Esta semana fuimos testigos de cómo la Ministra del Interior chilena, Izkia Siches, se tuvo que disculpar por usar el término “Wallmapu”. Y es interesante la discusión que se generó con los argumentos a favor y en contra de esas disculpas. Por un lado, la oposición, manteniendo la línea pro-Argentina del Gobierno de Piñera y su Canciller Andrés Allamand, exigía disculpas por el vocabulario usado. En cambio, desde los partidos de gobierno se notó una cierta decepción dado que la Ministra Siches demostró que simplemente usa términos obtenidos de Wikipedia, con muy poca convicción y sin claridad intelectual para usarlos en un contexto adecuado.
Esto no tendría mayor importancia, sino fuera que en la agenda de esta semana se juntan dos temas: la primera visita del Presidente Gabriel Boric a Argentina y la conmemoración de los 40 años de la invasión Argentina a las islas Falklands/Malvinas.
Hay un cierto consenso de que ambos temas son diferentes, pero indudablemente tienen muchos puntos en común. Y en esa línea Argentina ha tratado de homologar el caso de Malvinas/Falklands con el conflicto de las islas Chagos en el Océano indico, en el cual la Corte Internacional de Justicia emitió una opinión jurídica en la que declaró que el “derecho de autodeterminación” constituía un derecho humano fundamental, que no se puede obviar en temas relacionados a descolonización.
De la misma forma hemos escuchado el término “derecho de autodeterminación” varias veces en la Convención Constitucional, además que los pueblos indígenas claman por “respeto”. De esta forma ha a aparecido una gran preocupación en Chile con respecto a las exigencias de los pueblos indígenas y varios analistas avizoran el comienzo de grandes conflictos por venir, dado que las libres interpretaciones de ambos términos auguran conflictos y desavenencias.
Y si vemos el conflicto por las Malvinas/Falklands, el tema es básicamente el mismo, dado que no hay acuerdo de los deberes y derechos de las partes en conflicto, además de que el nacionalismo extremo no permite margen de negociación racional alguna.
Han pasado 40 años del conflicto, y en el caso de Argentina es imposible que ellos hagan un análisis objetivo de lo que sucedió, ya que son incapaces de hablar de este tema de forma desapasionada y basada en hechos concretos. La vasta imaginación argentina les nubla la visión de realidad. Como ejemplo, ante mi pregunta con una persona que sabe mucho del tema, en la cual pregunté que obtuvo Argentina en la guerra, él sin titubear me respondió: “Respeto”.
En un país, como Argentina, con una pobreza que se encamina sobre el 50%, con unas FF.AA. en las que se gasta un monto parecido al de Chile, pero que constantemente sufren accidentes de diversa índole, con lamentables pérdidas humanas, justificar de forma casi unánime una Guerra de agresión en la que se obtuvo “Respeto” es una falta de humanidad atroz y una muestra clara que el nacionalismo exacerbado no es un aporte a la sociedad.
Por tal razón es importante sacar lecciones rápidas de estos errores y comenzar cuanto antes un diálogo sincero con las Naciones Indígenas de Chile. Porque su búsqueda de “respeto” no se puede producir tratando de exacerbar un nacionalismo, que más temprano que tarde va a producir más problemas que beneficios.
El “respeto” se obtiene con diálogo y negociaciones sinceras, donde el nacionalismo de cualquier índole no tiene cabida. Y si la Convención Constitucional no entiende eso… no habrá solución factible.