Una de las máximas, principales, principalísimas preocupaciones del Presidente Sebastián Piñera, tanto en su primera administración como en este, su segundo mandato que está en su etapa final, es el «LEGADO», es decir, dejar «recuerdos imperecederos» -como los dejados por los faraones- para la las próximas generaciones, pensando siempre en ser recordado como un gran estadista.
Pero qué obras materiales quedan en el «Legado Piñera», más allá de rimbombantes placas que deja puesta en algunos edificios públicos a los que, bajo su mandato, le dieron una «mano de gato». Obras macizas, monumentales, NINGUNA.
Lo que sí se puede considerar como su verdadero legado es haber instaurado una forma de gobernar marcada por la reacciones tardías a las crisis.
Es inexplicable cómo este Presidente dejó avanzar crisis como la del 18 de octubre que lo hizo tambalear en su cargo, o la reciente crisis migratoria en el norte sin buscar soluciones o diálogo o negociaciones para evitar su escalamiento.
Proponer soluciones una vez que la «sangre llegó al río» solo habla de la incapacidad del gobernante de turno para ejercer su rol de Mandatario. Lo anterior se agrava con la inoperancia de su Comité Político, Segundo Piso y Asesores, que se han mostrado como incapaces de, justamente, brindar un asesoramiento adecuado al Jefe de Estado.
Piñera prefirió dejar que incendiaran el Metro mientras comía pizza en una actitud totalmente irresponsable para quien detenta el máximo poder de la Nación. Lo mismo ocurrió y ocurre hasta ahora con la crisis migratoria. No fue capaz de reaccionar a tiempo tras lo ocurrido en Iquique -lo hizo 48 horas después- pero sí fue capaz de hacerse parte de un show internacional en Cúcuta para interferir en un tema interno como es la cuestión venezolana y en donde abrió la puerta a esta avalancha de venezolanos que hoy deambulan como zombies por las ciudades del norte.
Para qué decir lo que ocurre en La Araucanía, donde el Estado simplemente no existe. Lo mismo ocurre con la delincuencia que simplemente pasó por sobre La Moneda y la inoperante Subsecretaría de Prevención del Delito.
Es decir, por donde se busque, solo hay reacciones tardías de parte de Piñera.
Quizás el único legado que se puede preciar de tal es el efectivo proceso de vacunación contra el Covid y quizás porque aún no se conoce el verdadero costo para la Nación, porque el acuerdo con China no es «por lindo» -parafrasendo al senador Ossandón-. Cabe la duda acera de qué hipotecó su Gobierno con Beijing para haber tenido este trato preferencial que permitió vacunar exitosamente a la totalidad de la población del país, aunque en una emergencia de este calibre, sin embargo, también debe destacarse que la salud de la población no puede medirse por un costo, máxima que parece olvidar para las otras crisis que mediocremente ha tratado de enfrentar. Por lo mismo, este «legado» aún está en proceso.