Habiendo sido siempre un defensor de que se evaluara la satisfacción de los chilenos con sus instituciones armadas en la medición que Cadem hace todos los meses a un conjunto de organizaciones que califican para ser llamadas instituciones, la publicación de su versión del 10 de mayo 2021 me hizo cambiar de opinión, ya que encuentro que derechamente ayuda a llevar a los institutos armados a ser actores políticos, algo que estos no buscan, pero que muchos desean y que claramente sabemos no es deseable.
Cadem en forma mensual presenta el resultado a la pregunta: ¿Usted aprueba o desaprueba el trabajo que está desempeñando…? Esta pregunta se realiza respecto de 24 instituciones que van desde Bomberos a los partidos políticos en lo que es una definición bastante liviana de lo que es una institución, pero bueno la encuesta de ellos y pueden preguntar lo que quieran.
El resultado de esa pregunta siempre se muestra respecto del mes anterior en forma de gráficos de barra y como parte de un cuadro que muestra la evolución histórica desde que existe la pregunta. No se incluyen las razones de las alzas o bajas de unos u otros y es simplemente un dato duro que deja feliz a los que suben, y buscando explicaciones a los que bajan.
Con el tiempo se han ido incluyendo a mas organizaciones en esta medición, que incluye desde las fuerzas armadas y las policías hasta el Colegio Médico, pasando por los partidos políticos, el Congreso y Poder Judicial, hasta llegar a servicios públicos como el Servel y el Registro Civil. Esto en si mismo ya incrementa el riesgo de que se les vea a las fuerzas armadas como organizaciones que tienen un carácter político y no solo de servicio público. Me refiero al hecho de que se comparen actores claramente políticos con otros que no lo son y que esa comparación tenga como conclusión el cuales son peores o mejores. Comparar peras con manzanas nunca ha sido algo metodológicamente sano, pero entiendo que hay algunos aspectos positivos de saber cómo los chilenos las ven es algo que uno puede aceptar, pero ya no es aceptable la medición cuando se incluyen a las personas que dirigen las instituciones armadas y las policías. Eso es claramente cruzar el Rubicon.
En la encuesta publicada hoy 10 de mayo se incluyó al igual que en la del 13 de diciembre de 2019 a los comandantes en jefe y los directores generales de las policías junto a una selección de personas que Cadem califica como personajes públicos, cubriendo en esta oportunidad desde Carlos Peña hasta el Cardenal Arzobispo de Santiago, y pasando por rectores de las principales universidades y otros de alta presencia mediática.
Para Cadem esto puede tener un propósito estadístico muy claro y no tendencioso, pero el problema es que estamos incluyendo a personas que dirigen las instituciones que tienen el monopolio de las armas, que son apolíticas, no deliberantes y responsables por el resguardo de la soberanía en un caso y otras por el orden publico. No logro entender cual es el beneficio de saber el nivel de conocimiento de un comandante en jefe es bueno o malo, o bien si su imagen es positiva, negativa o muy negativa. Me pregunto yo cuales son las consecuencias de esa información, ¿qué uso se le da si uno de ellos sale muy conocido y de imagen altamente positiva, o en contrario si su imagen es negativa? ¿Qué pasa si un comandante en jefe en los tiempos que nos ocupan sale primero en ambos atributos?, ¿se imaginan la trifulca que se armaría?
Meter a los comandantes en jefe y los jefes de las policías y sus instituciones en mediciones de este tipo tiene, en los tiempos actuales, claros riesgos de politización por parte de terceros del accionar de ellas o de que las quieran llevar a terrenos que no les son propios, como también lo es el estar a cargo de Chile durante 14 meses producto del estado de excepción constitucional en que estamos, en donde generales, almirantes y coroneles siguen a cargo de aspectos no menores de la administración del estado en clara contravención de lo que se supone es algo excepcional y no permanente.
Quizás no sea conveniente seguir midiendo la satisfacción con las instituciones armadas y menos la de quienes las dirigen. No las queremos como actores políticos y en eso el ejecutivo y Cadem pueden ayudar.