Claramente es insuperable e incombustible. Cada dos meses saca un conejo del sombrero y nos asombra, pero ahora nos dejó interdictos/as por un momento. Pero Dios mediante nos recuperamos y aquí estamos, para cuestionar su poco pulcro y deficitario manejo político de la cartera de educación en el contexto de pandemia.
El 8 de septiembre de 2020, el Ministro de Educación Raúl Figueroa, ingresó al Congreso un proyecto de ley con un solo artículo, que decía: “Establece normas excepcionales para el pago de las subvenciones educacionales del decreto con fuerza N°2, de 1998, del Ministerio de Educación, ley de subvenciones, en el contexto de la pandemia COVID 19”.
En resumen, este proyecto pretende establecer, que: “Autoriza a que a los establecimientos educacionales que volvieron a clases a partir del 1ero de julio 2020, se les cancele la subvención por lo que resta del año 2020, como también, enero, febrero y marzo del 2021, con el promedio igual o más alto de asistencia de marzo, abril y mayo del 2019”.
Todo lo anterior es debido a la baja matrícula y asistencia promedio que escuelas, liceos y colegios han tenido durante la pandemia, y a los magros ingresos que han tenido durante el período, considerando el promedio de los ocho días de clases de marzo de 2020. Esto afectó gravemente las arcas de los sostenedores en todas las subvenciones: General, Subvención Escolar Preferencial (SEP), Programa de Integración Escolar (PIE), etc.
Este proyecto de ley pudiera hacernos pensar que el ministro Figueroa mutó y se transformó en buena persona, altruista y solidario; pero lamentablemente no es así y ni cerca de ello anda, pues el aumento de pago que esta forma tiene no alcanza ni para financiar un cuarto de lo que la autoridad sanitaria exige en insumos y logística para abrir los establecimientos, volver a las clases presenciales e incorporarnos en las fases que indica el plan paso a paso presentado por el gobierno. No sólo es un engaño más, sino que una forma de chantajear, brutal e inhumana, del jefe de la cartera, buscando el retorno a clases presenciales y colocándonos en una lógica financiera, como en las apuestas del más rasca de los casinos clandestinos de barrio, a través de la simple oferta y demanda.
Quizás nuestro ministro pensó que nosotros/as actuamos por reflejo condicionado, como lo experimentó Pávlov,el cual observó que la salivación de los perros que utilizaba en sus experimentos, se producía ante la presencia de comida o de los propios experimentadores, determinando que podía ser resultado de una actividad psicológica, a la que llamó “reflejo condicionado”. De seguro creyó que al ofrecernos más recursos volveríamos salivando y contentos a las clases presenciales.
¡Se equivocó, ministro! Por dignidad, por la salud de nuestras comunidades educativas y porque hemos llevado un buen proceso de enseñanza aprendizaje a distancia, para quienes tienen y no tienen Internet, no volveremos este año. Pero sí, ya estamos planificando la vuelta semi presencial para el 2021 y lo invitamos a dialogar sobre ello, con los actores de las comunidades educativas, especialistas en salud, epidemiólogos y académicos, en nuestra Mesa Técnica, ¡Pedagógica y Social! (Él sabe desde qué comuna le escribimos).
¿Cómo entender la lógica racional y actitudinal del ministro? Es muy difícil, él sabe que el estrés producido por la pandemia, el tener que estar innovando pedagógicamente para poder llegar con el proceso a distancia a nuestros estudiantes, entregando las canastas de alimentos de JUNAEB, participando activamente en el proceso de vacunas de nuestros estudiantes y además repartiendo las cajas del programa de Alimentos Para Chile del gobierno, sumado al temor a contagiarnos nosotros y nuestras familias, nos cuenta entender su actuar y a lo que nos ha sometido durante estos ya casi siete meses.
