- No todos los dolores musculares son iguales ni se tratan de la misma forma. Conoce las diferencias y cuándo es momento de consultar a un experto.
¿Has sentido un tirón repentino durante un movimiento casual en casa? No te preocupes, a casi todos les ha pasado alguna vez. A menudo se ignoran estas molestias, pero: ¿sabes distinguir cuándo se trata de algo que requiere la atención de un especialista en traumatología? Si quieres cuidar bien de ti y de tu familia, estos datos te resultarán útiles.
¿Qué sucede cuando se desgarra un músculo?
Las fibras musculares se rompen cuando las estiras más allá de su capacidad. ¿Dónde ocurre más habitualmente? Piernas, brazos, espalda y abdomen sufren estos incidentes con mayor frecuencia. Para reconocerlos, debes tener en cuenta lo siguiente:
- El dolor aparece de golpe justo durante el esfuerzo o momentos después.
- La zona se inflama rápidamente tras sentir el dolor inicial.
- En los días posteriores, pueden aparecer marcas moradas o cambios de color en la piel.
Los desgarros varían en intensidad: los leves (grado 1) duelen, pero permiten moverse; los moderados (grado 2) limitan más; mientras que los graves (grado 3) impiden usar el músculo completamente.
¿Deberías acudir a una consulta de traumatología?
Muchas lesiones leves sanan con descanso en casa. Sin embargo, algunas señales indican que necesitas ayuda profesional. ¿Cuáles son?
- El dolor se mantiene insoportable a pesar del reposo y la aplicación de hielo.
- No consigues mover la zona lesionada o no puedes apoyar peso sobre ella.
- Notas una protuberancia o forma inusual que antes no estaba ahí.
- La inflamación o el moretón empeora con el paso de los días en vez de mejorar.
Un traumatólogo evaluará el alcance del daño, quizás mediante una resonancia magnética. Incluso, los casos más serios podrían requerir intervención quirúrgica.
El dolor no lo cuenta todo
¿Un dolor intenso significa siempre un problema grave? No necesariamente. Los desgarros leves pueden doler bastante al principio para luego mejorar rápidamente.
Cada cuerpo reacciona de forma distinta. Tu umbral de dolor puede ser diferente al de otra persona. Por eso, además del dolor, observa si puedes mover el músculo normalmente. ¿Has perdido fuerza o movilidad? Estos indicadores complementan lo que el dolor te dice.
¿Por qué se produce un desgarro?
Conocer las causas te ayudará a evitar futuros episodios dolorosos:
- Sometes el músculo a más tensión de la que puede soportar durante ejercicios intensos.
- Omites el calentamiento previo, dejando los músculos rígidos y susceptibles.
- Realizas movimientos con técnica incorrecta, especialmente al levantar objetos pesados.
¿Sabías que la edad reduce la elasticidad muscular naturalmente? Los deportes con giros bruscos, como fútbol o baloncesto, aumentan el riesgo en pantorrillas y muslos.
Protege tus músculos con estas prácticas
La mayoría de los desgarros pueden prevenirse. Incorpora estos hábitos para lograrlo:
- Dedica tiempo al calentamiento antes de cualquier actividad física.
- Incrementa la intensidad del ejercicio gradualmente, sin forzar al inicio.
- Aprende la técnica correcta para cada movimiento y para levantar pesos.
- Respeta las señales de tu cuerpo: si duele o se cansa, detente y descansa.
Ante la duda, un especialista en traumatología puede ofrecerte el diagnóstico exacto y el tratamiento que necesitas. ¡Empieza a cuidarte hoy, y si ves señales, anótalas!