El mundo ha quedado consternado por el reciente bombardeo al hospital Al-Ahli, en el centro de la Ciudad de Gaza***
El Ministerio de Salud de Gaza cuantificó en 500 las víctimas mortales. Inmediatamente Hamás atribuyó esta acción a un ataque aéreo de Israel, lo que el gobierno y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) negaron, señalando que tienen pruebas de que el ataque correspondió a un lanzamiento fallido de cohetes de la Yihad Islámica de Hamás.
Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja ha publicado en sus redes sociales que “el Derecho Internacional Humanitario es claro: civiles – profesionales médicos – hospitales – ambulancias – clínicas están protegidos por la ley de la guerra”.
Esto ocurre a menos de 24 horas de la llegada del Presidente de EE.UU Joe Biden a Israel para reunirse con el Primer Ministro Benjamin Netanyahu e iniciar un tour en la región donde se iba a encontrar con los presidentes de Egipto, Abdel Fattah al Sisi y de Palestina, Mahmoud Abbas, con el rey de Jordania, Abdalá, como anfitrión. Lamentablemente las esquirlas del bombardeo al hospital Al-Ahli hicieron que Jordania anunciara la cancelación de la cumbre.
Todo esto ocurre en medio de una guerra iniciada por el ataque a Israel de la facción militar del grupo Hamás, donde se masacró a civiles desarmados, incluidas mujeres, niños, ancianos y discapacitados, agravando la evidente maldad en su acción con el secuestro de civiles y soldados para mantenerlos en Gaza como rehenes, de los que aún no se sabe su condición y destino.
Para hacer frente a esta guerra, Netanyahu conformó un gabinete de gestión de la guerra, donde sus tres miembros comparten un pasado militar en las FDI. El triunvirato lo componen el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el exministro de Defensa Benny Gantz, que hoy lidera un partido opositor.
Por su parte, Netanyahu fue un líder de equipo de fuerzas especiales comando de la Sayeret Matkal, unidad de élite creada en 1957 a partir de las brigadas paracaidistas Sayeret y la rama de Inteligencia del FDI. Sus operaciones principales son el contraterrorismo, el reconocimiento y la Inteligencia militar. Su lema es “Quien se atreve, gana”. En esta área, ya tiene un pasado de enfrentamientos a grupos palestinos en Jordania, Líbano e Israel.
Yoav Galant, el actual ministro de defensa fue integrante de la unidad Shayetet 13, comandos de fuerzas especiales de la amada y posteriormente se integró al ejército, habiendo llegado al grado de Mayor General. Participó en las campañas de la Segunda Guerra del Líbano (2006) contra Hezbolá y en la Operación Plomo Fundido contra el grupo Hamás en la Franja de Gaza (2008-2009)
El opositor Beni Gantaz, es un ex Ramactal (Comandante en Jefe de las FDI), estuvo al mando en combate contra facciones palestinas en territorio de la Franja de Gaza durante las campañas de la Operación Pilar Defensivo (2012) y Operación Margen Protector (2014).
El desastre humanitario ocurrido con el bombardeo al hospital Al-Ahli constituye un crimen de guerra. Ambas partes en conflicto deberán hacer sus mejores esfuerzos y entregar el máximo de antecedentes y pruebas indesmentibles que permitan, tanto a la opinión pública internacional, a sus líderes, la ONU y al Comité Internacional de la Cruz Roja, principalmente, concordar a quién se hará responsable.
El triunvirato Netanyahu-Galant-Gantaz, ya enfrentó lo que se conoce como un dilema moral, que es una situación, real o hipotética, en la que debemos elegir un curso de acción en medio de dos o más alternativas en conflicto, sin que ninguna de ellas resulte del todo aceptable o rechazable desde un punto de vista moral.
Su primer dilema moral se puede resumir es estos dos cursos de acción:
• Curso de Acción 1: atacar y destruir la infraestructura crítica, liderazgo y tropas de Hamás, sabiendo que existe una alta probabilidad de daño colateral a la población civil palestina y de dañar a los propios israelitas secuestrados.
• Curso de Acción 2: evacuar a la población civil palestina del área de operaciones para atacar y destruir la infraestructura crítica, liderazgo y tropas de Hamás sin restricciones, sabiendo que existe una alta probabilidad de dañar a los propios israelitas secuestrados.
La evidencia disponible indica que seleccionaron el Curso de Acción 2. Sin embargo, esto abrió un nuevo dilema moral, ahora de frente a la opinión internacional, la comunidad Israelita y en particular a la de los familiares de los civiles y soldados secuestrados y mantenidos como rehenes por Hamás en la Franja de Gaza.
