jueves, diciembre 26, 2024

Murió Carlos «dulcito» Menem confirma prensa argentina

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El expresidente, exgobernador y senador de La Rioja Carlos Menem falleció a los 90 años en el Sanatorio Los Arcos, donde había sido internado hace un tiempo por un cuadro de infección urinaria, informa Página 12.

La crónica del ahora fallecido ex mandatario que alguna vez estuvo casado con la también controversial Cecilia Bolocco, quién le llamaba «ducito», recuerda el pasado de este político argentino:

El golpe del ’76 lo encarceló. Durante dos años transitó diferentes prisiones, tras los cuales le concedieron libertad vigilada. Eligió Mar del Plata. Otra de sus debilidades, además de las mujeres, fue la farándula y en la Perla organizaba reuniones con Alberto Olmedo, Carlos Monzón y Susana Giménez. Eso motivó su traslado a Tandil y de allí a Formosa, donde fue alojado como huésped por la familia Maza. Inimputable, no pudo con su carácter y mantuvo una relación con la hija de los Maza, de 22 años, con quien tuvo un hijo. La mujer fue después diputada nacional y mantuvo a lo largo de su vida un conflicto legal para que Menem reconociera legalmente a su hijo Nair. En 2003 la mujer se suicidó.

A la salida de la dictadura, Menem ya no fue el mismo. Viajó a España para conseguir el padrinazgo de Isabel, quien ni quiso recibirlo. Fue una forma de hacerle saber que Perón le había desconfiado siempre. Ganó las elecciones de 1983 en La Rioja y comenzó su carrera hacia las presidenciales de 1989.

Todavía conservaba sus patillas folclóricas y la melena larga hasta los hombros sobre el poncho gauchesco, cuando criticaba a su adversario en la interna pejotista Antonio Cafiero. Desmedido y aparatoso en alguno de sus discursos, amenazó con bombardear Washington si los aviones norteamericanos bombardeaban la Libia de Khadaffi. Se dijo que había recibido dinero de Libia y de Siria para la campaña. Y que su traición a esos compromisos cuando envió barcos a la guerra contra Irak, habían provocado después los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA y la muerte de su hijo Carlos Jr.

En el último año de su gobierno Raúl Alfonsín quedó contra las cuerdas por una hiperinflación descontrolada y Menem tuvo que anticipar su asunción. La impresionante demostración de fuerza de las corporaciones que especulaban en el mercado del dólar había provocado la salida de Alfonsín y disciplinó cualquier fantasía de juventud del patilludo riojano. Rápidamente se afeitó, se cortó el pelo y se olvidó de sus admirados caudillos. A partir de allí su gobierno fue lo más opuesto a los principios que había profesado en su ingreso a la política.

Ladrillo por ladrillo, hizo lo que ni siquiera los gobiernos militares habían podido hacer. Se dedicó a desmontar lo que aún quedaba en pie de los primeros gobiernos peronistas: privatizó todos los servicios de agua, gas y electricidad, las comunicaciones, los altos hornos y el acero, los ferrocarriles, Aerolíneas, desreguló la economía. Hizo lo que ni siquiera los gobiernos más neoliberales del mundo habían hecho: privatizó la petrolera estatal YPF.

Las empresas del Estado fueron privatizadas a precio vil a cambio de papeles de una deuda ilegítima, gran parte tomada por los gobiernos militares. Y ese proceso se prestó a una lluvia de denuncias por coimas y corrupción.

Amnistió a los jefes de la dictadura que habían sido condenados por graves violaciones a los derechos humanos y bloqueó la realización de otros juicios, buscó la alianza con las derechas antiperonistas y se abrazó con el enemigo más odiado del peronismo, el verdadero inspirador de los fusilamientos y la represión a los peronistas, Isaac Rojas. Su canciller definió la política exterior como “de relaciones carnales” con Washington y buscó la reconciliación con Gran Bretaña subordinando el reclamo de soberanía en Malvinas.

Y así dió por perimido el contenido nacional y popular histórico del peronismo, al que consideró “anacrónico y congelado en el ’45”. Convocó a Domingo Cavallo, que aceleró el proceso de quiebras en la pequeña y mediana industria y fundió a los productores del campo. Privatizó las jubilaciones y creó la estafa de las AFJP. Millones de ciudadanos quedarían sin jubilación en el futuro.

Fue una fiesta para ricos. En los primeros años, la política económica del menemismo que favoreció a las grandes corporaciones, creó también una ilusión de prosperidad de la clase media media y alta, al mismo tiempo que aumentaba la desocupación, se multiplicaban los pueblos fantasma en el campo y las economías regionales se fundían.

Atrás quedaron sus romances versionados con pulposas vedettes, las fantasías alimentadas sobre sus desempeños sexuales de macho cabrío, su divorcio escandaloso, sus almuerzos y fiestas con la farándula, sus partidos de fútbol y básquet. Y se perdió el eco de sus discursos rocambolescos del principio sobre Facundo Quiroga o los que comparaba a Perón con Julio César y Napoleón Bonaparte y los posteriores, cuando prometía naves espaciales argentinas con pasajeros que saldrían desde las serranías cordobesas, hacia el espacio exterior y desde allí a cualquier parte del mundo en menos de hora y media.

El escándalo del tráfico ilegal de armas a la guerra civil en la ex Yugoeslavia, los atentados terroristas contra la embajada de Israel y contra el edificio a la AMIA involucraron a su gobierno en una trama siniestra. La investigación de los atentados fue obstaculizada desde su gobierno a partir de lo cual los atentados quedaron impunes y en la incógnita. Zulema Yoma, la ex esposa de la que se separó tras expulsarla de la Quinta presidencial de Olivos, vinculó esa oscura trama con la muerte de su hijo Carlos Junior en un accidente aéreo.

Sus políticas, entre ellas la instalación forzada de un tipo de cambio que equiparaba un peso a un dólar, crearon las condiciones para la profunda crisis del 2001-2002, que derrocó varios gobiernos.

Intentó regresar a la presidencia en 2003 y ganó en primera vuelta ante una oposición fragmentada. Su principal oposición provenía del peronismo, que también llegaba dividido. Cuando estuvo a punto de ser arrollado por Néstor Kirchner en la segunda vuelta del 2003, se retiró y mantuvo así invicta su curricula electoral.

Animal político, con la picardía y la astucia del zorro, fue capaz de todo para ganar una elección, hasta fraguar un casamiento en el otoño de su vida con una ambiciosa joven chilena ganadora de concursos de belleza, con la que incluso tuvo un hijo. Pero el matrimonio duró poco, después de su ocaso en la político. El triunfo del kirchnerismo lo redujo a la mínima expresión. Apenas le alcanzó para un plaza por La Rioja en el Senado que lo puso a resguardo de cualquier acción judicial. Su último posicionamiento político lo ubicó en un pequeño bloque en el Senado en alianza con el macrismo junto a Miguel Angel Pichetto, otro fugitivo del peronismo.

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