QUITO (AP) — Guillermo Lasso asumió el lunes las riendas de Ecuador para un periodo de cuatro años en medio de una economía duramente golpeada por la pandemia y con un plan de vacunación contra el coronavirus que marcha con retrasos. La crisis sanitaria también acrecentó la pobreza en la nación andina.
Ya en el cargo, y fiel a su ofrecimiento, suscribió un decreto estableciendo las Normas de Comportamiento Ético-Gubernamental que, entre otros temas, prohíbe contratar a parientes en el gobierno, colgar la fotografía del presidente o realizar festejos personales en las oficinas públicas y recibir o recolectar donaciones para ministros. Tampoco admite la recepción de regalos que superen los 100 dólares para el presidente.
Además decretó la eliminación de las listas de riesgo financiero de más de 1,7 millones de personas que quebraron o tenían deudas de hasta mil dólares como consecuencia de la pandemia, lo que les impedía conseguir trabajo o ser acreedores a nuevos créditos. La disposición no impide a los acreedores cobrar los valores pendientes. También suscribió otro decreto en el que garantiza el absoluto respeto a la libertad de expresión, y derogó una ley orgánica de comunicación del 2014, cuando Rafael Correa era presidente (2007-2017) y fustigaba constantemente y lideraba ataques a la práctica periodística.
Tras ello el mandatario aseguró que la derogatoria de la ley de comunicación busca “que no quepa la menor duda de que vivimos un gobierno democrático. Este es un gobierno que promueve un Ecuador libre y que cualquier ecuatoriano tendrá el derecho de expresar su opinión de criticar a los poderes constituidos, y que aquí ni le va a pasar absolutamente nada, ese es el objetivo”.
En su discurso inaugural, Lasso dijo que “en esta transmisión del mando no sólo debe ser el presidente quien asume el desafío, debemos de ser todos juntos, que toda la ciudadanía sienta que el poder regresa a sus verdaderos dueños, a ustedes los mandantes, los ciudadanos, el pueblo ecuatoriano, la sociedad civil”.
Ofreció luchar sin tregua por las causas de las mujeres, de los indígenas, de los agricultores, de los emprendedores, buscar el comercio con todos los países del mundo e invitó a muchas organizaciones no gubernamentales a retornar a Ecuador luego de que fueran expulsadas en el gobierno de Rafael Correa (2007-2017).
Acerca de su ofrecimiento de vacunar a nueve millones de personas en los primeros 100 días, señaló que “responderemos desde múltiples frentes juntando todas nuestras fuerzas para maximizar soluciones que arrinconen al virus. Será el más grande despliegue logístico de nuestra historia para cumplir con el más sagrado deber, salvar la vida de sus ciudadanos”.
Lasso, de 65 años, pidió en su largo discurso inaugural el apoyo del Consejo Nacional Electoral para poner en marcha un plan de vacunación. Hasta el momento, Ecuador ha inmunizado apenas al 3% de un total de 17 millones de ecuatorianos.
Añadió que no será un gobierno que solo promete, sino que comprometa a todos para sacar adelante el país y convocó a los ecuatorianos a asumir los desafíos que impone el futuro “enormes retos que no pueden ser enfrentados aisladamente por ni el presidente ni por la Asamblea, para concretar un gobierno democrático … es necesaria una concurrencia democrática sin precedentes”.
Tanto el inicio de su discurso cuando agradeció a su esposa, María de Lourdes Alcívar, y cerca del final, cuando agradeció a Dios, Lasso tuvo que hacer una pausa porque se le quebró la voz.
La presidenta de la Asamblea, Guadalupe Llori, quien le tomó el juramento de rigor y le impuso la banda presidencial, señaló que “hoy surge la posibilidad de crear un país nuevo”, y añadió que “después de más de una década se respira libertad y democracia en un cambio de mando”.
Tras la toma de juramento de Lasso, la ceremonia entró en pausa hasta que abandone el recinto el mandatario saliente, Lenín Moreno, en medio de aplausos y de algunos gritos destemplados,
A la investidura asistieron el rey de España Felipe VI, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro; el presidente de Paraguay, Mario Abdo, el presidente de República Dominicana, Luis Abinader y de Haití, Jovenel Moise, entre otros altos dignatarios extranjeros. La presidenta de la Asamblea Nacional, Guadalupe Llori, le impuso la banda presidencial al exbanquero.
Uno de los principales retos del nuevo jefe de Estado será afrontar la crisis económica derivada del alto endeudamiento estatal, de alrededor de 60.000 millones de dólares, un déficit fiscal de 7.000 millones de dólares, agravados desde hace más de un año por la pandemia.
La crisis sanitaria causó el año pasado la paralización del 70% del aparato productivo nacional y provocó el desempleo a más de 600.000 personas, según informes oficiales. Por otra parte, la extrema pobreza se disparó de 7,6% a 12,8% debido a la pandemia, de acuerdo con organismos internacionales.
A ello se suma el hecho de que en la Asamblea Legislativa el nuevo presidente contará con una mayoría de 70 legisladores, lo que según analistas implica una precaria ventaja para la aprobación de leyes necesarias y de reformas que permitan cumplir sus ofertas de campaña, entre las cuales están elevar a 500 dólares el salario mínimo, la creación de dos millones de empleos, rehabilitar la red vial del país y pagar deudas del Estado con diversos sectores públicos.
Uno de los compromisos de campaña de Lasso fue lograr la inmunización de nueve millones de ecuatorianos en sus primeros 100 días de gobierno, para lo cual ha realizado acercamientos con casas farmacéuticas de Estados Unidos, China y Rusia, a fin de garantizar la provisión de millones de dosis.
El nuevo líder se presenta como un liberal en temas económicos y conservador en temas religiosos y sociales, aunque ha prometido que respetará a quienes no coincidan con su forma de pensar.
Lasso llegó al poder en su tercera elección. La primera fue derrotado por el izquierdista Correa y en la segunda por Moreno, en 2017. El 11 de abril ganó el balotaje ante otro delfín de Correa, Andrés Arauz.