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Por: René Leiva Villagra,General de Brigada en retiro, especialista en Inteligencia y Guerra Electrónica, Profesor de Tecnología Militar y Ciberguerra y es investigador asociado al Instituto Geopolítico de Chile.

No golpees si es honorablemente posible evitar hacerlo, pero nunca golpees suave” – Theodore Roosevelt.

La expresión “todos los caminos conducen a Roma” nos habla de la época del Imperio Romano, donde la proyección de las fuerzas militares que avanzaban conquistando y conformando el Imperio, lo hacían dejando atrás una estela de caminos que iban construyendo en la medida de sus avances y victorias. Los caminos conducían a Roma porque ahí estaba la base de la logística, de la generación de tropas y pertrechos y a donde debía confluir la gloria alcanzada por sus orbes, falanges y cuñas. Roma se había convertido en el centro del Imperio.

Al analizar algunas de las distintas situaciones de conflicto armado que se están viviendo en el mundo, hay un factor común que aparece varios de ellos, que es el apoyo de Irán a distintos casos. Así Irán registra corrientes de ayuda a Rusia en la guerra con Ucrania, ha sido apuntado por su soporte económico y logístico a Hamás y Hezbolá, como también a los Hutíes. Ni qué hablar de su confrontación con Israel, como un factor complejo de desestabilización en Medio Oriente. Irán va más allá y podríamos identificar también presencia de líneas de ayuda e influencia de Irán en Sudamérica, que hay que mirar con atención. Así presentado este cuadro, en la estela que van dejando los apoyos de Irán a diversas partes en conflicto, en una analogía de “todos los caminos conducen a Roma” aparece un nuevo: “todos los caminos conducen a Teherán”.

En agosto del 2024, una columna escrita por Kroenig y Negrea avizoraban  tempranamente de algo que ya se estaba consolidando como un factor de desestabilización que excedía lo regional y pasaba a transformarse en un elemento de preocupación global. Había una mirada displicente del poder mundial hacia los constantes pasos de Irán a lograr contar con una potencialidad nuclear. Pero en ello había una diferencia abismal en lo que se colegía que se quería alcanzar, pues tal y como criticaban y alertaban Kroenig y Negrea  “existe una gran diferencia entre operar reactores para un programa nuclear pacífico y producir combustible nuclear. La producción de combustible nuclear tiene un doble uso. Una vez que un país puede producir combustible para un reactor, puede producir combustible para armas”.

Llegar a contar con una potencialidad militar nuclear genera un tremendo cambio en el equilibrio estratégico. La estrategia directa, enunciada y explicada por Beaufré, considera precisamente en su descripción, que pese a que se pueda actuar con un agresor de medios muy potentes, la libertad de acción se ve acotada por la existencia de un arma atómica. 

La capacidad nuclear viene a desequilibrar enormemente el poder de batalla tanto como el diseño de solución mediante una maniobra. Surgen otros modos, modelos y fines, aportando una cuña disruptiva a los efectos a lograr.

Entonces, los pasos de cercanía de Irán para alcanzar una capacidad de fabricación de un poderío militar nuclear, hacen que el problema estratégico, avanzando dentro de la bruma que Clausewitz nos describía, se torne aún más densa y difícil de penetrar. Complejiza aún más este escenario la presencia de elementos asimilables a lo que hoy es conocido como operaciones multidominio (abreviado en inglés como MDO). En lo que es parte buscar soluciones a problemas estratégicos, las MDO buscan desarticular los elementos de poder del adversario, mientras proveen de resiliencia al sistema propio en todas sus dimensiones, parcialmente o completamente (difícil de lograr).

También podríamos identificar en la confrontación de las dos T (Teherán y Tel Aviv) elementos propios de la  guerra asimétrica, como un medio con que fuerzas militares inferiores ganan ventaja sobre oponentes más poderosos, o al menos con más recursos. Términos como “no tradicional” o “no convencional” son también utilizados a la hora de definir la guerra asimétrica porque en ésta se emplean métodos que no encajan con las imágenes más extendidas de la guerra. También puede ser entendido como guerra asimétrica el uso de nueva tecnología con que una fuerza militar superior busca derrotar a otra fuerza militar inferior. Todos estos elementos podrían combinarse para conseguir una completa definición, pero tal vez lo más relevante es que lo asimétrico abarcaría todo aquello que altera el campo de batalla de tal manera que se niega la ventaja al oponente.

