viernes, marzo 29, 2024

Análisis: Taiwán en la nueva era de la China de Xi Jinping

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En ensayos anteriores sobre la situación de Taiwán como elemento gatillador de crisis e inestabilidad en el Pacífico[1] [2], se abordó el tema desde el punto de vista histórico, político y de gran estrategia, con foco en las potencias mundiales en conflicto, Estados Unidos de América y la República Popular China.

Un aspecto relevante en el análisis fue la visión y el poder del líder de China comunista, Xi Jinping, quien se preparaba para ser confirmado por un tercer mandato en octubre de este año, existiendo la duda sobre la postura que tomaría China sobre Taiwán una vez confirmado en su cargo por al menos cinco años más.

En este artículo, escrito al término del Congreso Nacional del Partido Comunista de China, ahondaremos en revelar la postura de China frente a Taiwán en la nueva era de Xi Jinping, considerando como base principal el reporte que este realizó frente al Congreso y el posterior comunicado oficial, junto a algunos conceptos adicionales sobre la disuasión y el futuro desde el punto de vista de Estados Unidos y Taiwán.

La centralidad del poder en China

El 16 de octubre pasado, representando al Comité Central del Partido Comunista, Xi Jinping entregó su reporte ante el Congreso Nacional del Partido, siendo aprobado el día 22 de ese mes por 2.338 delegados, al término del Congreso.

En la declaración pública del Congreso se confirmó la posición de Xi Jinping “como núcleo del Comité Central y de todo el Partido, e implementando integralmente el pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era”[3], idea que se repite y reafirma en el resto de la declaración.

Unos días más tarde, durante una conversación telefónica entre el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, y su contraparte china, Wang Yi, este último expresó que: “El logro más importante del congreso fue, en respuesta a las aspiraciones comunes de todo el Partido y el pueblo de todo el país, la determinación de la posición del camarada Xi Jinping como núcleo del Comité Central y de todo el Partido y la determinación de la posición rectora del pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era, en el cual se ha de perseverar a largo plazo”[4].

Esto constituye una confirmación del éxito de la estrategia del líder chino, en que el primer círculo es la centralidad de Xi y el Partido como primera prioridad[5], sobre la que se construyen otros objetivos y medios para lograr la revitalización de China como un país socialista con características propias.

El orden de la estrategia importa: primero la capacidad militar

Ese poder central, prácticamente sin contrapesos internos, es el que debe ser considerado en el análisis de la postura de China sobre Taiwán en la próxima década. Este aparece destacado en el reporte de Xi Jinping del 16 de octubre pasado, en el que, si bien se aprecia una continuación y coherencia con la estrategia expresada en sus anteriores discursos ante el Congreso del Partido, se advierte un tono más firme y agresivo, consistente con la afirmación del mayor poder relativo de China en el mundo.

Un elemento interesante de destacar es el orden en que se presentan las ideas de los reportes y que refleja, de alguna manera, el marco de referencia respecto de cómo el líder aprecia la situación de China, las prioridades y las líneas de acción más importantes.

Al respecto, es sintomático que tanto en el reporte de este año como en el anterior (octubre de 2017)[6], el tema de Hong Kong, Macao y Taiwán se exprese inmediatamente después del tópico de modernización y potenciamiento del poder militar y antes de la política exterior, lo que debiera entenderse que el tema de Taiwán es un asunto de política interna y que existe la voluntad y capacidad militar para resguardar sus intereses.

En ese orden, Xi Jinping afirma que continuará el objetivo de hacer del Ejército Popular uno de primer orden mundial como exigencia estratégica, fortaleciendo su entrenamiento y preparación bélica para ganar las potenciales guerras. En este título, sostiene que el Ejército Popular “tiene la convicción y capacidad para salvaguardar la soberanía, reunificación e integridad territorial del país”, dejando sin duda alguna que la reunificación es parte de las misiones para sus FF.AA.

Un país, dos sistemas. Hong Kong y Macao como referencia

Posteriormente, en su reporte, bajo el título “Mantenimiento y perfeccionamiento de la directriz de ‘un país con dos sistemas’ y promoción de la reunificación de la patria”, Xi Jinping aborda la situación de Hong Kong y Macao antes de desarrollar el tema de Taiwán.

