Las islas representan poco más del 5% de los territorios emergidos, pero son el hogar del 31% de las especies de plantas del mundo, según un estudio internacional publicado en Nature en el que participa la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
La Escuela de Ciencias Naturales de la Universidad Macquarie (Australia) ha liderado a una docena de investigadores de Australia, Alemania, España, EE.UU., Grecia y Japón en el análisis de datos sobre más de 304.103 plantas vasculares, esencialmente todas las especies conocidas por la ciencia en todo el mundo, descubriendo el tesoro que significa la biodiversidad insular.
El equipo encontró que 94.052 especies son nativas de islas, de las cuales, 63.280 son endémicas-encontradas en ninguna otra parte del mundo-lo que representa el 21% de la diversidad vegetal global.
La investigación del equipo proporciona la primera evaluación completa de las plantas vasculares nativas y endémicas de islas marinas en todo el mundo.
Las plantas vasculares constituyen la mayoría de las plantas en la Tierra e incluyen árboles, arbustos, hierbas, como las gramíneas, y helechos y se caracterizan por poseer sistema vascular con lignina, a diferencia de musgos y las hepáticas, también llamadas plantas no vasculares.
«Esta es la primera vez que tenemos una comprensión tan completa de qué especies están dónde, a nivel global. Ahora podemos explorar el estado de conservación de algunas de nuestras plantas más raras y desarrollar estrategias distintas para conservarlas, como identificar jardines botánicos que podrían albergar poblaciones de rescate», señala Julian Schrader, investigador principal del trabajo.
La participación de la UCM, aportando datos florísticos de calidad de Guinea Ecuatorial y las islas del Golfo de Guinea, demuestra cómo aún son necesarios este tipo de estudios. Las aplicaciones de ciencia ciudadana y los repositorios de diversidad globales aún no cubren el 100% del planeta.
«Curiosamente las zonas más diversas, y probablemente más amenazadas son aún las más desconocidas. Este trabajo demuestra como los trabajos básicos y los esfuerzos colaborativos producen resultados científicos relevantes», destaca Francisco J. Cabezas, investigador del Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la UCM.
El estudio identificó varios centros de endemismo vegetal, áreas con un alto número de especies que no se encuentran en ningún otro lugar. Casi todos son grandes islas tropicales con topografía compleja y una larga historia de aislamiento.
Encabezando la lista figura Madagascar, hogar de la asombrosa cantidad de 9.318 especies de plantas endémicas. Esta nación insular africana es seguida de cerca por Nueva Guinea (8.793 especies endémicas), Borneo (5.765), Cuba (2.679) y Nueva Caledonia (2.493).
«Las grandes distancias geográficas, así como climas y entornos que difieren de otros archipiélagos o regiones continentales, conducen a una alta tasa de evolución de nuevas especies, o ‘especiación'», indica Schrader.
Tal aislamiento ha dado lugar a algunos ejemplos notables de evolución vegetal. En Hawái, 126 especies de lobelias trazan su linaje hasta un solo evento de colonización, mientras que en Canarias existen grupos como los bejeques (Crassulaceae) en que se han formado una cincuentena de especies a partir de un único ancestro, linaje que posteriormente ha saltado al resto de los archipiélagos macaronésicos, e incluso al continente africano.
Sin embargo, muchas plantas que han evolucionado en aislamiento, desarrollando adaptaciones únicas a sus ecosistemas originales, pueden estar mal equipadas para competir con las especies introducidas.
El estudio señala que el cambio climático «plantea una amenaza adicional», ya que el aumento del nivel del mar y la mayor frecuencia de eventos climáticos extremos «son potencialmente devastadores para las islas bajas y su flora única».
El equipo ha creado una lista de verificación estandarizada de todas las plantas vasculares conocidas que ocurren en islas, documentando su distribución geográfica y filogenética y el riesgo de conservación.
El conjunto de datos también proporciona una base crucial para monitorear los cambios en las comunidades de plantas insulares a lo largo del tiempo y podría ofrecer un plan para priorizar los esfuerzos de protección.