Por: Ruben Segura F., general de División (R.), ex subjefe del Estado Mayor del Ejército de Chile y exdirector del Centro de Estudios e Investigaciones Militares (CESIM)
Desde el ataque japonés del 7 de diciembre de 1941 a Pearl Harbor, donde las fuerzas estadounidenses fueron totalmente sorprendidas por una ofensiva masiva que buscaba destruir su flota y portaviones, surgió la necesidad en las superpotencias de crear un sistema que detectara las amenazas capaces de destruir, degradar o afectar gravemente a sus intereses vitales y de supervivencia, incluida su población.
Así surge el concepto de Alarma Estratégica, que es un sistema compuesto de puestos de mando y control tripulados a 24/7, sensores de largo alcance, satélites espías y de comunicaciones, servicios de inteligencia, agentes encubiertos tras las líneas de los objetivos de interés y fuerzas de combate estratégicas de aire mar y tierra en condiciones de neutralizar la amenaza, o incluso de adelantarse a su acción, a través de los denominados ataques anticipados.
En esta área, tanto en la realidad histórica, desde la fundación del estado moderno de Israel en 1948, como en las novelas y series de acción, siempre los servicios de inteligencia y las fuerzas de defensa de Israel han estado en un sitial cercano a lo épico. Entonces ¿qué pasó este 7 de Octubre de 2023?
Sin duda se aprecian fallas graves en el sistema de alarma estratégica, el que no fue capaz de dar la alerta en ninguno de los dominios de la guerra moderna (aire, mar, tierra, espacio y ciberespacio) ni en el ambiente de operaciones electromagnéticas.
¿Que falló?, ¿por qué sucedió? y cómo superar esa brecha en el corto plazo es la tarea clave para la supervivencia del estado de Israel en la era de la información, cuarta revolución industrial, la inteligencia artificial y la computación cuántica, donde estos recursos están disponibles para sus enemigos, quienes no solo pueden acceder a ellos, sino que tienen la voluntad de emplearlos en su fin último.
Ahora, teniendo a la vista los desgarradores y crudos datos aportados en fuentes abiertas por noticieros y en las redes sociales, se pueden inferir algunas hipótesis del éxito en la sorpresa estratégica del grupo terrorista Hamas:
1. Selección de líderes jóvenes carismáticos y dispuestos a morir por su causa.
2. Preparación de una fuerza militar de élite, con un alto nivel de instrucción y entrenamiento en el combate urbano, asalto de instalaciones militares y puestos de mando. Esto es equivalente a lo que se conoce como fuerzas especiales, las que se infiltraron por aire, mar y tierra, con armamento liviano (fusiles, granadas y lanzacohetes) configurando sus acciones principales o decisivas con un ataque de artillería de cohetes abrumador.
3. Obtención de inteligencia de los objetivos de alto valor y de mayor beneficio. Para ello es necesario identificar las vulnerabilidades críticas del centro de gravedad del oponente.
4. Elaboración de un plan no convencional, ilógico y con elementos de tácticas “swarming” para actuar en el territorio de la mayor potencia militar de Medio Oriente.
5. Mantención del secreto y la sorpresa.
Pero cómo todo esto, que debió requerir meses de preparación, no fue detectado por el sistema de alarma estratégica de Israel. Sin duda que, gracias a una disciplina estricta y supervisada de la necesidad del saber y el compartimentaje de la información, junto a las acciones de engaño y desinformación en las que debió haber caído el sistema de inteligencia israelí.
Esto es una lección muy importante, tanto para Israel como para cualquier Estado que mantenga amenazas o riesgos a sus intereses vitales, las fallas de la inteligencia estratégica de un Estado se pagan caro, y ponen en riesgo la seguridad y la vida de sus ciudadanos.