• Curso de Acción 2.1: terminado el plazo de evacuación de civiles palestinos, atacar y destruir la infraestructura crítica, liderazgo y tropas de Hamás sin restricciones, con una alta probabilidad de que resulten muertos los israelitas secuestrados, ya sea a mano de los captores, o por la acción del fuego propio.
• Curso de Acción 2.2: terminado el plazo de evacuación de civiles palestinos, atacar y destruir parte de la infraestructura crítica, liderazgo y tropas de Hamás y aceptar una negociación a través de un tercero (Egipto, Jordania, Curz Roja, ONU, etc), con el propósito de rescatar a los rehenes que aún están vivos, o sus cuerpos si ya no lo están.
En el Curso de Acción 2.1 es donde se encuentra la mayor carga emocional de represalia y venganza, con mayor énfasis en lo irracional por los hechos vividos al término del Sucot, que mueven las mentes y corazones de una población israelí dolida y ofuscada por la afrenta recibida. Sin embargo, conlleva el alto precio de condenar definitivamente a la muerte, si no son antes ubicados y rescatados, a los rehenes israelitas junto con infligir muerte y destrucción colateral a parte de la población civil de la Franja de Gaza que no quiso o no pudo evacuar la zona.
Por otra parte, el Curso de Acción 2.2. posee igual una gran carga emocional, pero con un componente racional, que puede dar una salida negociada del estado actual de la guerra, salvando la vida y recuperando los cuerpos de los rehenes israelitas, evitando mayor sufrimiento a la población civil palestina, pero pagando el alto precio de la afrenta recibida, seguramente liberar miles de presos palestinos de cárceles en Israel, y dejando una infraestructura y capacidad militar remanente en Hamás, quienes coronarán como héroes los terroristas sobrevivientes y mártires a los muertos en la guerra.
De esta forma, podríamos continuar en el análisis, desglosando el Curso de Acción 2.2, buscado el dilema moral en el tipo de negociación, sus parámetros, los máximos y mínimos, etc. Sin embargo, al final cada curso de acción que se elabore siempre llevará adosado sufrimiento y destrucción para la población civil en ambos lados de la frontera entre Israel y la Franja de Gaza.
El análisis teórico descrito ahora tiene un nuevo ingrediente que se constituye en lo que en prospectiva estratégica se conoce como un “elemento portador de futuro (EPF)”. Este EPF cambiará el curso actual de la guerra a caminos aún no evaluados, afectará al triunvirato Netanyahu-Galant-Gantaz, otorgará un elemento intangible de fuerza a Hamás y convertirá la gira de Joe Biden a Medio Oriente en un bochorno diplomático y en un esfuerzo inútil para el líder de la primera potencia mundial, si es que no se aclara que parte fue la responsable del bombardeo al hospital en las próximas 24 horas. Sin duda que el mayor costo político y de legitimidad en el actuar lo está pagando actualmente EE.UU, quien ya apostó en esta ruleta de la guerra nada menos que el envío de dos grupos de portaviones y el alistamiento de 2.000 soldados.
Las próximas 24 y 48 horas serán de gran vértigo en el conflicto ya denominado como la Guerra de Gaza, donde se deberá despejar la interrogante clave de ¿qué bando fue el responsable del bombardeo al hospital Al-Ahli?. Si fue Hamás probablemente diluirá la responsabilidad en las diferentes sub organizaciones terroristas autónomas y deberá enfrentar a su propia población con resultados inciertos. Sin embargo, si la autoría recae en Israel, que tiene su capacidad militar y de alta tecnológica unificada, significaría la pérdida de la legitimidad en su operación política y militar y el colapso del triunvirato. Amplificando sus efectos a la imagen de EE.UU, con los mejores ganadores sin apostar que serían Irán, Rusia y China.
Finalmente, solo resaltar que el dilema moral al que se enfrentan los tomadores de decisiones políticos, al decidir utilizar la fuerza para la solución de un problema político-estratégico requiere de líderes templados, sabios, con equipos de asesores altamente preparados y con una fuerza militar preparada y entrenada para el máximo desafío, como es actuar en defensa y en medio de la población civil propia y adversaria.
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Por: Rubén Segura F., general de División (R), ex Subjefe del Estado Mayor del Ejército de Chile y exdirector del Centro de Estudios e Investigaciones Militares (CESIM)