Las filtraciones o revelaciones de datos de una reunión o documentos son un problema para todas las sociedades del mundo, basta recordar el caso del soldado norteamericano Jack Teixeira, ciberespecialista militar sospechoso de filtrar los más recientes documentos confidenciales de EEUU, y acá la filtración de parte de lo dicho en una reunión oficial no pública -sin acceso a la prensa- del Presidente de la República con 18 parlamentarios y que fue «difundido» por el diputado Miguel Mellado de RN, a pesar de la solicitud presidencial -no hay otra máxima autoridad terrenal en Chile- pone en la discusión pública un tema relevante ya que este señor Mellado ha roto una regla no escrita y básica de la convivencia democrática como es el respeto a la confidencialidad a una norma ética, moral y de sentido común, como no es revelar una conversación, en este caso oficial pero reservada, lo que no le importó al señor en cuestión que encontró en su acción una oportunidad para validarse, para presionar al Gobierno de turno y en definitiva como un arma conspirativa, eso es lo que significa una filtración.
Pero más allá de este episodio rasca -no hubo ningún dato realmente relevante que pusiera en juego la Seguridad de la República, reabre el debate sobre lo ético, la decencia que debe tener una autoridad y que baja al ciudadano corriente que de alguna manera replica lo que hacen sus autoridades, o ¿acaso el ciudadano corriente que ve cómo la corrupción navega en los salones tercermundistas del poder chileno no hace lo mismo bajo la premisa «ladrón que roba a otro ladrón tiene cien años de perdón»?
Lo hecho por Mellado le da la razón a la convencional republicana que en su discurso dijo «estamos en una crisis moral». Es verdad, porque no se respetan las reglas básicas de la convivencia democrática, ya que todo se usa para destruir al adversario político sin importar la Nación, el Estado y en este caso la región que dice representar con pasión este señor Mellado que hoy está más bien AMELLADO. Se ha cruzado una barrera invisible difícil de reparar porque ahora la barrera que se instala es la desconfianza, la inseguridad y la pregunta en el inconsciente ¿traerá micrófono oculto? ¿irá a contar lo que estamos hablando?
CULTURA DE LA FILTRACIÓN
Pero también hay que reconocer que en este juego del poder las filtraciones han sido parte de este juego perverso, porque los principales casos de corrupción en Chile han sido vía «filtraciones» a la prensa, y filtraciones -en varios casos- de documentos secretos que han ido a parar a las redacciones de medios, o que mejor filtración la del caso de la «Radio Kioto» que desnudó a Piñera operando contra Evelyn Matthei, o todas las filtraciones de datos que los políticos le daban a German Gamonal, periodista de Radio Chilena, que después contaba en su «Crónica Política» que era esperada con preocupación por los círculos de los señores políticos.
Otra manera «elegante» y aceptada de la «filtración institucionalizada» es el famoso recurso periodístico «Fuentes cercanas» o el «Señor Fuentes», «comentan en los pasillos (como si hablaran los pasillos), el off y el triple off que indica que no se puede publicar con fuente pero si podría comentarse como un dato obtenido de una fuente confiable anónima. esto también lo ha liquidado el señor (A)Mellado que si hubiera sido cura ya habría «filtrado» las confesiones de sus feligreses.
También es reflejo de esta cultura de la filtración la sección «Cuenta que» de El Mercurio, el Top Secret de La Segunda, en fin hay muchos ejemplos de filtraciones toleradas porque están en las reglas no escritas, pero NUNCA SE HABÍA FILTRADO ALGO BAJO EXPRESA PETICIÓN PRESIDENCIAL DE NO GRABAR para luego filtrar.
Con lo instalado por (A)Mellado ya no se podrán hacer café bajo reserva, no se podrán hacer reuniones reservadas, si hay reuniones habrá que hacerlas pasando por escaner a los contertulios para asegurarse que no tengan micrófonos o aparatos como lapiceras o lentes con cámaras incorporadas, es decir entramos a una era de Caín y Abel (la desconfianza) y cobra relevancia lo que dice este domingo en carta a La Tercera, el abogado Marcelo Drago Aguirre, ex presidente del Consejo para la Transparencia: «Es dañino para toda la comunidad la difusión de información que afecta la seguridad nacional, la seguridad pública, o derechos de terceros, o el interés nacional (…)No es trivial, ni anecdótico. Es grave y peligroso. Por ello, cuando se producen estas situaciones, la reacción debe dar cuenta de esta gravedad, incluyendo las sanciones penales que nuestro sistema considera».