Con 72 años, el ambientalista Douglas Tompkins falleció esta tarde. Dueño de cientos de miles de hectáreas en Chile y la Argentina. Filántropo y fundador de las marcas de ropa North Face, y Esprit. Tompkins se accidentó hoy mientras practicaba kayakismo con un grupo de personas en el Sur de Chile, uno de sus lugares en el mundo.
Tompkins fue trasladado al Hospital Regional de Coyhaique, después del accidente con un cuadro severo de hipotermia de 19°C, y el equipo médico estabilizó su estado elevando su temperatura a 22°C, buscando llegar a los 35°C. Sin embargo, el ecologista se mantuvo grave durante toda la jornada. Las primeras versiones daban su estado como reservado, pero por la tarde se confirmó su muerte a través de la cuenta de Twitter del diputado Jorge Tarud. El accidente tuvo lugar en las aguas del lago General Carrera, Región de Aysén, donde Tompkins se instalaba todos los veranos.
Un hombre determinante y de convicciones profundas, Tompkins conoció la zona de la Patagonia en los años ’60. Más tarde fundó la marca de ropa Outdoor North Face y junto a su primer esposa fundan la marca Esprit. Ese fue el origen de su fortuna.
En los años ’80, luego de enriquecerse como empresario aventurero, decide desprenderse de sus negocios y comienza a comprar tierras para crear áreas de conservación natural. De este modo llega a la Patagonia. Compra tierras primero en Chile y luego en la Argentina. Y en ninguno de los dos países estuvo ajeno a polémicas.
En el año 2006, entonces Secretario de Tierra y Vivienda del kirchnerismo, Luis Delía, lo señaló como “dueño del agua de los argentinos y del acuífero guaraní” y pide que lo expulsen. Pero Tompkins siguió adelante con sus proyectos de donación de tierras. Concretó la cesión para la creación del Parque Nacional Monte León y se lanzó a la ambiciosa cruzada de convertir los Esteros del Iberá en un área apta para el turismo. De hecho, actualmente en sus campos del Iberá se lleva a cabo una de las tareas de recuperación de especies más grandes del mundo.
En tanto en Chile, accedió a abrir a los visitantes algunos de esos terrenos, como el parque Pumalín, aunque poniendo sus condiciones que estos no sean usados para fines distintos a la conservación de sus ecosistemas, mientras son administrados por una Fundación que creó expresamente para ello.