Las fuerzas convencionales, al ser enfrentadas a este tipo de conflicto asimétrico, requieren necesariamente una reconfiguración de sus estructuras, procedimientos, entrenamiento e incluso equipamiento. Por lógica ese tipo de fuerzas estarán conformadas para actuar contra ejércitos de características similares, regulares y convencionales. Al ser el escenario enrarecido por un accionar de medios opositores que agreden desde una dimensión distinta, una fuerza convencional (por ejemplo la nuclear), por grande que sea, podrá hacer poco o nada ante ello.

Al contrastar las actitudes estratégicas de Irán e Israel, con el factor disruptivo que significaría la potencial situación que ambos llegaran a contar con capacidad nuclear (se asume que Israel ya la tiene), teniendo a la vista  la teoría de la disuasión, en alguna medida pareciera que volvemos al fundamento de las relaciones y estrategias que dieron forma a la concepción de la amenaza mutua, presente en la Guerra Fría. En ello, en esencia se está frente a  una capacidad de represalia creíble que puede impedir que los adversarios ataquen, ya que saben que si lo hacen, serán destruidos. Si tenemos presente a Howard (Howard, 1982) y su definición de la estrategia de la disuasión, nos dice que es el intento de persuadir a un adversario a través de la amenaza de una represión, implicando que los costes (para el agresor) de utilizar la fuerza militar para resolver un conflicto político sobrepasarán los beneficios que pudieran obtenerse.

Estamos en presencia del surgimiento  de amenazas evolutivas, que se desenvuelven en los diferentes dominios y ambientes,  presentando campos de batalla muy diversos y dinámicos. Con ello, mientras se caminaba en busca de capacidades de acción hacia los cinco dominios actuales y aceptados del campo de batalla (terrestre, naval, aérea, aeroespacial y ciberespacio), ya se está en presencia de nuevos ambientes que estamos reconociendo como parte de esa batalla futura, donde cual teoría de Darwin, la victoria no necesariamente estará en la espada del más grande, sino del que sepa adaptarse y evolucionar al nuevo entorno estratégico.

El ataque de Israel a Teherán, se basó en  la llamada Operación León Naciente, que contempló acciones de destrucción o neutralización sobre instalaciones nucleares y otros objetivos militares iraníes. En ella habrían muerto figuras clave de las Fuerzas Armadas de Irán y científicos destacados de su programa nuclear (BBC News Mundo, 13 JUN 2025). El uso del poder aéreo israelí, en la primera fase fue caracterizado por  una masiva oleada basada en aviones de combate y de drones que había introducido previamente de contrabando en la república islámica (Los Angeles Times, 13 Junio 2025). 

Ambos países sin contacto terrestre, levantaron en alto el pensamiento de Giulio Douhet “Como las armas antiaéreas son limitadas en distancia y no lo suficientemente efectivas, para que sean de algún valor, se tendrán que usar en gran número; y como cada país tiene muchos centros vitales que defender, aún una protección parcial de ellos requeriría una enorme cantidad de armas de este tipo”. (Douhet, 1921)

Previo a esto, Israel, había dado varias luces previas, como señales de acción. Jerusalem Post, del 12 de Junio del 2025, en su versión digital nos alertaba con un destacado titular que decía “Israel considera atacar a Irán en los próximos días sin el apoyo de EE.UU.”, lo que finalmente se concretó en el ataque aéreo de Israel a infraestructura bélica crítica en Irán. También Los Angeles Times había publicado que Israel amenazó durante mucho tiempo con perpetrar dicho ataque, y sucesivos gobiernos estadounidenses habían tratado de prevenirlo, temiendo que encendiera un conflicto más amplio en todo Oriente Medio y que fuera ineficaz para destruir el programa nuclear de Irán.

La respuesta iraní no se hizo esperar y en la noche del viernes 13 JUN 2025, la agencia de noticias oficial iraní IRNA informaba que  «hace unos momentos, con el lanzamiento de decenas de misiles balísticos de diversa índole hacia los territorios ocupados, ha comenzado la operación de respuesta decisiva”.

Israel, por su parte, respondió como era previsible, teniendo a la vista lo que define la doctrina de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la que a nivel estratégico es defensiva, mientras que sus tácticas son ofensivas. 

En lo publicado por Los Angeles Time, el 13 de Junio 2025 (Gambrell, Lidman y Frankel, 2025) citó a funcionarios israelíes que describieron el ataque como necesario para evitar una amenaza inminente de que Irán construyera bombas nucleares. Irán sostenía en ello  que su programa nuclear era sólo para fines civiles.

