lunes, marzo 3, 2025

Sobre las elecciones

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Si hay algo que es parte de una realidad indesmentible, es que en Chile existe una volativilidad muy alta en la intención de voto, y en el ejercicio del voto propiamente.

Especialmente en el universo de personas que, desde que el voto es obligatorio, lo hacen de manera regular.

Son bastante más que  cuatro millones, pero esta cantidad puede subir significativamente. Sus rangos etáreos son amplios, al igual que sus condiciones socio-económicas y genéricas.

Porque también existe una alta volativilidad entre quienes vontaban, cuando éste derecho era voluntario.

Los resultados de los dos últimos plebiscitos constitucionales; y las elecciones municipales y de gobernadores y consejeros regionales, así lo muestran.

Este comportamiento viene ya desde tiempo, y  ha sido estudiado por diversas instituciones, especialmente por el PNUD de Naciones Unidas, en Chile, desde la década de los noventa del siglo pasado.

Actitud electoral

Ya esta actitud electoral se había reflejado en procesos en donde las mismas personas, en una y otra elección, votaron por candidaturas de izquierda; centro; derecha; y también por independientes. Cambiando radicalmente su intención y ejercicio electoral.

Según los estudios, estas personas sienten una distancia muy alta en relación a los partidos políticos; al sistema institucional; al parlamento; y acumulan sentimientos y estados de subjetividad marcados por las carencias socio-económicas, especialmente. Viven considerando que las injusticias y las desigualdades marcan sus vidas, y les afectan severamente:

Las listas de espera; las carencias y costos en salud; el acceso a la vivienda; el alto endeudamiento en todos los aspectos; los costos de los préstamos para acceder al sistema financiero; los salarios bajos y desiguales; el alto costo de la vida en general; la inestabilidad en los empleos; las bajas pensiones; los abusos y desigualdades sobre las mujeres, que siguen ocurriendo.

Por cierto, la delincuencia; el crimen organizado; el narcotráfico, es el fenómeno que más temor y rechazo les produce.

Tal vez la más nítida expresión de la volativilidad, fue cómo estas mismas personas votaron en el primer plebiscito (rechazo), y en el segundo (en contra). Las mismas.

Por cierto, en un  país en donde existe una objetiva hiper concentración de medios de comunicación, de oligopolios muy lejos de la pluralidad real del país, este universo de personas también son parte de quienes tienen como necesario punto referencial de sus vidas y emociones, este poder hegemónico en sus expresiones concretas y cotidianas. Incluidas las redes sociales.

Es su real presente referencial para construir sus imaginarios; sus emociones; sus conductas y actitudes.

Son personas que valoran enormemente las medidas concretas que ayudan a mejorar sus vidas, y en segundo plano queda en ellas, el perfil ideológico o político de quienes las implementan.

Pero, como lo han demostrado los buenos estudios de subjetividad, no están en la idea que “todo tiempo pasado fue mejor”, especialmente el terrible período de la dictadura; y luego los gobiernos de centro y derecha en el marco del pacto transicional.

En las elecciones parlamentarias y presidenciales que vienen, sin duda esta expresión ciudadana se reflejará, y será determinante en los resultados.

Unidad, unidad y unidad

Por esto, el componente escencial y básico de una propuesta político-social que levanten las fuerzas de izquierda, progresistas, que de verdad y realmente tengan la voluntad política, debe considerar una plataforma de contenidos de gobierno que asuma y enfrente estas realidades.

Con medidas creíbles; con un mensaje que deje claro que se requiere una ciudadanía movilizada, que exija que se realicen; con una disputa profunda respecto de la correlación de fuerzas que se requiere en el parlamento, para realizar ese programa mínimo y esencial de gobierno.

Esto puede darle sentido a la unidad, y no al revés. Insistir en que la unidad por la unidad es el camino para derrotar a las derechas, es poner la carreta delante de los bueyes.

Y menos apelar a las ya recurrentes frases de que la “ciudadanía rechaza las polarizaciones; los extremos; el octubrismo”, como una forma de descalificar a una ciudadanía que, por millones y millones, ha buscado por décadas soluciones a los problemas básicos de pervivencia, como son salud; vivienda; tranquilidad; salarios; terminar con los abusos; vivir sin temor a la delincuencia; terminar con los abusos a las mujeres, en todos los aspectos en donde siguen ocurriendo.

**Juan Andrés Lagos, es periodista, académico y encargado de comunicaciones del Partido Comunista de Chile.

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