Acostumbrados a asociar a la institución con su relevante trabajo ante alertas de tsunami, la hora oficial y respaldo a la investigación marítima, olvidamos su labor primigenia de entregar las herramientas vitales para la navegación segura en aguas nacionales, algo fundamental para un país como Chile que depende de sus comunicaciones marítimas.
Mayo no fue solo el festejo del Mes del Mar y la conmemoración de la gesta épica de Prat en Iquique, sino también la conmemoración del 149° aniversario del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, SHOA, entidad fundamental en la entrega de información y asistencia técnica para la seguridad de la navegación en las vías fluviales y lacustres, aguas interiores, mar territorial y en alta mar contigua al litoral de Chile.
Creada un 1 de mayo de 1874, la institución, dependiente de Directemar, está actualmente dirigida por el contraalmirante Arturo Oxley quien, en conversación con el programa “Las Cartas sobre la Mesa” de Infogate, comentó diversos detalles del quehacer tanto en su funcionamiento, labor cartográfica y científica.
Y aunque a nivel del público general se asocia a este servicio con sus labores en torno a las alertas de tsunami, la hora oficial y su respaldo a trabajos científicos en el mar, muchas veces se deja de lado una de las razones que dieron origen a su nacimiento en el siglo XIX: la necesidad de contar con cartas náuticas actualizadas y precisas que facilitaran la navegación segura por las aguas nacionales y que, en la actualidad, se adapten a los exigentes requerimientos tecnológicos marítimos del siglo XXI.
Más de 300 funcionarios
Actualmente, integran el SHOA unos 300 funcionarios, la mitad marinos y los restantes civiles, todos los cuales cuentan con un alto grado de preparación académica y especializada.
Es así como los oficiales especialistas, según detalla el contraalmirante Oxley, cursan el curso de hidrografía y oceanografía categoría A, que es de reconocimiento internacional y les permite desarrollar trabajos en ese ámbito en todo el mundo, al punto que desde la década de 1990 se han graduado 44 oficiales extranjeros (actualmente hay una oficial mexicana cursándolo). Se complementa en la Academia Politécnica Naval donde acceden al título de ingeniero naval (título reconocido por el Colegio de Ingenieros).
En el caso de la gente de mar, cursan dos especialidades; son las personas que cubren el sistema nacional de alarma de maremoto, como aquellos que van a terreno a levantamientos hidrográficos, a colocar boyas hidrográficas. Completan el cuadro de personal naval los especialistas en artes gráficas, “esto es, los especializados en los procesos de impresión de nuestras cartas náuticas y publicaciones, trabajo que no puede ser tercerizado porque tenemos muchas publicaciones de carácter reservado o secreto”.
En lo referente al personal civil, “tenemos profesionales oceanógrafos, biólogos, informáticos. En suma, un equipo multidisciplinario que nos permite cubrir todas las áreas de acción del SHOA”.
El jefe institucional recalcó que una de las tareas técnicas más demandantes reside en la batimetría. “¿Qué significa eso?, es ver qué hay en el fondo del mar, principalmente en las profundidades y aquellos peligros que podrían constituir para los navegantes”.
“Si uno mira un mapa –continuó- somos aproximadamente 4.200 kilómetros de largo en línea recta aproximadamente. Sin embargo, si recorro cada isla, cada bahía, cada punto desmembrado de nuestra geografía hacia el sur, podemos llegar a los 84 mil kilómetros y esa es el área de responsabilidad cartográfica litoral de la Directemar”, precisando que “las cartas náuticas requieren tener esa información”.
En este contexto, hizo hincapié en que a nivel mundial sólo el 24,9% de los océanos está con información de batimetría compartida “y eso quiere decir que hay mucho por explorar en los océanos”, recordando el trabajo efectuado recientemente por el buque oceanográfico de la Armada “Cabo de Hornos” en la Fosa de Atacama, registrando una profundidad de 8.069 metros; “es decir, en un valor absoluto somos más profundos que altos en nuestro territorio”, haciendo la comparación con el Ojos del Salado, la mayor altura terrestre del país ubicada en la Cordillera de Los Andes”.
Agregó que las cartas náuticas “requieren tener esa información principalmente de todo lo que son las referencias geográficas y las profundidades y es así que en las cartas colocamos las sondas que son unos numeritos que indican cuál es la profundidad que hay para que el navegante pueda determinar una ruta de navegación segura”.
Cartografía náutica digital
“¿Cuál es nuestro desafío? Las cartas de papel están en un momento que los ingleses denominan el sunset. O sea, vamos a ir mutando de las cartas papel a las cartas electrónicas, muy parecido al Waze, para que la gente lo entienda. Pero esa transición no es tan simple porque la demanda para generar una cartografía puede generar un proceso de hasta cuatro años, desde que uno toma la decisión de hacerla, ir al terreno a hacer los levantamientos hidrográficos y todas estas referencias, en condiciones demandantes en zonas remotas”, explicó a continuación.
En esta línea, detalló que “tenemos 364 cartas de papel en el inventario del SHOA y solo 200 de ellas tienen cobertura en cartografía electrónica y la demanda de ir generándola es uno de los grandes desafíos que tenemos, pero dado lo desmembrado de nuestro territorio y los amplios espacios marítimos que tenemos, vamos a tener que convivir con las cartas papel un tiempo más que otros países que no tienen esta demanda”.
Con la carta náutica se va trazando una ruta que, además de lo señalado, considera ciertas regulaciones, “por ejemplo, sondas mínimas o áreas poco profundas donde ciertos buques no deberían navegar, y también se incorporan restricciones de espacio, corrientes, mareas, junto a todo lo que son las toponimias, que son las definiciones de cómo se llama cada lugar ya que así como uno dice ‘esta es la calle Errázuriz o la calle Prat’, en las cartas náuticas cada canal, cada estrecho y cada punta tiene una denominación que hace una referencia importante para el navegante”.
Cartografía antártica
Junto con recordar que el Tratado Antártico genera una situación muy particular para dicho continente, el contraalmirante Oxley detalló que nuestro país es uno de los 27 integrantes del Comité Hidrográfico Antártico –una subcomisión de la organización hidrográfica internacional- en la que se ven solamente temas hidrográficos antárticos de cartografía principalmente, y para evitar, por ejemplo, que Chile y Argentina estén sondando una misma carta al mismo tiempo, se dividieron ciertas áreas y se dio responsabilidad de cartografía internacional en el Continente Blanco a distintos países.
“Es así como nosotros tenemos del orden de 18 cartas en la Antártica internacionales. Eso no quiere decir que Chile no pueda hacer otra carta en cualquier parte de la Antártica, pero las 18 antes nombradas son las reconocidas por otros países como de referencia”.