La grave crisis migratoria provocada por el éxodo de millones de venezolanos que huyeron del régimen de Maduro y luego de la infausta invitación que hiciera en Cúcuta el expresidenete Piñera le ha pasado la cuenta no solo a Chile sino que al Perú que literalmente se han visto «invadidos» por oleadas de millares de venezolanos, la situación se ha puesto crítica en Chile donde se ha comprobado que bandas criminales venezolanas han estado operando y ha generado un silenciado movimiento antiinmgración en sectores populares en Chile donde a diario se enfrentan a estos ciudadanos caribeños. En este contexto y tras la comprobada participación de venezolanos en el asesinato de carabineros, muchos simplemente quieren volver a su país de origen y se ha desplazado hasta Arica para tratar de cruzar a Perú y -algunos- intentar llegar a Venezuela, así hace ya 16 días se están concentrando en la frontera entre ambos países y se ha dado una suerte de escalada violentista por parte de venezolanos desesperados y peruanos que los rechazan a pedradas.
Por su parte el régimen de Venezuela en la máxima expresión de la patudez exige condiciones para tomar parte en la repatriación de sus ciudadanos que ha dejado a su suerte, y ahora los curas (obispos de la Conferencia Episcopal del Perú) exigen soluciones pero ningúno –ni Venezuela, ni la Iglesia- son capaces de ofrecer una ayuda concreta, como por ejemplo facilitar un convento abandonado que pudiera servir de albergue para las familias de inmigrantes que han logrado cruzar a Tacna, y decimos conventos abandonados porque la Iglesia peruana, inmensamente rica en propiedades, está famélica de novicios y seminaristas y muchos recintos religiosos están vacíos. Pero como es tan fácil «predicar» desde el púlpido vienen con esta exigencia que seguramente será copiada por los mitrados de Chile que han estado silentes.
La declaración de la Conferencia Episcopal del Perú dice:
A las autoridades del Perú y Chile
A los agentes pastorales y personas de buena voluntad,
que habitan en la frontera entre Perú y Chile y a la sociedad en general:
Los Obispos de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana vemos con honda preocupación la crisis que se ha originado con los migrantes venezolanos en la frontera de Perú y Chile. Por eso, como Pastores del Pueblo de Dios nos dirigimos a las autoridades de Perú y Chile, a los migrantes, a los agentes pastorales y a la sociedad en general para expresar lo siguiente:
- Como Iglesia nos corresponde velar y defender la vida y la dignidad de todo ser humano, sin excepción de nacionalidad, sexo, credo o status social. La persona humana posee una dignidad inviolable, que le es intrínseca por ser creado a imagen y semejanza de Dios. Esta dignidad es sagrada y debe ser respetada y defendida en toda circunstancia. En este sentido, invocamos a las fuerzas del orden a que, en su legítimo derecho y responsabilidad de velar por la seguridad nacional, actúen con humanismo y profesionalismo, respetando en todo momento la dignidad de los migrantes, más aún si se trata de niños, ancianos y mujeres.
- Asimismo, invocamos a los migrantes a evitar actos violentos y provocaciones que causen la reacción de más violencia por otras personas incluidas las fuerzas del orden. La violencia no se puede tolerar venga de donde venga.
- Comprendemos que los migrantes venezolanos se ven forzados a salir masivamente de su patria, debido a la situación política que lamentablemente impera en su país. Esto conduce a que todo Gobierno en el mundo, y en especial las naciones hermanas de América Latina, actúen con rectitud y legalidad en su trato para con estos hermanos, respetando sus derechos, pero también las normas migratorias de los países y la seguridad de las fronteras para mantener el clima de paz entre las naciones.
- Pedimos a las autoridades de Perú y Chile realizar los esfuerzos necesarios, con acciones eficaces que conlleven a resolver esta difícil crisis migratoria; asimismo, de manera urgente, ofrecer ayuda humanitaria como paliativo a las necesidades de los migrantes.
- Nuestro reconocimiento y gratitud a nuestros hermanos Obispos de las Diócesis del Perú (Diócesis de Tacna y Moquegua) y de Chile, así como a las congregaciones religiosas por las acciones solidarias que vienen realizando; también invocamos a los agentes pastorales y personas de buena voluntad a hacer gestos humanitarios para atender las necesidades prioritarias de los hermanos migrantes, especialmente de niños y mujeres.