Una mañana temprano, mientras revisaba a una paciente dormida en el Centro de Medicina del Sueño, el Dr. Erik St. Louis observó algo particular. La paciente, una mujer de unos 60 años, había empezado a correr debajo de las sábanas. A media que sus párpados se agitaban, las piernas se pusieron en marcha, lentamente al principio, pero luego aceleraron rápidamente el paso, lo que la impulsó a lo largo de un camino que solo ella podía ver. Después de correr durante aproximadamente 30 segundos, se detuvo bruscamente y abrió los ojos. No era el comportamiento que el Dr. St. Louis esperaba de una persona con apnea del sueño.
Más tarde, cuando se reunió con ella en su consultorio, le preguntó qué había pasado. «Bueno, a veces tengo estos sueños locos», respondió ella. «Soñaba que me perseguían dos hombres. Pude ver un automóvil que me ayudaría a escapar; pude ver las luces traseras y que se alejaba lentamente, de modo que corrí cada vez más rápido para alcanzarlo. Al final, cuando estaba a punto de subir al automóvil, me desperté».
El Dr. St. Louis, neurólogo y médico especialista en medicina del sueño de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, había escuchado innumerables veces distintas versiones de la misma historia. Actuar los sueños mientras se duerme es la principal manifestación del trastorno de conducta del sueño MOR (movimientos oculares rápidos), una parasomnia que él y sus colegas de Mayo Clinic tratan desde hace décadas.
Han descubierto que, además de la posibilidad de causar lesiones a los pacientes y a sus parejas de cama, este trastorno podría ser una señal temprana de enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Parkinson.
Si bien se cree que afecta solo al 1 por ciento de la población general, el trastorno de conducta del sueño MOR es lo suficientemente frecuente como para que el Dr. St. Louis a veces lo identifique mientras evalúa a un paciente por otra afección del sueño más común.
«Puede ser completamente inesperado y una revelación tanto para el paciente como para mí», afirma.
Un equipo de investigadores del sueño de Mayo Clinic está ayudando a liderar un trabajo ambicioso para reunir tantos datos como sea posible sobre el trastorno de conducta del sueño MOR.
«El objetivo final es entender los antecedentes naturales del trastorno lo suficientemente bien como para que podamos hacer un ensayo sobre un tratamiento neuroprotector con un medicamento o una intervención que pueda prevenir la enfermedad de Parkinson o la demencia en el futuro», explica el Dr. St. Louis.
En el trastorno de conducta del sueño MOR, el cerebro realiza ciclos de sueño MOR muchas veces durante la noche; cada ciclo se vuelve cada vez más largo hasta que, por la mañana, suman aproximadamente una cuarta parte del sueño nocturno. Durante el sueño MOR, los ojos se mueven rápidamente debajo de los párpados, los sueños se vuelven más vívidos e intensos y la mayoría de los músculos se paralizan.
«En un sentido evolutivo, esa parálisis es algo bueno. De lo contrario, cada vez que soñamos que nos persigue un tigre saltaríamos de la cama y correríamos por el pasillo, lo que ciertamente no sería saludable», afirma el Licenciado en Medicina y Cirugía Michael Silber, neurólogo y médico especialista en medicina del sueño de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota.
Sin embargo, los pacientes con trastorno de conducta del sueño MOR pierden esa parálisis y, por lo tanto, parecen actuar sus sueños. Como resultado, pueden pasarse la noche cantando, gritando, vociferando, dando golpes, saltando, pateando y agitando los brazos, y sufrir heridas y provocar heridas en otros, a veces graves.
Estos extraños episodios de actuación de los sueños no se reconocieron como un trastorno médico hasta 1986.
