Las llamadas “filtraciones” involucran a prácticamente todos los partidos políticos chilenos.***
Sin embargo, no involucran al gran empresariado, a corporaciones transnacionales privadas.
Como si éstos sectores no fueran sujetos de control democrático, y su actividad no afectara a la ciudadanía. Tampoco hacen referencia a quienes son dueñas y dueños del sistema bancario y financiero, y del hegemómino sistema de medios de información.
Las “filtraciones” provienen, en su mayoría, de instituciones del Poder Judicial, de la Administración de Justicia, incluídas fiscalías; policías; tribunales; y de los propios partidos políticos.
No necesariamente se trata de primeras fuentes.
La dinámica involucra a diferentes ámbitos y espacios en donde trabajan y operan profesionales y técnicos del mundo de la abogacía. Pero también desde los partidos políticos y desde sus propias orgánicas.
La última línea son medios de información, los cuáles publican y difunden, construyendo versiones de prensa de esos contenidos.
Es más que evidente que esto busca judicializar situaciones, con el objetivo de perseguir; estigmatizar; sobre la base de imponer precedentes desde el espacio de la Administración de Justicia.
La presunción de inocencia y el debido proceso no son asuntos relevantes para estos acontecimientos. Aunque se trata de principios universales de la Administración de Justicia.
Desde el origen mismo de las fuentes primarias, hasta la difusión-publicación de las llamadas “filtraciones”, hay un ejercicio de construcción y direccionalidad que siempre, siempre tiene como objetivo impactar; golpear; afectar negativa o positivamente a determinados sectores; partidos; personas; procesos; instituciones. Esto incluso se da al interior de los partidos, entre personas y militantes que “filtran”.
Las “filtraciones” tienen fuentes, y esas fuentes exigen el anonimato. Pero, no reducen su intención de dar direccionalidad a las “filtraciones”, operando desde el ocultamiento de la identidad, sea personal o institucional. Usan segundas y terceras fuentes, para sostener el anonimato.
Aunque siempre quedan huellas.
Al ser difundidas, o publicadas, intentan, sus fuentes primarias y secundarias, alcanzar una credibilidad que no siempre es real, y no siempre co ayuda en diversos procesos judiciales en curso.
El objetivo es impactar mediáticamente, hacia la ciudadanía.
Hay situaciones y casos, efectivamente, en que sí las “filtraciones” son un aporte sustantivo. En particular, en la actualidad de Chile, cuando se abordan procesos en donde el ocultamiento y la impunidad son comprobables.
Los códigos de ética de diversos colegios de periodistas, en el mundo, refieren a estas situaciones y procedimientos, y formulan sugerencias y propuestas, como lo es el secreto de las fuentes, cuando las circunstancias obligan a ese resguardo para protegerlas incluso de ataque a sus vidas.
Esto ocurrió especialmente en Chile, bajo la dictadura y el totalitarismo que impusieron los grupos político-económicos y mediáticos, en donde practicamente los mismos grupos político-económicos y mediáticos que operan hoy, ejercían su poder casi en forma incontrarestable.
El ocultamiento de violaciones a los derechos humanos; a los abusos de todo tipo; a las acciones antidemocráticas era el método usado. Simplemente no se informaba nada.
Actualmente, en Chile, diversos estudios de rigor comprobado, confirman que la ciudadanía cree que hay una “justicia para ricos, y otra para pobres”; que “no hay igualdad frente a la ley”. También, se incrementa la distancia crítica hacia los partidos políticos y el parlamento.
La ciudadanía, en forma creciente, empieza a observar en forma crítica el comportamiento del sistema de medios de información.
Asistimos a una degradación ética profunda, que daña al ethos de la sociedad chilena.
***Juan Andrés Lagos, es periodista, académico y encargado de comunicaciones del Partido Comunista de Chile