Surge acá un tema ya recurrente en el conflicto armado contemporáneo, que es la diferencia entre lo preemptivo y lo preventivo. Resaltando el análisis “Análisis de la Guerra Preventiva como herramienta de resolución de conflictos en el derecho internacional público” (Acuña Diaz, 2007), nos indica que “los ataques preemptivos están basados en la creencia de que el adversario está a punto de atacar, y que atacar primero a ese adversario será mejor que permitir que el enemigo lo haga antes. El ataque preemptivo puede ser atractivo porque promete hacer la diferencia entre la victoria o la derrota, o porque hará al consiguiente conflicto menos dañino que el que podría ser si el enemigo atacara primero. Los ataques preemptivos ocurren muy raras veces, no obstante que la posibilidad de este tipo de ataques fueron la principal preocupación de los estrategas nucleares durante la Guerra Fría; el ejemplo más arquetípico y reciente de esto lo fue el ataque por parte de Israel contra Egipto en 1967, ataque que dio inicio a la Guerra de los Seis Días”.

“El ataque preemptivo es aquel que es lanzado basado en la expectativa de que el adversario está a punto de atacar y que el resultado de atacar primero será mucho mejor que el ser atacado”.

Otra forma de referirse a lo preemptivo corresponde a las intervenciones militares cautelares (UNAM, 2007)

Sigue Acuña ahora con lo propio de lo preventivo y aporta que “los ataques preventivos son lanzados en respuesta a amenazas menos inmediatas. El ataque preventivo está motivado no por el deseo de dar el primer golpe en vez de responder a un ataque, sino por el deseo de luchar antes en vez de más tarde, cuando las amenazas sean más inminentes. Esto sucede porque se espera que el balance de las capacidades militares cambie a favor del enemigo, debido a diferentes rangos de movilización o armamento, o por la posibilidad de que el oponente adquirirá o desarrollará una poderosa y nueva capacidad tanto ofensiva como defensiva. La incursión israelí de 1981 en contra de las instalaciones del programa nuclear en Osirak, 2 Irak, es un perfecto ejemplo de un ataque preventivo”. 

En lo que estamos viviendo a esta fecha entre Israel e Irán, en  La confrontación de las dos T (Teherán y Tel Aviv), queda claro que la Operación León Naciente, desarrollada por Israel se basó en una acción definida como preventiva. En esto, las fases propias del conflicto clásico se alteraron, fueron más difusas y no se presentaron con un escalamiento de la crisis en segmentos plenamente caracterizados. Sí son identificables acciones y respuestas de ambos bandos, en busca de someter a la contraparte a la dialéctica de las voluntades de una estrategia clásica pero en uso de medios asimétricos y hasta de multidominio.

Sokolovsky (1981) nos ilustra que la historia ha demostrado que los estados o actores no estatales se preparan para el conflicto bélico cuidadosamente, se adelantan a sus enemigos en el despliegue de sus fuerzas armadas y comienzan la agresión mediante un ataque por sorpresa; así ocurrió en la Francia napoleónica, en la Alemania imperial y en la de pre II Guerra Mundial, y Japón con Pearl Harbour. Estos procedimientos les han proporcionado ventajas concretas sobre los estados a los que han atacado. Pareciera que los textos de  Sokolovsky fueron bien leídos en Tel Aviv, sobre todo los capítulos en que se refiere a la confrontación nuclear.

Hay un factor importante que aún debe ser incorporado al entendimiento de la proyección que tendrán los futuros eventos. En la ecuación aun no aparece la acción directa y clara de Rusia y Estados Unidos. 

Los primeros, en la complejidad de la conducción de la guerra con Ucrania y todas las aristas que ello implica, se visualiza que tendrán un grado de libertad de acción muy acotado. Sus futuras intervenciones en el Consejo de Seguridad de la ONU marcarán su línea de actuar, particularmente en lo diplomático.

Estados Unidos de América, al haber dilucidado que había un ataque inminente de parte de Israel ya había definido su estrategia de acción. Por una parte buscar desmarcarse de un eventual involucramiento en apoyo directo y abierto a Israel, definiendo que fue una acción unilateral y por otra, advirtió a Irán de abstenerse de tomar como objetivos intereses estadounidenses (Rubio, 2025). Pero la real preocupación acá es traer algún grado de estabilidad a Medio Oriente y contener la carrera nuclear iraní, ya bastante avanzada.

China, con grandes inversiones y proyectos en Israel, junto a sus exitosos logros de buenos oficios en la reconciliación de Irán y Arabia Saudita, podría transformarse en un insospechado mediador, aumentando su nivel de influencia en el área, inclinando el pivote estratégico y diplomático a su favor, si es exitoso en ello.

