El primer ministro de Líbano, Hasán Diab, ha anunciado este lunes la dimisión en bloqueo del Gobierno tras las explosiones registradas el 4 de agosto en el puerto de la capital, Beirut, que han dejado más de 200 muertos y 7.000 heridos. Previo a esta anuncio ya habían renunciado los ministros de Salud y Justicia.
En un mensaje a la nación, Diab ha sostenido que el Ejecutivo «da un paso atrás para estar junto a la población» y ha defendido que de esta forma «acata la demanda de la población por un cambio real«.
Sin embargo, ha lamentado que la clase política libanesa «se resista a través de todos los medios sucios para evitar un cambio», antes de manifestar que «algunos no han interpretado adecuadamente la revolución del 17 de octubre», en referencia al estallido de unas protestas que llevaron a la caída del Ejecutivo de Saad Hariri.
Por otra parte, ha resaltado que las explosiones de la semana pasada en el puerto de Beirut «son una consecuencia de la corrupción crónica» en el país y ha agregado que «la red de corrupción es más grande que el Estado», según ha recogido el portal libanés de noticias Naharnet.
El anuncio de Diab era esperado, dado que el ministro de Obras Públicas de El Líbano, Michel Najjar, ya había adelantado que el Ejecutivo iba a dimitir, después de que hasta cinco ministros abandonaran sus cargos desde la jornada del domingo.
El incidente, atribuido a la explosión accidental de 2.750 toneladas de nitrato de amonio mal almacenado, ha reactivado las protestas en Beirut. Estas manifestaciones se han saldado con la muerte de al menos un policía y otras cientos de personas heridas.
Las explosiones han tenido lugar en un momento en el que El Líbano atraviesa una grave crisis económica –la peor desde la guerra civil (1975-1990)– y se teme que la destrucción ocasionada por las mismas impacten directamente en la importación de alimentos y otros productos básicos.