Más de una década después, el Dr. Silber, junto con el Dr. Bradley Boeve, neurólogo de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, la Dra. Tanis Ferman, neuropsicóloga de Mayo Clinic en Jacksonville, Florida, y otros colegas publicaron una serie de estudios que demostraron que el trastorno de conducta del sueño MOR puede ser más que una simple molestia nocturna. El equipo descubrió que aproximadamente entre el 50 por ciento y el 80 por ciento de las personas con este trastorno del sueño desarrollan un trastorno neurodegenerativo, en particular uno en el que se acumulan depósitos anormales de una proteína llamada alfa-sinucleína en el cerebro.
Las sinucleinopatías, como se conocen estos trastornos, incluyen la enfermedad de Parkinson, la demencia con cuerpos de Lewy y la atrofia multisistémica. Los cúmulos tóxicos de alfa-sinucleína parecen dañar partes del tronco cerebral encargadas de inmovilizar los músculos mientras dormimos antes de pasar a otras regiones que controlan actividades diurnas más manifiestas.
«Nuestro trabajo ha demostrado que el trastorno de conducta del sueño MOR se desarrolla años y a menudo décadas antes del desarrollo del parkinsonismo o de la discapacidad cognitiva», explica la Dra. Ferman. «El trastorno de conducta del sueño MOR proporciona una posible vía para la detección temprana de las sinucleinopatías y para futuros tratamientos que se dirijan específicamente a las proteínas responsables de la neurodegeneración».
Lamentablemente, los investigadores aún no han descubierto una intervención que pueda alterar por completo la trayectoria de los pacientes destinados a desarrollar Parkinson o un trastorno neurodegenerativo similar. Esto presenta un dilema ético, explica el Dr. Silber.
«¿Debemos informar a nuestros pacientes lo que podría suceder en el futuro, cuando no podemos hacer nada para evitar que suceda?», dice.
Recientemente, el equipo de investigación de Mayo Clinic realizó una encuesta a 113 pacientes con trastorno de conducta del sueño MOR para conocer su opinión. Más del 90 por ciento de los encuestados expresaron que les gustaría saber si tienen algún riesgo. Los pacientes consideraban que esta información pronóstica era importante para hablar con sus familiares y amigos y podía ayudarlos a planificar el futuro.
Sin embargo, cuando los investigadores les preguntaron qué sentían con esa información, un alto porcentaje de pacientes expresó que les causaba aflicción y ansiedad.
«Debemos gestionar esa ansiedad», afirma el Dr. Silber. «Paso mucho tiempo brindando asesoramiento a los pacientes, diciéndoles ‘no permitan que esto controle su vida‘».
Pueden pasar muchos años o incluso décadas antes de que se manifieste una enfermedad neurodegenerativa, y de ninguna manera todos los pacientes con trastorno de conducta del sueño MOR desarrollarán una a lo largo de su vida. También señala que si los pacientes saben que tienen riesgo, pueden participar en investigaciones clínicas, una opción que podrían no haber tenido si hubieran estado desinformados.
Los investigadores de Mayo esperan desarrollar más opciones para ofrecer a los pacientes en el futuro y evitar que la neurodegeneración avance. Una de las vías que están explorando son los dispositivos bioelectrónicos, un tipo de dispositivo médico que utiliza señales electrónicas para tratar o diagnosticar enfermedades. Por ejemplo, la estimulación magnética transcraneal, un tratamiento no invasivo de estimulación cerebral que aprovecha los pulsos magnéticos para estimular las células nerviosas del cerebro, es actualmente un tratamiento estándar para la depresión.
La Dra. Maria Lapid, psiquiatra de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, evalúa si la estimulación magnética transcraneal puede aliviar el deterioro cognitivo leve. El Dr. Boeve cree que un enfoque similar podría aplicarse a las sinucleinopatías.
Del mismo modo, al Dr. Boeve le gustaría ver dispositivos bioelectrónicos que pudieran controlar y diagnosticar el trastorno de conducta del sueño MOR mientras los pacientes actúan sus sueños en la comodidad de sus hogares.
«Es un trastorno difícil de diagnosticar», afirma, «porque si uno no sabe lo que busca, no lo detecta».
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