Foto ATON.

La campaña de los precandidatos(as) de la centro izquierda o del llamado ‘oficialismo’ ha estado marcada por la intolerancia de varios de los contenedores y particularmente de parte de doña Carolina Tohá que si no la conocieran, su discurso se confunde con los de RN e incluso de la UDI, siendo que ella es del minúsculo partido PPD, que cuenta con 27.036 militantes, mientras que el PC cuenta con 44.973.

Tohá ha hecho gala de un anticomunismo propio de la era Pinochet y lo refleja en esta frase»:

 «No soy partidaria de que el Partido Comunista gobierne el país»

Así, ha llamado la atención como el anticomunismo propio de la Guerra Fría ha florecido con una fuerza insospechada.

Más aún, a ratos la prensa jugaba al ritmo de Dios sabe quien, porque centró la batería de preguntas en la candidata PC, la ex ministra Jeanette Jara, a quien de manera majadera le preguntaban sobre Cuba, como si fuera la candidata para ese país, faltó que le preguntaran si era partidaria de revivir la Union Soviética.

La explicación de un historiador

En este contexto es interesante lo que plantea, el investigador del Centro de Investigación y Documentación (CIDOC) de la Universidad Finis Terrae, Marcelo Casals, quien plantea que «el anticomunismo no es solo odio, sino que también la defensa de un determinado orden social».

Hay que entender que el anticomunismo no es una esencia, no es algo que esté ahí inmutable -sostiene Casals-, sino que responde a las necesidades de cada momento y las fuerzas que se identifican como tal van cambiando.

«Entonces, por eso es que es posible entender que ante debidas circunstancias, debidos contextos, hubo fuerzas de izquierdas que también podríamos denominar como anticomunistas. Por ejemplo, en el período del gobierno de Gabriel González Videla y la formulación de la ley de defensa permanente de la democracia, donde hubo fracciones significativas del Partido Socialista que apoyaron esta ley» explica el investigador.

«Al mismo tiempo, hubo altos dirigentes del Partido Socialista que participaron de organismos civiles anticomunistas como la Acción Chilena Anticomunista (ACHA). Esas fuerzas, por supuesto, que buscaban de manera abierta y explícita la exclusión del PC del sistema político, incluso con agresiones físicas como en el caso de ACHA» sostiene.

 

 

 

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