Es importante entender que precisamente la postura respecto de Hong Kong y Macao marca la referencia para lo que aspira la República Popular China en relación con Taiwán bajo el concepto de “un país, dos sistemas”. En efecto, para estas regiones reitera las directrices sobre conceder un alto grado de autonomía, pero también con un poder administrativo general de la Dirección Central sobre las dos regiones.

También es un indicativo el hecho de que en un mismo párrafo se hable de “administración de Hong Kong por los hongkoneses” y luego expresa el perfeccionamiento del sistema institucional para poner en práctica el principio de “administración de Hong Kong por los patriotas”, es decir, aquellos que sean leales a las directrices del partido.

Una vez establecida la norma del poder político centralizado, afirma la voluntad de mantener invariables por largo plazo su sistema capitalista y estilo de vida, y así impulsar su prosperidad y estabilidad. Asimismo, expresa la voluntad de elevar el estatus internacional en cuanto a finanzas, comercio, transporte marítimo y aéreo, ciencia y tecnología innovativas, cultura y turismo, etcétera, promoviendo la conformación de un polo de desarrollo en el área de la bahía Guangdong, Hong Kong y Macao.

Nuevamente, y para culminar las directrices sobre estas dos regiones, Xi reitera el concepto de lealtad a la patria bajo la directriz “un país con dos sistemas” y deja claramente establecida la postura de combatir firmemente las fuerzas antichinas, así como las fuerzas sembradoras del caos en Hong Kong y Macao. Agrega un aspecto más clarificador de la postura respecto de la intervención extranjera al expresar que “decididamente prevendremos e impediremos la intervención de las fuerzas externas en sus [las regiones] asuntos”.

En resumen, para la República Popular China, Hong Kong y Macao son parte integral de China y desde el punto de vista político y administrativo, dependen del poder central. Se autoriza y promueve un sistema capitalista con apertura internacional, solo en la medida que genera aumento de poder económico, pero se deja claro que eso no implique una amenaza respecto de debilitar el sistema socialista marxista con particularidades chinas, dirigido por el partido, y que cualquier desvío será firmemente combatido, así como no se aceptan injerencias internas en un asunto que compete sólo a China.

Postura de China sobre Taiwán, reunificación y patriotas

En este caso, Xi parte afirmando que la reunificación completa constituye una tarea histórica inalterable. Este es un anhelo compartido por todos los chinos y una exigencia ineludible para la culminación de la gran revitalización de China.

La palabra “reunificación” se repite ocho veces en los cuatro párrafos destinados a este tema de Taiwán. A su vez, el adjetivo “patriota” se usa en numerosas oportunidades para realzar que hay una sola patria, China, con compatriotas en ambas orillas, unidos en consanguinidad y con un recio vínculo afectivo, a los cuales se desea prestar respeto, atención y beneficios, con intercambios económicos y culturales.

Las fuerzas patriotas de Taiwán se definen como aquellas partidarias de la reunificación, a las cuales se apoyará decididamente y se hace una distinción respecto de una “ínfima minoría de secesionistas adeptos a la independencia de Taiwán”[7].

Uso de la fuerza contra secesionistas e intromisión extranjera (EE.UU.)

Si bien Xi expresa que Taiwán es de China, que la solución es asunto interno y que trabajarán para una reunificación pacífica, advierte que nunca renunciarán al uso de la fuerza armada y otras medidas necesarias contra los secesionistas taiwaneses y contra las fuerzas externas que se entrometan.

En ese sentido, debe entenderse que la línea roja queda establecida en una declaración de independencia por parte de Taiwán, con o sin apoyo externo, ante lo cual la República Popular China se reserva el derecho de usar su poder militar, el que, a su vez, tiene la misión de prepararse y entrenarse para asegurar la reunificación.

Aunque no lo menciona explícitamente, esto último es una advertencia clara al gobierno de Taiwán, contrario a la reunificación, y también a los Estados Unidos, única potencia que, con apoyo de aliados en la región, puede competir militarmente con China, aunque con diagnóstico reservado, en un conflicto convencional, existiendo alto riesgo de una catástrofe mundial si escala en forma incontrolada hacia un conflicto con empleo de armas nucleares.

