Por: Pau Crespo Donet, Director del Máster Universitario en Intervención Interdisciplinar en Violencia de Género
en la Universidad Internacional de Valencia (VIU)
En el mes de febrero se celebró el día internacional de tolerancia cero con la mutilación genital femenina, año tras año desde el 2012, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió conmemorar este día con el objetivo de ampliar y enfocar mejor los esfuerzos para eliminar está práctica del todo.
La mutilación genital femenina incluye todas las formas de eliminación parcial o total de los genitales externos femeninos o a otros cambios inducidos en los órganos genitales femeninos, realizados por razones no médicas sino culturales o de otro tipo. En algunas sociedades esta violencia responde a un rito iniciático, en otras, a una forma de represión de la sexualidad de las niñas y/o de protección de su castidad, y en la mayoría es un requisito para el matrimonio o la herencia. Quienes se oponen o no practican esta forma de violencia contra las niñas y las mujeres se exponen a ser apartados, marginados y/o excluidos en sus comunidades.
En 1995 la OMS estableció 4 tipos de mutilación genital femenina en función de los órganos y/o zonas genitales afectadas.
- Tipo I, también llamada clitoridectomía, implica la extirpación parcial o total del clítoris y/o el prepucio.
- Tipo II, también llamada escisión, es la extirpación parcial o total del clítoris y los labios menores.
- Tipo III, también llamada infibulación, es el estrechamiento del orificio vaginal con un sello cobertor. El sello se forma cortando y recolocando los labios menores y/o los labios mayores. Más adelante en la vida, a las mujeres con infibulación pueden cortarlas en la noche de bodas y/o antes del parto.
- Tipo IV es cualquier otro procedimiento nocivo para los genitales femeninos con fines no médicos, como pinchazos, perforaciones, incisiones, raspado o cauterización.
- Tipo V, junto a los tipos “tradicionales” de mutilación genital femenina, cada vez más se señala un quinto tipo consistente en intervenciones quirúrgicas de los genitales femeninos con fines estéticos y caracterizado por, a diferencia de los anteriores, realizarse en países desarrollados y sobretodo en mujeres de estratos altos de la población.
Principalmente se realiza en África Subsahariana, Central, el noreste de África y en algunas zonas de Oriente Medio. La prevalencia de la mutilación genital femenina en mujeres de entre 15 y 49 años supera el 50% en Estados como Egipto, Sudán, Somalia, Etiopía, Malí, Guinea, Burkina Faso, Mauritania, Sierra Leona, Liberia o Gambia, y entre el 10% y el 49% de las en mujeres de entre 15 y 49 años, en Estados como Chad, Nigeria, República Centroafricana, Kenia, Tanzania o Yemen.
Víctimas
Según un estudio realizado por UNICEF, al menos 200 millones de niñas y mujeres en el mundo son víctimas de la mutilación genital femenina.
Las consecuencias psicológicas que presentan las víctimas, pueden ir desde la pérdida de confianza de las niñas en sus cuidadores hasta la aparición a largo plazo de ansiedad y/o depresión. En la edad adulta, las mujeres sometidas a mutilación genital femenina tienen una mayor probabilidad de sufrir problemas de infertilidad o de complicaciones durante el parto, especialmente hemorragias posparto, muerte prenatal o muerte neonatal precoz.
Para el experto de VIU, a nivel social, es necesario eliminar todos los mitos y estigmas que fundamentan este tipo de violencia contra las niñas y las mujeres. A nivel individual, es necesario prestar a las víctimas toda la atención sanitaria que precisen, tanto en la salud psicológica como en la salud reproductiva. Ello implica, siempre que sea posible, la reparación o reconstrucción de los órganos o zonas genitales afectadas.
Situación en Latinoamérica
En LATAM, no es una práctica común; el único país donde ha sido detectada ha sido en Colombia y localizada concretamente en la comunidad embera, el tercer pueblo indígena más grande de Colombia de los ciento dos establecidos con 250.000 miembros repartidos en una área muy extensa. En 2007, la muerte de dos niñas por infecciones derivadas de una mutilación genital visibilizó la práctica de extraer el clítoris a las recién nacidas que ha permanecido entre los embera.
Y por otra parte, a nivel migratorio, cualquier niña o mujer vinculada a los países indicados anteriormente tiene un riesgo importante de sufrir algún tipo de mutilación genital femenina en los viajes a sus países de origen.
La OMS ha realizado un estudio sobre los costos económicos que conlleva tratar las complicaciones sanitarias relativas a la MGF en 27 países en los que se ha podido obtener información. El resultado total es de US $1400 millones en un año (2018). Si no se actúa y la prevalencia de la MGF se mantiene constante, se calcula que esa cantidad ascenderá hasta 2300 millones (un 68%) en 30 años (2047). Por el contrario, si los países abandonaran esa práctica, los costos se reducirían un 60% en ese periodo de tiempo.