Por: Fernando Wilson L., Dr. en Historia, Profesor de la Facultad de Artes Liberales, Universidad Adolfo Ibáñez.
El debate generado en relación a la ubicación del Monumento al General Baquedano ha alcanzado ribetes de comedia.
Por un lado, diversas encuestas confirman que la mayoría de la ciudadanía lo quiere de vuelta en su lugar habitual, cosa de cerrar el capítulo del Estallido Social, viendo volver a la normalidad uno de los íconos tradicionales de la Ciudad.
Por otro lado, distintos grupos más vinculados a la izquierda, pero que ya no se atreven a invocar el Octubrismo, han recurrido a una sucesión de malabares retóricos con tal de no devolverla a su lugar.
Desde que la posición y el plinto vacío no estarían contemplados en el eje del proyecto “Nueva Alameda” (cosa desmentida por múltiples videos y animaciones de este, donde se muestra el plinto vacío), hasta que “el Ejército” propondría otras ubicaciones, nunca quedando claro si es que se le dio siquera la opción de proponer mantenerlo en el mismo lugar. De la misma forma se cita al “Ministerio de Defensa”, cuando en realidad se trata del Jefe de Gabinete de la Subsecretaria de Fuerzas Armadas, quien es, como el subsecretario, un militante del Partido Comunista que tiene una visión perfectamente clara de que el Monumento no debe de volver a su lugar.
De la misma forma, abundan en redes sociales interpretaciones de la vida de Manuel Baquedano que se desplazan entre la simple estupidez y la brutalidad extrema, buscando de esa forma justificar su no reposición.
Cabe destacar también las declaraciones del General Martínez, Comandante en Jefe del Ejercito a la fecha del Estallido, planteando que el Estado “no pudo proteger el Monumento” en su ubicación original. Solo esta afirmación vuelve imprescindible devolverla a su posición y demostrar que el Estado SÍ puede defenderla. De otra forma, es descender otro peldaño (grande esta vez) en la demostración de la incapacidad del Estado de Derecho de aplicar la transacción básica que desde Hobbes justifica la creación del Estado, la garantía de seguridad pública provista por el Estado.
Finalmente, en pleno verano, y quizás esperando -nuevamente- que pudiera pasar fuera de la atención publica por eso, el Consejo de Monumentos evacuó un informe que, finalmente, no correspondía a lo debatido y que, de manera insólita, sugiere remover el plinto. Recordemos que esto se trata de una estructura de hormigón que debe de superar las 100 toneladas, con objeto de “restaurarlo y reunirlo” con las piezas escultóricas “en alguna de las ubicaciones sugeridas por el Ejército”.
Esto, más allá de la factibilidad política, técnica y económica de hacer algo asi en pleno año electoral. Esta situación no solo no pasó desapercibida, sino que sirvió para alinear a los opositores a su remoción en un bloque liderado por el alcalde de Providencia con el slogan “Baquedano no se va”. Va a ser difícil para la Subsecretaria de Patrimonio, la cual tiene indicadoras fotos de propaganda electoral parada con el puño en alto sobre otro plinto vacío (en este caso, de Diego de Almagro) convencer a la opinión pública de que se trata de una visión que podamos decir neutra, técnica o sin carga.
Todo lo anterior sirve para recordarnos que la agotadora polarización que se vive desde el año 2011 y, sobre todo, después del estallido del 2019, sigue estando en un sustrato que renace apenas se rasguñan sus símbolos. Y es que se nos olvida que la estatua, plinto, placas y quizás, sea bueno recordar, los restos del Soldado Desconocido, se convirtieron en una visión que marcó el sector de Plaza Baquedano o Plaza Italia. Ya nadie recuerda a Plaza Dignidad.
En esencia, si el Monumento se instala en otro lugar, para buena parte de los chilenos, será ceder a lo que se mencionaba por un distinguido historiador como una “Chusma Delirante”, mientras que si se lo devuelve, para otros será el fin del estallido y una derrota que vengar.
No hay solución que satisfaga a todo el mundo y, por tanto, los intentos de pasar esa decisión como una determinación técnica y neutra simplemente no tienen sentido alguno. La Plaza Baquedano ya esta marcada a fuego como el eje del Estallido, y no importa que es lo que se haga, seguirá siendo eso, con o sin la materialidad del Monumento.
En nuestra personal opinión de simple ciudadano, quizás seria el momento de devolver plinto, placas, estatua y tumba del Soldado Desconocido a su ubicación original, y resignificar la zona como el retorno del Estado de Derecho. Nunca es tarde.