Recordemos que EE.UU. mantiene una posición de “ambigüedad estratégica”, sin confirmar si ejecutaría una intervención militar directa en caso de ataque militar a Taiwán. EE.UU. reconoce la postura de “una sola China” y al gobierno de la República Popular China como gobierno legítimo, pero también expresa que los asuntos deben resolverse en forma pacífica, con respeto a la voluntad de los habitantes de Taiwán. Además, mantiene una ayuda en equipamiento para su defensa militar y tiene compromisos conocido como “las seis garantías”[8].

Por su parte, Xi Jinping está dejando el margen para la no intervención directa de EE.UU. de acuerdo con lo obrado en los últimos años, pero sin que se traspase la línea roja de la declaración de independencia o su apoyo a esta opción, lo que permite a través de la “paciencia estratégica” china seguir empleando métodos diversos para avanzar en una reunificación pacífica o forzada, pero sin coerción militar directa.

¿La reunificación de Taiwán es prioritaria para la estrategia China?

El tema de la reunificación de Taiwán se desarrolla sólo en la mitad de uno de los quince títulos en que se divide la presentación del reporte de Xi Jinping al Congreso del Partido, siendo la otra mitad de este título el desarrollo del tema Hong Kong y Macao. Todo el resto de la presentación aborda temas de política interna, ideológicos, estabilidad social y seguridad, desarrollo económico, científico, tecnológico e innovación, desarrollo verde y fomento de la coexistencia armoniosa entre el ser humano y la naturaleza, etcétera.

Esto indica que reunificar Taiwán no es prioridad de corto plazo frente a la magnitud de los otros desafíos que enfrenta China, para lo cual necesita estabilidad mundial y un ambiente positivo frente a una China en expansión económica y política, por lo que la iniciativa de cruzar la línea roja no sería de China por ahora. Eso no obsta a que se mantenga como objetivo de largo plazo y se siga ganando espacios y objetivos parciales sin recurrir a la coerción militar para establecer “nuevos” statu quo.

Si bien algunos análisis militares en EE.UU. indican el año 2027 como la fecha en que las FF.AA. chinas estarían en condiciones de ejecutar una invasión, esta capacidad no necesariamente implica una decisión política, en particular por todos los riesgos que conlleva para los objetivos de desarrollo de China.

Tampoco China ha fijado una fecha para lograr la reunificación. En su comunicado final, el Congreso del Partido señala que el arreglo estratégico general se desglosa en dos fases: de 2020 a 2035, cumplimiento básico de la modernización socialista, y de 2035 hasta mediados de siglo, “transformación de nuestro país en un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y bello”[9].

El 30 de octubre pasado, a través de su ministro de RR.EE., Wang Yi, China le expresó al secretario de Estado de EE.UU. que se adhiere a una política exterior que salvaguarde la paz mundial y desarrollo común, que continuará su apertura al exterior y que, con la modernización y desarrollo de China, se promoverá el progreso general de la humanidad y se otorgarán nuevas oportunidades al mundo.

En la misma ocasión, Wang expresó que la parte estadounidense, de querer entender realmente a China, debiera leer y estudiar detenidamente el informe del XX Congreso que se ha analizado en este ensayo, dejando de hacer conjeturas subjetivas o prejuicios ideológicos.

El tema Taiwán no fue mencionado, al menos en el comunicado oficial de la reunión, y los principales temas tratados fueron las medidas estadounidenses de control de exportaciones e inversión en China, lo cual esta última reclama como actos ilegales de contención y represión, y la cuestión de Ucrania, en que China aboga por la moderación y las negociaciones.

El futuro, disuasión, statu quo y competencia estratégica

El término del Congreso del Partido Comunista y la mantención de Xi Jinping en el poder no han variado la postura de Estados Unidos ni del gobierno de Taiwán.

Estados Unidos está siguiendo su estrategia de invertir, alinear y competir con China[10], destacando las recientes restricciones a industrias tecnológicas para intentar ralentizar el desarrollo de China mientras se revierte la pérdida de capacidad relativa propia.

