Por: Fernando Wilson L., Dr. en Historia, Profesor de la Facultad de Artes Liberales, Universidad Adolfo Ibáñez.
Los recientes eventos en política, a través de la interminable cadena de errores y posibles delitos de la cadena derivada del Caso Convenios, están implicando un fuerte remezón para el sistema político en Chile.
Desde el plebiscito de 1988 la sociedad chilena se acostumbro a operar en un eje maniqueo, donde los “malos” son siempre los de la vereda del frente, quienes encarnan todas las sinvergüenzuras posibles. Obviamente, el lado propio es de pureza virginal y los “casos aislados” de corrupción no reflejan los valores naturales del sector.
Las reformas
Una escena así volvió inviable la conducción del país cuando se combinó con la reforma política de Michelle Bachelet, que fragmentó la composición del Congreso, generando una dinámica de permanente conflicto y guerrilla.
Desde ese momento, todos pasan a adoptar una dinámica de conflicto y exclamar ser los únicos poseedores de la verdad o, como algún ex Ministro lo mencionó, vivir con un nivel de Moral Diferente.
Hoy, cuando ha quedado claro que no existen ángeles en nuestra política, y que todos, jóvenes o viejos, son igual de susceptibles a las tentaciones terrenas, nos encontramos en un escenario de pasmo. ¿Qué hacer? Podemos seguir en el ámbito táctico, celebrando la basura ajena, viviendo de catástrofe en catástrofe y celebrando la ruina ajena, mientras lentamente arruinamos al país (bastante hemos avanzado en ese trágico camino).
Salir del pantano
El desafío ahora es conseguir consensuar caminos para salir del pantano. Ya es claro que no será un Cambio Constitucional, pero la urgencia de la seguridad y crecimiento económico se vuelve acuciante.
Es de esperar que la lapidaria opinión del Consejo Fiscal Autónomo remueva la complacencia de algunos y podamos comenzar a recuperar la conciencia.
Todo parece indicar que ya despertamos con resaca y estamos constatando los destrozos de la mala fiesta que vivimos los últimos años.
Ojalá que nuestra clase política este a la altura, y que tanto oficialismo como oposición y agrupaciones que rondan en torno a ellos tomen verdadera conciencia de los efectos de sus acciones, egoísmos y su actual falta de visión de futuro.
