Entregar valores relacionados con el desarrollo y organización de la sociedad es clave para formar ciudadanos capaces de generar cambios históricos en temas tan importantes como el respeto por las diferencias sociales, políticas y culturales o el cuidado del medioambiente. También se trata de la manera en que se fortalece la democracia, incluso, cuando existen instancias que ponen a prueba a los gobernantes, como las próximas elecciones municipales que se realizaran en el país.
Según Mª Paulina Schwarze, subdirectora de Editorial Caligrafix –www.caligrafix.cl y profesora de Educación Media-, “en la actualidad, desde pequeños, niñas y niños conocen sus derechos y deberes. Tempranamente, además, existen valores que se fortalecen al interior de la familia y el colegio, por ejemplo, a través del relato de hechos históricos que nos permiten reconocernos como sociedad, más allá de nuestro origen socioeconómico o étnico. Incluso, cuando hay distintos puntos de vista respecto a ciertos episodios del pasado, los niños son capaces de advertir en eso la diversidad cultural que caracteriza a la sociedad”.
En este sentido, se puede decir que los nuevos ciudadanos ya no se forman cuando cumplen determinada edad, tampoco los determina un texto en la ley, sino que existen como tales, “porque son capaces de ejercer su libertad y de hacerlo con respeto a los demás, esperando reciprocidad”, asegura la experta.
Por ello, Schwarze, aconseja que: “es recomendable desarrollar la educación en valores desde la etapa más precoz, idealmente cuando los niños cumplen los primeros cuatro años de vida. Se ha demostrado que hasta los siete u ocho años se forma el carácter personal y social del futuro ciudadano”.
Para lograrlo podemos, agrega, “instruir a los niños en que deben ser responsables de su entorno, porque ellos viven en este y serán garantes del mismo en el futuro”. Igual ejercicio debiera hacerse con las costumbres y símbolos patrios. Luego, se debe continuar con la educación respecto de deberes que cumplir y derechos que exigir.
“Como la formación en valores es transversal, las actividades deben apuntar hacia hechos que viven los niños de manera cotidiana. Por ejemplo, la integración en los juegos del salón de clases y en el patio del colegio”, dice la educadora.
Otras sugerencias son:
– La resolución pacífica de conflictos cuando existe la disputa en un juego o un espacio de uso común.
– El respeto cuando se espera turno para hablar y opinar con el lenguaje apropiado.
– El respeto a la libertad cuando otros no quieren hacer algo por lo que se sientan forzados o esté en contra de sus creencias.
– El orden y la disciplina al comenzar y terminar una actividad.
– El cuidado del medioambiente al botar la basura en su lugar, plantar un árbol, cuidar de una huerta escolar o la mascota del curso.
– La inclusión de los niños con capacidades diferentes en todas las actividades escolares y recreativas.
– La conformación de equipos heterogéneos para las actividades.
Y, más que acrecentar los valores de la nación, hoy se hace aún más necesario fomentar y enseñar la inclusión en todos los aspectos de la vida. Igual ejercicio debiera hacerse con las costumbres y símbolos patrios, para continuar finalmente con la educación sobre los deberes a cumplir y derechos a exigir.
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