¿Por qué no impulsó este proyecto en abril o mayo? Estábamos y seguimos en un contexto de incertidumbre total. Nos cargó esta tremenda mochila económica encima, de ver como pagábamos los sueldos a las y los profesores y funcionarios(as) de los establecimientos educacionales, además de nuestros proveedores, con miles de millones menos que el año 2019, al habernos pagado la subvención de acuerdo al promedio de los ocho días trabajados de marzo de este año. Él sabe que el proceso de matrícula se termina, sobre todo en los establecimientos municipales, a mediados de abril, sin considerar, además, que este año, a raíz de las movilizaciones sociales de los primeros días de marzo, muchos apoderados/as no enviaron a sus niños/as a clases o simplemente no los matricularon.
Definitivamente creemos que el ministro no conoce el sistema educacional o su vocación de burócrata y técnico fundamentalista lo convierte en un actor dañino para el sistema escolar chileno. En este sentido resulta penoso leer en el informe económico del proyecto lo siguiente: “Así, el eventual efecto presupuestario de este proyecto de ley ya se encontraba previsto en la Partida de Educación de Ley de Presupuesto de 2020, por lo tanto, no irrogará un mayor gasto fiscal”.
Es decir no es ningún esfuerzo extra del gobierno, por el contrario, el presupuesto 2020 que aborda la subvención, tenía contemplado un mayor pago de lo entregado a los establecimientos educacionales a partir de abril en adelante, es decir, ahorro mucho porque pago menos y aunque su proyecto vea la luz, igual tendrá para hacer saldo final anual de caja, teniendo recursos por subvención ahorrada no pagada, para reasignar y quizás contratar a honorarios a personas naturales en proyectos rimbombantes, pero alejados de las necesidades del sistema escolar de nuestro país.
Pero no hay mal que por bien no venga. El proyecto que presentó a la Cámara de Diputados salió al Senado de manera diferente a como lo había pensado: “El pago a los establecimientos para lo que queda del 2020, y los meses de enero, febrero y marzo 2021 se hará con el promedio igual o más alto de la asistencia de marzo, abril y mayo de 2019, considerando a los establecimientos que vuelvan o no vuelvan a clases presenciales”. Ahora depende del Senado.
Por otro lado, su actuar y proyecto excluyente y segregador, instaló un tema fundamental para la hoja en blanco del Proceso Constituyente que pronto comenzará, esto es: el actual sistema de financiamiento del sistema escolar chileno – pago por asistencia promedio-simplemente no resiste.
Por ello hago un llamado desde esta humilde tribuna a los gremios de la educación, a los partidos políticos y parlamentarios de oposición, a las asociaciones de padres y apoderados, a instalar el tema del financiamiento del sistema escolar. Lograr esto, sería completar el último pilar de la Ley de Inclusión, que es sacar el mercado de la trayectoria educativa y de las instituciones que componen el sistema escolar.
Nuestra propuesta es:
La subvención debe idealmente ser financiada por “presupuesto de la nación”, a partir de la información que entregue el INE, MIDEPLAN, JUNAEB y MINEDUC respecto a la cantidad de alumnos/as que hay en edad escolar en nuestro país y del número de personas jóvenes /adultos que no tienen octavo básico y cuarto medio rendido, en Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA). O vía matrícula,como se ha solicitado innumerables veces, con fechas definidas entre el 30 de abril y el 30 de noviembre, como lo establece el SIGE (Sistema de Información General del Estudiante). O también por número de cursos de cada establecimiento escolar.
Finalmente, debemos señalar que nuestro ministro ya no solo no recuperó el olfato y el gusto, sino que se quedó en cuarentena y con cero trazabilidades para siempre. Pero no obstante a esta condición, se superó a sí mismo. Con este proyecto mostró su lado más neoliberal y de burócrata furioso, poniendo por sobre la salud de miles de estudiantes y trabajadores la reactivación del sistema económico al cual representa. Puede sentirse orgulloso, señor ministro, porque cuando más protección, solidaridad, certeza y apoyo se requería, usted nos entregó especulación, oferta, demanda e incertezas, batiendo su propio récord. ¡Ah! Y para que no diga que vemos todo malo en su gestión, no nos referiremos a la vuelta a clases presenciales en Pelarco o Pirque, o a los 70 colegios que volvieron parcialmente a clases, de un total de más de 12.000 establecimientos del país.
Sobre el autor:
Fernando Ochoa del Río, expresidente Comisión de Educación,Partido Socialista de Chile