jueves, noviembre 21, 2024

A 40 años, de dulce y agraz, del Tratado de 1984

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Por: Fernando Wilson L., Dr. en Historia, Profesor de la Facultad de Artes Liberales, Universidad Adolfo Ibáñez

Se cumplen ya cuarenta años del Tratado de Paz y Amistad de 1984. Pocos lo recuerdan ya, y los Presidentes chileno y argentino prefirieron no reunirse para conmemorarlo. Las Cancillerías y restantes órganos técnicos, así como la Armada y demás Fuerzas Armadas lo tienen más presente, pues recuerdan lo que ese acuerdo, intermediado por Juan Pablo II y el Vaticano, pudo contener. Y es que ya desde la década del 60, diversas Escuelas Geopolíticas argentinas buscaban la soberanía trasandina sobre extensas zonas del Canal Beagle, Bahía Nassau y del propio Cabo de Hornos.

Argentina carece de proyección continental directa a la Antártica, además de que siempre ha buscado crecer hacia el sur desde que resolvió sus problemas internos generados por las Guerras Federales. Han sido múltiples las ocasiones en que dicha ambición ha precipitado crisis graves, pero sólo las de 1897 y 1902 son comparables a la de 1978 que este Tratado busco resolver.

A fines de 1978 las Escuadras de ambos países se encontraban en la mar y rumbo a librar la batalla naval más grande desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, mientras Ejércitos y Fuerzas Aéreas se alistaban para una guerra inminente, y que todo indicaba se encontraría entre las mayores que jamás hayan sido libradas en el continente, ya que Argentina estaba a punto de violar la arquitectura limítrofe al desconocer el Arbitraje de Su Majestad Británica, y que habiendo sido invocado por ambas naciones en 1972, había sido entregado en 1977 con un resultado ampliamente favorable a Chile. Argentina, tras declararlo “insubsanablemente nulo”, estaba dispuesto a usar las armas para violar el Derecho Internacional.

Afortunadamente para todos, y con la invasión argentina ya lanzada, cabezas más frías prevalecieron en Buenos Aires y el dispositivo de ataque retrocedió pocas horas antes de una agresión cuyos ecos aún se escucharían hoy

El Tratado de 1984 perjudicó los intereses de Chile, entregando a Argentina una considerable cantidad de territorio marítimo, pero preservando la soberanía chilena sobre las Islas del Martillo, así como sobre Bahía Nassau y la Isla Hornos, preservando nuestra soberanía y proyección antártica y, sobre todo, la paz entre las dos Naciones, que han podido avanzar desde ese momento de la mano de una visión de paz, cooperación y confianza.

Es triste, por tanto, que este aniversario pase sin pena ni gloria, más aún cuando algunos ya se tientan de, nuevamente, borrar con el codo lo que escribieron con la mano.

Una declaración de interés en la política de defensa trasandina sigue en la página web del respectivo ministerio desde el año 2017, reclamando un «uso conjunto» del Estrecho de Magallanes y del Paso Drake, suscitando además seminarios y actividades académicas al respecto, mientras que nuevas reclamaciones argentinas sobre una ampliación de su zona económica exclusiva no solo ignoran los puntos demarcados por el Tratado de 1984, sino que se superponen sobre aguas de control chileno.

Confiemos que la memoria de 1984 y, sobre todo, de los duros momentos de 1978, no se olviden y no surjan nuevas tentaciones de volver a arriesgar un conflicto fratricida.

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