Asimismo, las recientes publicaciones de las estrategias de seguridad nacional y documentos subordinados en Defensa también dan cuenta del esfuerzo en mantener una capacidad militar multidimensional y una resiliencia acorde con el nuevo escenario en que China es el principal competidor estratégico.

Esta capacidad militar, sumada al esquema de alianzas regionales tanto a nivel militar como político, es la que otorga la habilidad de disuadir del empleo de la fuerza directa por parte de China, en particular por los costos políticos y militares en su estrategia de largo plazo.

La política interna y los procesos eleccionarios en los Estados Unidos, que a diferencia de China posee un Congreso con atribuciones y poder para influenciar la política exterior del presidente, generan inquietudes en ciertos círculos, en particular respecto de la posibilidad de apoyo a una línea más dura proindependencia de Taiwán.

Si bien es una posibilidad de alto riesgo, la probabilidad de ocurrencia de que Estados Unidos, finalmente, opte por cruzar la línea roja es baja, ya que racionalmente sería una acción que afectaría intereses vitales de la nación y, a su vez, existen balances en la organización política que pueden impedirlo.

Para el gobierno y la población de Taiwán, la situación sigue siendo compleja y se cree que las inversiones en Defensa y Seguridad estarían más enfocadas a convertirse en un “puercoespín”, ante una eventual invasión (con armas para una resistencia asimétrica), y también en resiliencia, ante un eventual bloqueo marítimo y aéreo a la isla principal.

Lo que se aprecia difícil es que cambie la apreciación negativa de la gran mayoría de la población de Taiwán respecto de una eventual reunificación, en particular después de apreciar el ejemplo de Hong Kong, como asimismo su voluntad de defender su democracia y su libertad incluso ante la acción militar de un enemigo superior, siguiendo el ejemplo de Ucrania.

Lo anterior agrega un factor determinante en la ecuación sobre el proceso de toma de decisiones respecto de la relación de Taiwán con China, en donde se aprecia más conveniente para todas las partes una convivencia pacífica y un desarrollo económico interrelacionado, con canales de comunicación abiertos, y una voluntad de competir, pero sin arriesgar una escalada militar.

Esa es, precisamente, la tarea de los líderes políticos y de opinión en todos los países.

*** Cristián de la Maza, research fellow AthenaLab.

Referencias:

[1] De la Maza, C. “Taiwán y la trampa de Tucídides”, ensayo publicado por AthenaLab el 5 de agosto de 2022. Disponible en: https://athenalab.org/wp-content/uploads/2022/08/ENSAYO-Taiwa%CC%81n-y-trampa-de-Tuci%CC%81dides.pdf

[2] De la Maza, C. “Taiwán: Fractura entre grandes potencias”, ensayo publicado por AthenaLab el 19 de agosto de 2022. Disponible en: https://athenalab.org/wp-content/uploads/2022/08/CDLM-Taiwa%CC%81n-fractura-potencias.pdf

[3] Ministerio de Relaciones Exteriores de China, declaración sobre clausura del XX Congreso Nacional del PCCh https://www.mfa.gov.cn/esp/zxxx/202210/t20221024_10790672.html

[4] Ministerio de Relaciones Exteriores de China, “Wang Yi sostiene conversación telefónica con secretario de Estado de Estados Unidos Antony Blinken”. Disponible en: https://www.mfa.gov.cn/esp/zxxx/202211/t20221101_10795155.html

[5] De la Maza, C. “Taiwán y la trampa de Tucídides”, p. 3.

[6] Texto íntegro de informe al XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, disponible en http://spanish.people.com.cn/n3/2022/1026/c31621-10163394.html

[7] Al respecto, según los resultados de las últimas elecciones democráticas y encuestas en Taiwán, las fuerzas que se oponen a una reunificación, no necesariamente con una declaración formal de independencia, serían una mayoría en aumento. Eso va aparejado a un incremento en la identificación como “taiwaneses” en la población.

[8] De la Maza, C. “Taiwán: Fractura entre grandes potencias”, p. 7.

[9] Texto íntegro de informe al XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, disponible en http://spanish.people.com.cn/n3/2022/1026/c31621-10163394.html

[10] De la Maza, C. “Taiwán: Fractura entre grandes potencias”, p. 13.

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