Estudio de la Universidad Northwestern ha desentrañado una dimensión inesperada del té que trasciende su aromático perfil: su capacidad para actuar como un filtro molecular natural frente a metales pesados en el agua potable.
Esta revelación podría explicar por qué, durante milenios, diferentes culturas han venerado esta infusión no solo por sus cualidades sensoriales, sino que también por sus aparentes beneficios para la salud, reseña un cable de DW.
Publicado en la revista ACS Food Science & Technology, este trabajo revoluciona nuestra comprensión del té al demostrar que las hojas poseen una arquitectura molecular ideal para capturar iones metálicos como plomo, cromo y cadmio durante la infusión. A diferencia de investigaciones previas centradas exclusivamente en los compuestos bioactivos liberados en el agua, este estudio revela un sofisticado mecanismo de adsorción donde los contaminantes metálicos quedan atrapados en la matriz estructural de las hojas, como insectos en una telaraña microscópica.
Té negro contra el plomo: 15 % menos en solo cinco minutos
En concreto, los investigadores documentaron un descubrimiento significativo: una sola taza de té negro infusionada durante cinco minutos logra eliminar el 15 % de los iones de plomo presentes en el agua potable.
Esta capacidad purificadora podría constituir el eslabón perdido que explica la correlación entre el consumo habitual de té y la reducción de patologías graves como accidentes cerebrovasculares, deterioro cognitivo e incluso mortalidad prematura.
El equipo de investigadores realizó múltiples experimentos controlados, preparando té con distintos lotes de agua que contenían concentraciones conocidas de iones metálicos.
Los científicos midieron luego las concentraciones antes y después de la infusión para cuantificar con precisión el efecto purificador.
Tipo de té y bolsita para máxima purificación
Un aspecto destacable es que no todos los tipos de té ni métodos de preparación resultaron igualmente efectivos.
Los tés negro, verde y blanco demostraron mayor capacidad para reducir la concentración de iones de plomo en comparación con los tés de manzanilla (que técnicamente no es un verdadero té), rooibos y oolong. Además, el té molido resultó más eficaz que las hojas enteras.
«Cuando las hojas de té se transforman en té negro, se arrugan y sus poros se abren», explica Benjamin Shindel, primer autor de la investigación, en un comunicado de la Universidad de Northwestern. «Esas arrugas y poros añaden más superficie. Moler las hojas también aumenta el área de superficie, proporcionando aún más capacidad de unión», agrega.
El material de las bolsitas también demostró ser un factor relevante. Las bolsas de celulosa vacías redujeron significativamente la concentración de iones de plomo, mientras que las bolsas de algodón y nailon vacías apenas tuvieron efecto.
Según Shindel, la celulosa, un material natural biodegradable fabricado a partir de pulpa de madera, posee mayor superficie y, por tanto, más sitios de adhesión para los iones metálicos.
Sin embargo, el factor más determinante fue el tiempo de infusión. «Cualquier té que se remoje durante más tiempo o que tenga una mayor superficie remediará eficazmente más metales pesados», afirma Shindel.
Los investigadores observaron que tiempos más prolongados de infusión se correlacionaban directamente con una mayor adsorción de contaminantes.