emergencias como la vivida, el despliegue inmediato de las autoridades sin duda restableció confianzas en una ciudadanía golpeada por la tragedia sin importar los números de las encuestas que hacen empresas en las grandes ciudades del país, como lo señaló en una entrevista el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy.

Con lo planteado por Peña, cobra relevancia lo dicho la propia Presidenta “este es un terremoto mentiroso” por los daños brutales intramuros y que podría asociarse con las encuestas de popularidad.
Quizás también, como los “terremotos mentirosos”, veamos “encuestas mentirosas” que no reflejan la verdadera realidad.

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