Por: José Ignacio Camus – Co Founder de Admiral Compliance.
El pasado miércoles, a las 17:15 hrs., presencié un turbazo en una tienda Preunic, ubicada a pasos del barrio Sanhattan. Este tipo de hechos, lamentablemente, se han normalizado al punto de no sorprendernos. Sin embargo, un detalle que me llamó la atención en ese momento fue la rapidez y eficacia con la que actuó el sistema de seguridad de la tienda. Su respuesta oportuna no solo ayudó a contener la situación, sino que también demostró que, incluso en un contexto complejo, es posible encontrar herramientas que funcionan.
Lo ocurrido demuestra cómo las soluciones adecuadas pueden marcar una diferencia significativa. En este caso, la cortina de humo activada en el momento oportuno no solo mitigó los daños económicos, sino que también priorizó algo mucho más importante, la protección de las personas. Este tipo de innovación en seguridad no solo resulta efectiva, sino que también envía un mensaje claro sobre la relevancia de reaccionar con rapidez y eficacia ante situaciones de crisis.
Sin embargo, estas acciones no son meras reacciones aisladas; detrás de ellas hay un proceso clave que debe ser parte de cualquier estrategia organizacional como lo es la evaluación de riesgos. Identificar las vulnerabilidades, comprender las amenazas y establecer planes de acción concretos no solo permite responder mejor, sino también prevenir en la medida de lo posible.
Este enfoque proactivo no solo aplica al ámbito de la seguridad física, sino que puede y debe extenderse a todos los niveles de gestión empresarial. Aquí es donde el compliance puede entregar herramientas para que las empresas no solo cumplan con las normativas, sino que también adopten una cultura de prevención y cuidado integral. Cuando hablamos de compliance, no se trata solo de regulaciones, sino de construir entornos donde la ética, la seguridad y el bienestar sean pilares fundamentales.
Empresas de seguridad como Prosegur, Brink’s, ALTO, Tepillé, Biat Defense o G4S son un ejemplo de cómo la innovación puede traducirse en soluciones prácticas. Pero la responsabilidad de un entorno más seguro no recae únicamente en estas compañías; cada organización, cada ciudadano y cada institución tienen un rol que cumplir.
En este sentido, es destacable el liderazgo de Pablo Giglio, Gerente General de Preunic, quien ha impulsado la implementación de estas medidas de seguridad innovadoras. Su enfoque no solo refleja un compromiso claro con la protección de trabajadores y clientes, sino que también marca un ejemplo de cómo las empresas pueden asumir un rol activo frente a los desafíos sociales.
Este caso nos invita a reflexionar sobre nuestra responsabilidad compartida. No basta con aplaudir iniciativas individuales; debemos exigir, promover e implementar herramientas de prevención y reacción que transformen estas excepciones en una norma colectiva. Solo así avanzaremos hacia un país donde nuestros hijos puedan crecer en un entorno que priorice el bienestar y la seguridad de todos. Porque garantizar la seguridad no se trata solo de proteger bienes materiales, sino, sobre todo, de cuidar lo más valioso: la vida humana y la confianza en que es posible construir un futuro mejor y más seguro para todos.