René Leiva Villagra; general de Brigada (R), Investigador Asociado del Instituto Geopolítico de Chile.
Ya cumplidos 50 años de lo que fue la Guerra del Yom Kippur (octubre de 1973), el amanecer del Shabat del 7 de Octubre del 2023, terminando la festividad religiosa judía del Sukkot, traería a presente el impacto de la sorpresa y el horror del inicio de una nueva acción que golpeaba los cimientos del Estado de Israel, con una ofensiva desarrollada por Hamás, desde Gaza.
Las acciones de Hamas no obedecieron a una operación militar clásica, dado que se centraron inicialmente en alcanzar víctimas civiles, tanto en un dramático tiroteo en un recital de música, como también en el ataque a poblados israelíes cercanos a la Franja de Gaza, conocidos como Kibbutz, donde se operó con milicianos portando armas de guerra, asolando esas pequeñas localidades, forzando a sus ocupantes a salir de sus casas por la vía de la fuerza o prendiendo fuego a las viviendas, para de ello secuestrar civiles o asesinarlos en el lugar. Complementaba el horror, el lanzamiento de miles de cohetes desde puntos de la Franja de Gaza hacia Israel, que más que por precisión operan por saturación. Todo esto, excedió el enfrentamiento tradicional, siendo marcado por una de las características que están proyectando los conflictos modernos que es de confrontar Estados con actores no estatales (Villagra, 2023) y la asimetría de sus actores (Locatelli, 2017).
Las Fuerzas de Defensa de Israel, inicialmente sobrepasadas por la rapidez del ataque sufrido y lo focalizado de su acción, respondieron como era previsible, teniendo a la vista lo que define la doctrina de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la que a nivel estratégico es defensiva, mientras que sus tácticas son ofensivas. Con ello, la siguiente fase de la respuesta de Israel a la agresión de Hamás, en lo que ya se ha llamado la Guerra del Sukkot 2023, fue recuperar la iniciativa, perdida inicialmente por el empleo de la sorpresa y principio de masividad (mass) por parte de Hamás. El uso del poder aéreo, UAVs y de misiles de alta tecnología por parte de Israel guió esa fase.
Luego, las acciones fueron transferir rápidamente el campo de batalla a territorio enemigo, que es un actuar permanente de la mencionada doctrina de las FDI. La complejidad de la respuesta, como solución de esta escalada, fue marcada por la recuperación de los civiles israelíes secuestrados y los militares prisioneros de guerra, junto a devolver a territorio hebreo los cuerpos de los fallecidos, capturados por Hezbolla y llevados a Gaza, todo ello con fines posteriores de forzar negociación.
En forma inmediata al ataque, el campo diplomático y el ambiente cognitivo en lo que es comunicación estratégica, buscó por parte de Israel aislar política y económicamente a Hamás, ya debilitado en su posición global. El mensaje claro era separar a Hamás del pueblo palestino, fijando la autoría, culpabilidad y responsabilidad de la agresión en el grupo terrorista.
Con todo ello, incluso antes de la declaración dura y directa de Netanyahu, ya se había iniciado una guerra, caracterizada por un reto por parte de Hamás a Israel, buscando usar el medio ambiente físico y las capacidades militares en formas que son atípicas y no anticipadas por estructuras militares bien establecidas como las FDI, tomándolas, por esta razón, desbalanceadas y por sorpresa (Herman, 1997), operando contra objetivos que van contra las normas, usos y modos de la guerra clásica, con enormes bajas en población civil de Israel. Así y pese a la potencialidad de Israel en lo tecnológico, el problema estratégico pasará por un actuar definido por combate urbano a objetivos limitados, donde la infraestructura crítica recibirá mucho daño y su recuperación en Gaza será demorosa y de alto costo.
Con el pasar de las horas, fuimos confirmando lo ya indicado respecto a Israel, de transferir las acciones a territorio enemigo, como parte de su doctrina de defensa. Con ello, todo lo que siguió fue parte de lo que entendemos como operaciones de configuración, como paso previo a la operación decisiva, que se estima debe pasar en lo operacional por la dislocación de la capacidad militar de Hamás, generando una cuña en la empatía con la población local palestina en Gaza y la opinión internacional (comunicación estratégica).
El corte de agua, gas, electricidad y autorización de paso de víveres racionado en la zona de Gaza, es parte de la respuesta de un Estado (Israel) que sufrió una agresión de carácter híbrido, donde su forma de actuar contra Hamás no puede ser solamente con medios convencionales. El entendimiento de los acontecimientos no puede ser dado sobre la base de un análisis clásico porque en lo híbrido, las fases, propias del conflicto clásico, se alteran, son más difusas (Arteaga, 2022).
Con ello debemos entender que la ofensiva de Hamas no fue clásica en lo militar, sino que terrorista, usando uno de los segmentos con que lo híbrido se vale para lograr sus objetivos, que van más por afectar la población del adversario y desestabilizar la popularidad y adhesión a su gobierno, para con ello insistir que la respuesta de Israel tampoco será tradicional o convencional, donde la puerta es muy ancha e impredecible.
La ofensiva de las FDI tendrá a la vista principalmente objetivos de repercusión estratégica, muy asociados a la degradación de la potencialidad militar de Hamas y a la acción de debilitamiento de infraestructura crítica del oponente, pero esa respuesta tendrá la particularidad de contar con patrones híbridos de tácticas y procedimientos de alta letalidad por parte de Israel, como preferencia a enfrentarse en “combate cercano” (Alfonso, 2020), lo que da cuenta de la importancia del concepto de “protección de la fuerza”.
El quebrantamiento de la voluntad de lucha se dará por la clásica desarticulación de las fuentes de poder de Hamás, tanto estratégicas, políticas, diplomáticas, comunicacionales, económicas y morales, desgastándolas a un punto tal en que ni la resiliencia, mitigación o recuperación puedan volverlas a funcionamiento, al menos en un tempus en que pueda influir y apoyar el desarrollo de las operaciones.
En lo que podría esbozarse como causa aparente, puede citarse que 10 de años sin negociaciones políticas fructíferas entre las dos partes y el fracaso de la comunidad internacional en poder liderar un camino hacia la paz y el acuerdo fue un catalizador de lo que presenciamos (M. Provis, 2023). En la causa real, la degradación de aceptación de Hamás, su cada vez más disminuida credibilidad regional e internacional y la efectividad del Domo de Hierro (Iron Dome), fueron cercenando el ámbito de influencia de ese grupo terrorista, contrariamente con el mejoramiento de las relaciones entre el Estado de Israel y Fatah, que ostenta el gobierno del área de Palestina en Cisjordania. Así, Hamás se vio impelido a buscar una salida a su condición, con una acción que en lo global ha sido calificada como demencial y condenable.
Netanyahu la tiene difícil. En una analogía al ajedrez, ir con movimientos que sacrifican a cambio de ganar control en el centro, por ser jugada clásica, básica y conocida no servirá de nada. Quizás es esperable una respuesta tipo Defensa de rey, con un fuerte ataque Samisch, que implica sacrificios, pero en cuatro fases da respuesta rotunda .
No obstante ello, los tiempos del empleo de potencial bélico, lamentablemente, superarán largamente lo que vimos en la Guerra de los Seis Días y la de Yom Kipur.
El Sukkot del 2023 marcará por siempre un antes y un después en la historia de Israel, aumentando lo que ya veníamos observando como propio de los nuevos conflictos, con presencia de colisiones entre Estados y estructuras no estatales, donde el terrorismo es delesnable recurso y debe ser condenado transversalmente.