Febrero en Chile habitualmente es sinónimo de vacaciones. Pero este  año amenaza con ser un febrero ardiente, atiborrado de sucesivas crisis.  ¿Se pudieron prever? ¿Cómo manejarlas? ¿Estamos haciendo lo básico para resolverlas?

El arte (porque es un verdadero arte) de gobernar exige disponer del mejor diagnóstico posible de la realidad.  Solo en esa medida se pueden adoptar cursos de acción que se anticipen a los hechos.  No hacerlo lleva a estar siempre reaccionando ante crisis que estallan una tras otra, se pierde la iniciativa y se pasa a apagar con mayor o menor éxito, los incendios que van estallando sucesivamente.  Es la realidad de las ultimas semanas: Temucuicui, Colchane, ahora Panguipulli.  Diversas crisis, algunas de larga incubación, pero todas hermanadas por la improvisación en su manejo, unida a la tardanza y a veces la ausencia de las autoridades. 

¿Que pasa en Chile?  ¿Cuáles son los ejes de nuestro proceso político y social?  Estos son casi evidentes y obvios.  El país vivió un estallido social a fines del 2019 que reveló una enorme disconformidad de la mayoría, aún no se procesaba cuando irrumpió la pandemia con su correspondiente cuarentena.  De eso hace mas de un año.  El plebiscito de octubre, con un categórico resultado, mostró que la mayoría de los chilenos queremos un cambio, por un camino institucional, pacífico pero profundo, que siente las bases de un Chile mas justo.   

La pandemia trajo una recesión brutal.  No siempre reaccionamos con prontitud y menos con anticipación al empobrecimiento súbito de muchos.  Políticas erradas (¿alguien se acuerda del interminable reparto de cajas de alimentos?) unidas a la soberbia del ex ministro Mañalich (“lo tenemos todo planificado desde enero”). Miedo al contagio y a la pobreza.  Esa es la realidad de millones de chilenos.  El plebiscito abrió un camino de respuesta a la protesta social, pero su primer efecto fue acelerar la carrera presidencial y la pugna entre los partidos políticos.  Quizás lo que menos esperaba el 80% de los que votaron por el Apruebo.   Por su parte, la Moneda prosiguió con su autismo triunfalista mientras empezaba a vaciarse de funcionarios altos y medios. 

Chile vive una realidad donde los ejes principales son la pandemia, la necesidad de reactivar la economía y los procesos electorales, confundidos estos últimos entre las campañas de los constituyentes, los destapes y primarias presidenciales que se expresaran en una hemorragia de elecciones este año.  Todo esto con el sustrato de malestar social y de una alta desconfianza en las autoridades y la institucionalidad en general.

No todo es un desastre, la campaña de vacunación, de desplegarse conforme lo que se ha prometido, aliviaría sensiblemente la crisis de la pandemia con todos sus efectos.  Bien por ello.  Pero ojo, no es el único problema ni el único objetivo en esta desafiante realidad.  Un experimentado aviador me comentó hace poco: “el piloto de combate debe mirar en 360 grados, de lo contrario será derribado”.  La propaganda oficialista y sus agotadores puntos de prensa destacaron una buena cosa, la vacunación, pero no vio lo obvio: que la migración es un drama multitudinario en todo el continente, que la Araucanía requiere de una primera prioridad, que la pobreza puede dar paso a la rabia y la frustración.  Tan es así, que como si estuviésemos en un febrero normal, los directivos gubernamentales se van tranquilamente de vacaciones.  Lo que contrasta con el día a día de una amplia mayoría de chilenos que tiene limitada su libertad de movimiento, y además, carece de dinero si pudiese moverse.

Gobernar no es salir en la tele.  Tomar medidas, va mucho mas allá de amenazar con “querellas contra quien resulte responsable”.  Tener liderazgo no es sinónimo de hablar enojado. Como en otro plano, mostrar tatuajes, andar en moto, disfrazarse de comic, no son suficientes como plataforma electoral o programática.  Todo ello aumenta la distancia y la desconfianza en las elites.  Y de la desconfianza se puede transitar muy rápido a la frustración y de allí a la bronca hay muy poco espacio.