Hezbollah, en el desgaste de su cúpula, la pérdida de su fluido pasadizo de ayuda terrestre vía Siria, el compromiso de Joseph Aoun de degradar la capacidad militar de Hezbollah, hacen que este último vea reducido enormemente su eventual rol como actor en la articulación de la respuesta iraní.

Hamás también queda con un nivel de influencia minimizado y acotado a Gaza. De lo que queda en la región, quizás los temibles y belicosos hutíes desde Yemen, puedan seguir manteniendo acción de provocación o distracción, con sus clásicos incursiones con drones o cohetería de largo alcance.

Ya muchas cartas han sido jugadas en este escenario, en lo que Israel maniobró ágilmente preparando la necesaria libertad de acción para la ofensiva sobre Irán. El tablero de ajedrez se articuló para dejar los frentes secundarios contenidos, sino controlados, para de ello centrar los golpes certeros que se requerían para la neutralización o destrucción de la presumida capacidad nuclear de Irán. Algo de la defensa Pirc es identificable en la maniobra de Israel, donde se estabilizaron los puntos laterales, se bajó intensidad inicialmente en el centro, para luego atacarlo.

Reflexiones finales

El uso previo, paralelo o concurrente de medios no tan tradicionales del medio aéreo como drones, UAV merodeadores, “loitering munitions”, misiles balísticos, cohetería de gran alcance, entre otros, son elementos que nos demuestran como las amenazas evolucionan, son creativas en buscar nuevas formas de agresión y por sobre todo, orientan su actuar a generar desequilibrios estratégicos de manera célere, con el mínimo indispensable de recursos y evadiendo la contra reacción del agredido, normalmente apostando más a la saturación o empleo masivo que a la precisión. 

Para la estrategia de estos tiempos, habiendo podido detectar y confirmar a tiempo la amenaza, alistado oportunamente los medios de respuesta a ella, teniendo definido el punto y momento donde actuar, debe existir la voluntad política de entregar al conductor militar la decisión de operar preventiva e incluso preemptivamente, en especial en escenarios de mayor incertidumbre y de alto peligro de daño a infraestructura crítica. Esperar el primer golpe, solo en la línea de tener una justificación para no aparecer como agresor, puede tener el altísimo costo de enormes bajas y la pérdida de infraestructura crítica de alta potencialidad, más aún hoy con la existencia de armamento de gran precisión y capacidad destructiva.

Si Irán llega a concretar el desarrollo de una potencialidad militar nuclear, necesariamente va a generar un tremendo cambio en el equilibrio estratégico en Medio Oriente. Que Irán no llegue a lograrlo, es un tema visto como de supervivencia para el Estado de Israel. La Operación León Naciente es prueba fehaciente que Israel considera como algo vital lograr la destrucción o neutralización de instalaciones nucleares, donde incluso científicos iranies que estén en la línea de desarrollo de ese programa son ya vistos como objetivos militares, por ende, como eventuales depositarios de operaciones especiales de eliminación.

La incertidumbre de lo que está ocurriendo, la falta de opciones de resolución inmediata del conflicto, la distancia entre las posiciones de los contendores con muy pocos puntos para logro de acercamientos, hacen ver que las acciones bélicas seguirán una línea extensa de acciones y reacciones, con un período más prolongado de lo que hemos visto en las confrontaciones anteriores. 

Habrá impactos en la economía doméstica de las familias. Valores fluctuantes del dólar, aumento de precios de hidrocarburos, incremento de precios del transporte terrestre y aéreo. Este nivel de incertidumbre  podría incrementar los factores de riesgo para una recesión mundial, lo que para nada es bueno para un orbe que aún resiente los efectos del COVID.

Israel, en el diseño de la solución de su problema estratégico, consideró impactar objetivos principalmente militares y algunos determinados como tales, basados en científicos que aportaban al avance tecnológico del proyecto nuclear de Irán. Por su parte Irán, dio una respuesta caracterizada por la masividad de su actuar, vía saturación por fuego, más que por precisión. Surge acá el adagio queLa esencia de la estrategia es elegir qué no hacer”. (Michael Porter). La guerra moderna nos remarca esa expresión. No lo olvidemos.

Bibliografía

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BEAUFRE, André (1965). “Introducción a la Estrategia”, Instituto de Estudios Políticos, Madrid.

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 SOKOLOVSKY, Vasili. “Estrategia Militar Soviética”, Ediciones Ejército, Madrid, 1981, p. 364.

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