La portada de este martes de La Segunda es el mejor ejemplo de cómo están operando los Broker’s políticos chilenos.
En las últimas semanas ha habido -al igual de la criptomoneda de Milei- una serie de nombres que han salido para instalar postulantes a La Moneda y el trasfondo no es más que una especulación política -como si se tratara de acciones o criptomonedas- con el fin de tener una «moneda» de cambio para pedir cupos parlamentarios, a gobernadores y puestos varios en el Estado.
En este juego especulativo también tienen un rol importante las encuestadoras controladas por determinados intereses político-comerciales y para que decir la prensa de los grandes consorcios que aun creen tener cierto poder como era en la era predigital.
Posmodernidad mal entendia en política
Todo lo anterior viene a instalar un tema que no se hablará (por pudor y por vergüenza) que es que la política es un gran negocio transversal e interideológico, un «emprendimiento posmoderno» en que el control político efectivo no esta ni en los partidos ni en los militantes, sino que en los parlamentario que actúan como suerte de directorio en sus respectivas colectividades subyugando el verdadero fin de la actividad política a una cuestión meramente mercantil tal como lo hace Trump en los EEUU o Milei en la vecina argentina.
El panorama electoral de este año que esta siendo manejado por los brokers solo agudizará la crisis de confianza en la política y sus actores y facilita la irrupción de un o una outsider tal como esta ocurriendo en casi todo el mundo, donde la buena política, el sentido democrático real sucumbe ante la estridencia, ante la vulgaridad y ante la soberbia de pseudo lideres ególatras que solo buscan su gloria y no el fin superior que es ayudar a sus naciones.
En este momento, la irresponsabilidad de los brokers políticos que creen que mientras más nombres-acciones colocan en la bolsa (de gatos) mas ganancias pueden lograr es un error profundo porque están lapidando la democracia.