Por Priscila Salamanca, Gerente Comercial de Crece Inmobiliario
De acuerdo al último reporte anual del Foro Económico Mundial, en lo que respecta a equidad de género, Chile está en el puesto número 47 de 146 países, en los ítems de empoderamiento político y nivel educativo, pero aún muy distante en cuanto a la participación económica y oportunidades laborales, donde se involucra también al mundo de las inversiones, alcanzando solo el lugar 105 en esta materia.
La inversión suele estar asociada al mundo masculino, al ser un espacio dominado por este género históricamente. De hecho, desde un punto de vista científico, según el teórico financiero y neurólogo estadounidense, William J. Bernstein, una causante de esto sería la testosterona, la que haría a los hombres menos temerosos, más ambiciosos y confiados. En la otra vereda, las mujeres inversionistas, tenemos un perfil conservador, con aversión al riesgo, optando por aquellas alternativas de inversión que entreguen mayor estabilidad y seguridad en el largo plazo. Asimismo, las mujeres, a la hora de invertir buscan informarse más que los hombres (ellos confían más en sus conocimientos) e invierten con objetivos bien definidos.
Actualmente, los espacios se han ido abriendo para nuestro género, precisamente, gracias a que nuestras características han influido de manera positiva en este mundo.
Un ejemplo de esto es que hemos mejorado increíblemente el acceso a productos financieros. Hoy, más mujeres que hombres, son las que tienen alguna deuda bancaria y tarjetas de crédito, pero con menor deuda total. También, tenemos mejores indicadores de morosidad (pagar a tiempo) y de integridad financiera (deuda con respecto a sus ingresos). En la misma línea, las mujeres tendemos a contar con más productos de ahorro, pero al igual que con la deuda, los montos son menores.
Si bien, aún existe una gran brecha de género también en las inversiones, las nuevas generaciones de mujeres, millennials en adelante, son más independientes y con mayor iniciativa en la toma de decisiones de inversión.
Como consecuencia de todo esto, mejoramos nuestro acceso a créditos de largo plazo, cómo son los créditos hipotecarios. Hoy las mujeres tenemos más deuda hipotecaria, en directa relación con el aumento de mujeres que hemos visto con buenos ojos las inversiones inmobiliarias, pensadas como una forma de asegurar tanto nuestro patrimonio como el de los hijos, todo en la línea de siempre preferir inversiones de menor riesgo.
Si bien, están los depósitos a plazo y los fondos mutuos como herramientas de inversión, las inversiones inmobiliarias son las que presentan interesantes ventajas, al ser heredables, de bajo riesgo, alta rentabilidad, pueden complementar la jubilación, entre otras. Asimismo, está la posibilidad de comprar con baja inversión inicial, apalancada con financiamiento.
En este sentido, se configuran dos perfiles de inversionistas. Por un lado, están las mujeres sobre los 40 años, que ya tienen más resuelto temas como la casa propia, estudios de sus hijos y con trayectoria laboral de varios años, quienes se aventuran con diversificar y/o aumentar sus actuales inversiones, ya sea explorando por primera vez la compra de un bien con fines de inversión en vez de vivienda, o para quienes ya tienen alguna inversión inmobiliaria, se atreven a diversificar en otros mercados, cómo EE.UU. u otros modelos (pasar de renta larga a renta corta por ejemplo), o aumentar el número de propiedades aprovechando su acceso a financiamiento, y así mejorar su proyección de ingresos a la jubilación. Si bien, aún siguen siendo los hombres quienes más invierten, hemos visto que el ticket promedio de las mujeres ha aumentado, en cuanto al valor de los inmuebles.
Por otro lado, también están las jóvenes profesionales, menores de 35 años, que no aspiran a la «casa propia» cómo era antes, pues buscan tener más libertad para cambiar de domicilio, más autónomas, y que ven en la inversión inmobiliaria una alternativa poco riesgosa, rentable y a la cual pueden acceder con bajo capital inicial y baja capacidad de ahorro. En este segmento están más atentas a las oportunidades de inversión inmobiliaria, pero no necesariamente la proyectan para su jubilación, si no que apuntan a la plusvalía y generar retorno en un horizonte de inversión de aproximadamente 5 años, para luego reinvertir. Acá, el N (mujeres que invierten) y ticket promedio, tiende a ser cada vez más similar entre hombres y mujeres, lo cual es un excelente avance.
Para esto, lo recomendable siempre es buscar asesoría y estar al tanto de las oportunidades, ya que es una inversión, en general, de largo plazo, con montos altos y variadas alternativas, donde hay que entender que no necesariamente lo que funcionó para otra persona funcionará para mí.