Estos días también han mostrado cosas muy buenas: como aperra el personal de la salud, bien por ellos¡  Y con nombre y apellido, el alcalde de Colchane, Javier García Choque, que muestra humanidad, liderazgo y pro actividad.  No solo en estos difíciles días, el año pasado encabezó la ayuda humanitaria a centenares de ciudadanos bolivianos atrapados por la pandemia en nuestro país, pero que el entonces gobierno de Jeannine Añez no los dejaba volver a sus hogares.  No sé de que partido es el señor alcalde, no me importa, solo sé que hace la pega.  Mis respetos.  Por cierto, no pidió vacaciones estos días ni anda haciendo campaña como lo acusó un ministro subrogante desde su escritorio en Santiago.  Chile necesita mas funcionarios con el espíritu y las ganas del alcalde García.

Panguipulli muestra como una sola chispa puede incendiar una comunidad.  En este caso fue más que eso, fue la vida de un artista callejero.  Cuesta pensar que peligro tan grave representaba con sus rutinas en la esquina, también cuesta pensar si la policía no tiene otro recurso que amenazar con armas y usarlas.  Condenable la destrucción posterior.  Inexplicable el silencio de las autoridades políticas en los primeros momentos.  Al igual que en Temucuicui, se deja a la policía enfrentar sola la crisis.  De nuevo un grave problema de seguridad, en una zona donde con bombos y platillos hace meses se anunció el nombramiento de un funcionario inexperto como Coordinador de Seguridad de la Macro Zona Sur.  En el caso del allanamiento a la comunidad y la muerte de un detective, dicho funcionario guardó silencio profundo.  Ahora hizo lo mismo: estaba de vacaciones.  Como dijimos, gobernar no es salir en la tele. 

¿Que hacer?   Cuidar a Chile, cuidar a los chilenos.  Cuidar nuestra casa.  Urge un llamado a la paz de los espíritus.  A reafirmar el espíritu del plebiscito.  Tarea de las autoridades, mas allá de la Moneda, que cada día se va quedando con menos fuerza.  Congreso y Poder Judicial para empezar, reafirmando la necesidad de construir entre todos una salida institucional a la disconformidad, y al mismo tiempo, diseñar una estrategia urgente de reanimación económica, con esfuerzos públicos y privados, en la Región Metropolitana y también en las regiones.  En Santiago y en la Araucania, en las zonas fronterizas, donde literalmente se hace Patria. 

Chile no limita con Venezuela, si migrantes llegan por vía terrestre desde allá, significa que los dejaron pasar en otros países.  La migración es un desafío global y regional.  Se debe enfrentar con cooperación internacional.  ¿Porque la Cancillería no coloca este tema en la Alianza del Pacifico? (los migrantes pasan justo por los países integrantes).  ¿Por qué no tratamos el tema en las reuniones de Mercosur Ampliado?  Nuevamente se busca lo inmediato, lo mostrable en la tele: arrendar aviones para deportar algunos pocos centenares.  ¿Sera la solución?  Falta de prevención, escasez de análisis.  ¿Por qué no se pide ayuda a las agencias especializadas de ONU? Como la Organización Internacional de Migraciones, o el Programa Mundial de Alimentos.

Llama la atención cómo pueden estar las autoridades en vacaciones por lo que la Máxima autoridad, debiera decretar la cancelación inmediata de las vacaciones de ministros, subsecretarios, directores generales, embajadores, intendentes, etc.  Acuartelamiento grado uno.  Chile lo necesita.

Viene marzo, la mayoría ya no tendrá el segundo 10% en el bolsillo.  Ojala el ardiente febrero no se propague al inicio real del año.

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