La nueva película documental de Netflix busca adentrarnos en la experiencia de psicodélicos como el LSD o los Hongos Alucinógenos a través de historias de varios famosos como Sting, Ben Stiller, Anthony Bourdain, Carrie Fisher, y más, lo cual podría servir para que muchas personas se atrevan a buscar esa experiencia. Pero no todo es tan informal, entre los relatos (y las animaciones que las acompañan) aparecen algunos expertos en la materia para hablar sobre psicodélicos y los efectos positivos que se han encontrado para tratamientos psiquiátricos.
El documental de apenas 85 minutos de duración titulado Have a Good Trip está dirigido por uno de los antiguos escritores de los Simpsons, Donick Cary y es más un trabajo de entretenimiento que una obra informativa. Las historias, efectivamente, nos adentran un poco a lo que significa la experiencia para cada uno, pero resulta un poco absurdo y a veces pasa por alto algunas de las cosas claves del consumo de psicodélicos, e incluso algunas advertencias.
El LSD, llamado dietilamida ácido lisérgico, fue sintetizado por primera vez en noviembre de 1938 por el químico Albert Hoffman, quien investigaba derivados de ergolina que fueran útiles médicamente. Lo que encontró fue un alucinógeno. Posterior a su primer consumo, el hombre hizo un viaje en bicicleta, lo cual actualmente es visto como un momento histórico.
El LSD provoca un estado de alteración del pensamiento, de las emociones y de la percepción del entorno. Puede haber o no alucinaciones visuales o sonoras. Provoca que la temperatura del cuerpo suba, al igual que el ritmo cardiaco y la presión sanguínea. Una de las características principales de una persona bajo el efecto de este alucinógeno son las pupilas dilatadas, y puede durar de entre 7 a 12 horas.
En los 40s y 50s, el gobierno norteamericano lo utilizó para intentar encontrar una forma de controlar mentalmente a las personas, pero en los 60 se popularizó como droga recreativa y comenzó a crearse una mala imagen alrededor de ella.
Desde hace tiempo se ha reforzado la idea de que la sustancia se puede usar como una sustancia terapéutica ya que sus efectos psicológicos suelen ser positivos. Se han reportado niveles más bajos de depresión en las personas que consumen altas cantidades, y el “microdosis” se ha popularizado en Europa, en algunos pacientes psiquiátricos, quienes consumen continuamente cantidades mínimas de LSD para tener los efectos mínimos (sin alucinaciones) y así llevar una vida mejor. Sin embargo, aún existen debates sobre este tipo de implementaciones, particularmente por los registros de efectos adversos que se han realizado.
De igual forma, aunque se cree que no es una sustancia adictiva, hay especialistas que aseguran que las personas sí pueden desarrollar una dependencia. Esto puede ser malo, ya que el LSD genera tolerancia, lo cual hace que las personas que lo consuman en altas cantidades quieran incrementar su dosis, teniendo efectos adversos psicológicos. Investigaciones apuntan a que el LSD puede causar efectos negativos en las personas que tengan condiciones psicológicas como esquizofrenia. Lo cierto es que sólo un porcentaje muy bajo de las personas desarrolla un hábito fuerte por el LSD.
Lo cierto es que proyectos como Have a Good Trip buscan hacer lo mismo que se ha hecho por la marihuana, y dejar de estigmatizar la sustancia para que se puedan hacer más estudios responsables y entender claramente cómo funciona y si pudiera haber beneficios claros.
En el documental se habla también sobre los hongos alucinógenos, producto natural que ha sido consumido desde hace miles de años, y al igual que el LSD hay una discusión científica alrededor de sus beneficios. Lo cierto es que valdría la pena dejar de ver esas sustancias como completamente peligrosas y comenzar a estudiarlas de forma responsable.
Fuente: GQ